sábado, 8 de septiembre de 2018

Ilustración del capi. 9.- Sábado de luna de "Años y leguas" de Gabriel Miró, por Palmeral




 Ilustración de Palmeral sept.2018

Comentario para el libro: "Buscando a Gabriel Miró en Años y leguas".

La luna llena aparece por el mar llenándolo de plata, al este por la sierra de Bernia, que antes era «un galeón volcado» ahora es «un órgano de plata entrevisto por una vidriera infinita, translúcida de luna», por al otro lado aparece Calpe, lo más hermoso de la costa, y a su lado el [Peñon de ] Ifach, «tallado de luna…El barco se ahogaba en la belleza y ha tenido que gritar». Y Miró en un estado hipnótico de alto poeta escribe: «…y al derretirse el último acorde encima del ascua blanca de la luna, el barco se ha perdido para siempre centro de la noche suya; y el paisaje y el mar han venido a desceñirse». 
     El gallo le cant´ño a la luan en cima del lomo del burro.
    El alarde poético de la luna llena convertido en un indiscutible perito en lunas lirico, es para justiciar que la luna llena entró por el ventanuco de la cuadra, hasta dentro del portal, donde burro, que había herido en el cuello amoroso a la cordera de una dentellada, Miró, como en la mejores fábulas le da voz al burro para que se defienda de los gritos y amenazas de Gregorio, su amo: 

  
  ­–«¡He sido yo; se lo hice yo, anoche! –habla el burro– Fue sin querer, amo mío. Entró la luna, y nos pusimos a jugar la Paloma y yo. Yo estaba tan contento que retozaba creyéndome un cordero novio. Mis quijadas se hundían en su cuello tierno como una hierba. La Paloma se quejaba y yo venga de morderle y de pasarle mi lengua caliente como una mano. ¡Mis orejas parecían dos ramas de ciruelo en flor! ¡Yo no me acordaba de lo que era, porque yo estaba, amo mío, yo estaba también muy jovencito y guapo de luna!».

      En la fábula de Miró la vampiresa es una cordera llamada Paloma, y en el de Juan Ramón Jiménez es una cabra (79.- Alegría):  

    «La cabra va al lado de Platero, rozándose a sus patas, tirando con los dientes de la punta de las espadañas de la carga.
     Con una clavellina o con una margarita en la boca –la cabra–, se pone frente a él, le topa en el testuz, y brinca luego, y bala alegremente, mimosa igual que una mujer...»

        Esta apreciación  no quiere decir que Miró hay copiado a Juan Ramón sino que se inspirara, puesto que ambos escritores tenían amistad epistolar iniciada en 1919 como lo demuestra el Epistolario de 2009. En carta de 21 de octubre de 1919, le pidió un ejemplar de Platero y yo, porque dice que el ejemplar suyo lo prestó y se perdió.
        La cuestión es que tenemos ante nosotros una gran fábula digna del mejor Miró.

Sellos de Correos personalizado


jueves, 6 de septiembre de 2018

Años y leguas, capitulo "8.-Benidorm. Un extranjero. Callosa". Ilustración de Palmeral










 Cuando  Gabriel  Miró  se desplaza a una estación, sin más, que seguidamente nos explica que es de un ferrocarril. Esta línea era el ferrocarril entre Alicante y Altea que se inauguró el 28 de octubre de 1914 y entre Altea y Denia, el 11 de julio de 1915,  de la Compañía de los Ferrocarriles Estratégicos y Secundarios de Alicante (E.S.A.), hoy de los Ferrocariles de la Generalitat Valencianos (FEVE) desde 1986, y después de más de cien años continúa en funcionamiento, debidos a la proliferación del turismo de la Costa Blanca.
      Cuando describe: «Y este tren de tartanas atadas con cadenas flojas, que cuelan y retumban como un obrador ambulante de alderería;…» lo dice Miró en tono irónico, ya que El Trenet tenía seis años y todos los vagones eran nuevos. Para la tracción de los trenes se adquirieron en 1913 y 1914 diez locomotoras tipo 130 T de la factoría alemana Hanomag. Cuatro fueron construidas en Alemania y seis en España por La Maquinista Terrestre y Marítima.  Locomotoras de vapor 240-4054 (ex MZA 1304) construida por Hanomag en 1914 tenía una potencia 2.050 cv. y una velocidad máxima 105 Km/h. El tren tenía asientos de varias clases, y en tercera iban tantos los agricultores como pescadores con sus mercancías, no solo de Benidorm sino desde toda la Marina, lo que propicio un gran desarrollo económico a la zona del interior

