Ilustración de Palmeral sept.2018
Comentario para el libro: "Buscando a Gabriel Miró en Años y leguas".
La luna llena aparece por el mar
llenándolo de plata, al este por la sierra de Bernia, que antes era «un galeón
volcado» ahora es «un órgano de plata entrevisto por una vidriera infinita,
translúcida de luna», por al otro lado aparece Calpe, lo más hermoso de la
costa, y a su lado el [Peñon de ] Ifach, «tallado de luna…El barco se ahogaba
en la belleza y ha tenido que gritar». Y Miró en un estado hipnótico de alto
poeta escribe: «…y al derretirse el último acorde encima del ascua blanca de la
luna, el barco se ha perdido para siempre centro de la noche suya; y el paisaje
y el mar han venido a desceñirse».
El gallo le cant´ño a la luan en cima del lomo del burro.
El
alarde poético de la luna llena convertido en un indiscutible perito en lunas
lirico, es para justiciar que la luna llena entró por el ventanuco de la
cuadra, hasta dentro del portal, donde burro, que había herido en el cuello
amoroso a la cordera de una dentellada, Miró, como en la mejores fábulas le da
voz al burro para que se defienda de los gritos y amenazas de Gregorio, su
amo:
–«¡He sido yo; se lo hice yo, anoche! –habla el burro– Fue sin querer, amo
mío. Entró la luna, y nos pusimos a jugar la Paloma y yo. Yo estaba tan
contento que retozaba creyéndome un cordero novio. Mis quijadas se hundían en
su cuello tierno como una hierba. La Paloma se quejaba y yo venga de
morderle y de pasarle mi lengua caliente como una mano. ¡Mis orejas parecían
dos ramas de ciruelo en flor! ¡Yo no me acordaba de lo que era, porque yo
estaba, amo mío, yo estaba también muy jovencito y guapo de luna!».
En la
fábula de Miró la vampiresa es una cordera llamada Paloma, y en el de Juan Ramón Jiménez es una cabra (79.- Alegría):
«La cabra va al lado de Platero, rozándose a
sus patas, tirando con los dientes de la punta de las espadañas de la carga.
Con una clavellina o con una margarita en
la boca –la cabra–, se pone frente a él, le topa en el testuz, y brinca luego,
y bala alegremente, mimosa igual que una mujer...»
Esta
apreciación no quiere decir que Miró hay
copiado a Juan Ramón sino que se inspirara, puesto que ambos escritores tenían
amistad epistolar iniciada en 1919 como lo demuestra el Epistolario de 2009. En carta de 21 de octubre de 1919, le pidió un
ejemplar de Platero y yo, porque dice que el ejemplar suyo lo prestó y se
perdió.
La
cuestión es que tenemos ante nosotros una gran fábula digna del mejor Miró.
Sellos de Correos personalizado
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