    El rey Alfonso XIII colocó la primera piedra de la línea ferroviaria Alicante-Dénia del tramo Villajollosa-Denia, el 13 de febrero de 1911. Estaba acompañado por el presidente del Consejo de Ministros, José Canalejas, el ministro de Marina, el capitán general de la Región Militar de Valencia, así como de los diputados y senadores por la provincia de Alicante, y el Arzobispo de Valencia oficio un Te-Deum.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Ilustración del "Huerto de cruces" de "Años y leguas" de Gabriel Miró por Palmeral


Ilutracion a 320 píxeles

Huerto de cruces, ganó el Premio Cavia de periodismo ABC en 1925, dotado con 5.000 pesetas (20.000 reales)

Ilusrtración a lápiz por el ilustrador Palmeral

ramon.palmeral@gmail.com

Leer "Huerto de cruces" en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

lunes, 3 de septiembre de 2018

"Años y leguas". 6.- El señor vicario y Manihuel. Gabriel Miró. Dibujos de Palmerall







ilustración a lápiz:
"Años y leguas". 6.- El señor vicario y Manihuel. Gabriel Miró. Dibujos de Palmeral




   La parte simpática y quijotesca cervantina de este relato (6.- el señor viario y Manihuel)  se remata con el suceso de que el viario se monta  en el macho (del mulo del mozo que había venido a buscarlo) con su viático en las manos, escribe el narrador «¡Llevaba a Dios en las manos!», por ello no se pudo poner el solideo en la cabeza (este es un casquete que se ponen las jerarquías eclesiásticas como obispos, cardenales o el Papa, pero no lo sacerdotes), por ello en el relato el solideo lo llevaba el vicario en la faltriquera (bolsa pequeña que se ata a la cintura y se lleva colgando bajo la falda o el delantal), y va con la cabeza destocado. Delante del vicario montado en el mulo ya el mozo, hijo del moribundo, llevando en la mano izquierda la campanilla, y en la otra el ronzal o cabestro del mulo, a modo de guía.

sábado, 1 de septiembre de 2018

Ilustración para "Años y leguas", de Gabriel Miró, 5.Gitanos, por Palmeral

Giatanos en Polop. Ilustración para el libro "Buscando a Gabriel Miró en Años y leguas", por Palmeral


 Fragmento de mi libro, en preparación :



 En medio de este estudio entomológico del narrador, llega una labradora, que podía ser la tía Vicenta, para decirle a Sigüenza que un grupo de gitanos se le ha acercado a pedirle un costal de paja, para una mujer que tienen enferma. Aunque no lo escribe Miró, los gitanos deberían ir una especia de carromato tirado por un burro, que les servía de hogar ambulante. 
     Cuan el gitano le dice a la labradora «–Vamos de camino con una mujer enferma, que no tiene dónde recostarse, lo mismo que la Virgen Santísima…». Con este diálogo del gitano, Miró nos da la clave del relato, cuyo final nos lo dice el tendero (leer el diálogo).  
    Sigüenza les dice que no les pueden dar lo que no es suyo y que se marchen. Ante tal negativa, los gitanos le echan las tipias maldiciones contra Sigüenza, porque ellos se consideraban con poderes de la adivinación, del mal de ojo, se creían descendiente de los faraones de Egipto.
     Por la tarde Sigüenza decide ir la tienda del pueblo o tienda ultramarinos, como también se llamaban donde tenían prácticamente de todo lo habitual en la zonas rurales, como podemos leer en la nomenclatura de cosas que hay en la tienda, anotadas por el narrador. La labradora, que acaba de guardar seis polluelos en una calabaza seca y vaciada, le advierte que tenga cuidado no le vayan a salir los gitanos de la mañana que se fueron maldiciéndole.
   En el trayecto de su casa a la tienda del pueblo. El narrador se recrea contándonos cómo son los camino y la carretera, y cómo eran «las llagas de los barrenos» (ya en eso época se utilizaban voladura de dinamita inventada por Nobel en 1866),  y como era el almacén de los canteros, que posteriormente servía de «refugio de mendigos trashumantes y también puede serlo de gitanos». En digno de resaltar que le narrador dice que la noche tiene el mismo olor que los viajes de 1890. Estos viajes son los años que el padre de Miró inauguró la carretera de Benidorm a Pego.
     Llega a la tienda con las primeras estrellas. Pero al regresar de noche una mocita le pregunta: «¿Y no tiene miedo? ». Sigüenza piensa que de regreso podía ir con la diligencia, al lado del mayoral, pero la diligencia para y no la puede tomar. Y al despedirse del tendero le dice «¡En fin... veremos si me salen los gitanos!».
     Y que tenga cuidado porque se podrían vengar por negarles el costal de paja esa mañana.  Unos labradores iban a contarle que vieron a los gitanos, y Sigüenza les cuenta lo que le pasó con ellos por la mañana
      Y el tendero cuenta como solución del enigma de la gitana enferma que «Yo lo vi. No tenían paja; y una de sus mujeres daba compasión porque había parido en el suelo como una borrega…».

viernes, 31 de agosto de 2018

"Años y leguas" de Gabriel Miró. capitulo 4. Doña Elisa y la Eternidad. El secuestro

  El secuestro del padre de doña Elisa, en "Años y leguas", por Ramón Palmeral, lámina 5.

Fragmento de mi libro inédito "Buscando a Gabriel Miró en Años y leguas".




Cuando llegan a la hacienda, Sigüenza que queja de las ventanas tabicada; pero la señora Elisa, cansada del viaje, habla de todo menos de las ventanas o fenestras, error de Miró al escribir fenestras cuando debe escribir finestras en valenciano. Al quejarse nuevamente de las ventanas tabicada es cuando la señora Elisa  cuenta que, una cuadrilla de ladrones secuestró a su padre, para pedir un rescate.

      Joaquín Fuster, en su libro de Gabriel Miró en Polop, le dedica le capitulo VII, a doña Elisa (paginas 99-102), donde escribe que la casa de alquiler de Gabriel Miró se llamaba Teresa Gualde, la sobrina era doña Vicenta Linares, la cual parecía más vieja que su tía, a pesar de que le llevaba veinte años.  Doña Teresa era hija de un propietario «de casa y buen yantar. Casó con don Pedro Bardín Fuster, labrador de hacienda anda y repleta».  Este matrimonio vivió en la calle Mayor nº 2, una casa grande de labradores acomodados. Sobre la historia real del secuestro no cuenta Fuster:
   «No fue el padre de doña Elisa –como afirma en AÑOS Y LEGUAS–, a quienes raparon los bandoleros sino al propio don Pedro. A finales del siglo pasado [XIX] encontrándose con unos amigos tomando el sol –Don Pedro, un militar retirado llamado don Juan Sanchís, el señor Llinares y don Domigno Mayor–, llegaron los roders [en valenciano bandoleros nobles] y les invitaron a seguirles. No hubo necesidad de relucir pistolas, ni de proferir amenazas, ni malos tratos […] siempre que cumplieran las familias con las pretensiones de los secuestradores. Dejaron en libertad a don Dionisio Mayor– para que avisara a los familiares […] El más viejo y el más delicado de los secuestrado era don Juan Sanchis. Enfermo, no tenia dientes y pedía que le trajeran pan blandito porque de los contrario no podía comer [un poco de leyenda, porque  pan se lo podía haber mojado con agua o vino en una especie de migas].

     El final de la historia del secuestro real es muy flojita y muy romántica, escribe Fuster que la causa de su descubrimiento fue que cuando los roders fueron a buscar pan tierno a uno de los pueblo de la montaña, fueron objeto de sospecha por parte de la Guardia Civil, los persiguieron y acabaron encontrando a los secuestrados, y fueron liberados sin resistencia por los roders, no hubo ni siquiera detenciones porque se dieron a la fuga, luego «se rumoraba que como el jefe de la banda tenía buenas relaciones políticas con algunos de aquellos señores secuestrados, todo terminó feliz. No hubo motivos de matar a nadie». Todo felices y comieron perdices.

   Como la historia del secuestro era muy lasa en exceso, Miró, que adoraba los cementerios, libera en veinticuatro horas al padre de Elisa sin pagar restcate y decidió hacer justicia literaria por su cuente. La escena de un jornalero que ve a la cuadrilla de ladrones descolgarse de un refugio, y sin más éste montó en un mulo que le derribó –un mulo que parece ser, era de los de la cuadrilla–, y luego, «se lo agarró por la crin y lo aguijaba rajándole el lomo con la punta de su navaja; el macho [los mulos son híbridos] pateaba rajándole y relinchaba de dolor […] y así corrió para dar aviso». La escena  tiene crueldad pero no tiene verosimilitud.
    Además no sabemos quién ejecutó a la cuadrilla de bandoleros, ni cuantos eran, escribe Miró que era una cuadrilla, que pueden ser cuatro. «Y, a la otra tarde, vino libre el señor. Tres mozos traían atravesados en sus mulas a los ladrones muertos [una cuadrilla]; las ancas de las bestias llegaron rojas de sangre […]  Y ellas y dos rapazuelas se escaparon al cementerio donde estaba los ladrones tendidos en la hierba mojada con los ojos abiertos a la luna…».

martes, 21 de agosto de 2018