lunes, 14 de septiembre de 2015

Heurística en el intelecto del artista. Por Joaquín Santo Matas.

(Joaquín Santo Matas)




No puedo desligar la figura de Ramón Fernández pintor, de la de Miguel Hernández poeta. Hasta su nombre artístico ‘Palmeral’ me recuerda al excelso escritor oriolano –“Alto soy de mirar a las palmeras”-, inicio de su Silbo de afirmación en la aldea que resulta una exaltación de la tierra natal agraria y ganadera frente a la masificación impersonal del Madrid de comienzos de los años 30 de la pasada centuria que se inhibió de su primer libro y rióse de su aspecto labriego, revestido con alpargatas y pantalón de pana.



Así, enlazo con dos cuadros hernandianos de su actual tendencia plástica y conceptual que ha definido como ‘Intelectualismo’: Peritoenlunas y Las alpargatas del poeta. En ambos quedan bien patentes los derroteros por los que camina la pintura de Palmeral, aplicando la heurística como arte del descubrimiento a través de técnicas indagatorias donde el intelecto sirve para plasmar sobre el lienzo sus propias memorias, sin necesidad de copiar del natural.



Por ello, estas obras poseen una profunda carga onírica plena de simbolismos donde se atisban trazas cubistas, geometrismos y combinaciones de figuración con abstracción, en la línea del Palmeral ensayista que deduce la simbología secreta de Perito en lunas y muestra la desnudez material compungida y calzada de alpargatas de quien, como Machado, marchó ligero de equipaje.



La colección inmersa en este Intelectualismo nos trae también una seductora y a menudo lujuriosa presencia femenina, arabescos de Al-Ándalus y muchos guiños a su Alicante de adopción, traspasado de Mediterráneo en palabras de Gabriel Miró y de cuya luz y talante asume colores vivos, rojos y verdes como los tomates de la huerta que aparecen al pie de estos óleos de inspiración lucentina que definen un estilo personal, una culminación a una trayectoria que seguro buscará nuevas tendencias.



Si existe un movimiento filosófico llamado intelectualismo socrático, al fin y al cabo, parafraseando al gran sabio heleno que vivió y murió pobre como tantos de los grandes, sólo sabemos que no sabemos nada pero intentamos que esa nada sea inferior a lo pretencioso circundante



Y Dios dirá, que está siempre callado.





JOAQUÍN SANTO MATAS

Crítico de arte. Historiador. Académico.

14 de septiembre de 2015

sábado, 12 de septiembre de 2015

Exposición de Didacus Didat en el Club Información. 11 de septiembre 2015

(Juan A. Urnao, Didacus Didat y Ramón Palmeral. Club Información)

Palmeral en la exposición de Didacus Didat en el Club Información. 11 de septiembre

El artista alicantino Diego Zambrano (Didacus Didat) inauguró ayer la temporada de exposiciones en el Club INFORMACIÓN con la muesta Con trazos y color, que recorre su pintura a través de medio centenar de obras figurativas y, sobre todo, abstractas. El acto estuvo presentado por Cristina Martínez y el crítico de arte Fernando Ortisso.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Hoy aparece en La Verdad de Alicante un extenso artículo de José Antonio Charques sobre mi exposición. En el espacio que tiene la Asociación de Espejo de Alicante, del que ambos somos socios..

(Hacer click dos veces sobre el artículo para amplarlo)

(Parte inferior del artículo)
El poeta y escritor José Antonio Chaquez publica hoy 10 de septiembre un extenso articulo sobre Ramón Fernández Palmeral, con motivo de su exposición en Centro de Arte, que está hasta el 15 de septiembre, titulada "intelectualismo". La Verdad de Alicante. Espacio propiciado por la Asociación de Espejo de Alicante.


.........................CONTENIDO DEL ARTICULO EN TEXTO DOC......................................

A MI BUEN AMIGO, EL INCANSABLE INNOVADOR EMPEDERNIDO Y POLIFACÉTICO ARTISTA: RAMÓN FERNÁNDEZ "PALMERAL"
Por José Antonio Charques Sala
Doctores en Bellas Artes y licenciados (como tu hermano Miguel), artistas plásticos, críticos de arte,  colegas del gremio, Círculo de Arte Alicantino, Asociación de Artistas Alicantinos,  etc., etc., te han dedicado a lo largo del tiempo infinidad de elogios y críticas constructivas, tanto a tu persona como a tu estilo pictórico.

Tu senda inicial se ha convertido ya en todo un camino  de largo recorrido, y como nuestro referente en poesía: Miguel Hernández, que de adolescente estudió a los clásicos, recibió enseñanza religiosa y hasta fue monaguillo. Te dedico una cuarteta de mi poema escrito el 28 de marzo de 2002, bajo el titulo: En el Cementerio de Alicante a Miguel Hernández en el Sesenta Aniversario de su Muerte "...Luchaste con sentimiento, te llenaste de valor, venciste los contratiempos, por no quedarte en pastor..."; porque tú Ramón, tampoco te has quedado quieto ni en tus ansias ni en tus anhelos, y queriendo, también has sabido evolucionar hacia otras metas, al seguir obedientemente esa "Senda Mágica" que tu intelecto te demandaba y te exigía.

No hay  cosa más difícil en cualquier disciplina y aún más, si cabe, en  ramas del arte como la pintura, la música y la poesía,  que hacer creaciones únicas que posean una impronta personal y que se distingan de las demás, no por ser radicalmente distintas, que también, sino por haber conseguido que tengan un estilo único en su plasmación, así como también un sello propio de la obra en su realización final, sabiendo rodearse, como en tu caso, de toda la simbología que la mente es capaz de asimilar y retener, para desde la permanente inquietud del artista, darle concreción y modelarla hasta obtener un esquema real de tu consciente y de tu subconsciente y trasladarlo a tus hermosos cuadros, que son obras de arte que tienen toda la fuerza y el poder de la transmisión, por el gran derroche y el generoso esfuerzo de síntesis y de culminación que has sabido llevar a cabo de forma tan natural como innata.

Tu mente dual, piensa en pintura y en poesía al unísono, como el rayo y el trueno que siempre se emparejan , y un ejemplo que podemos contemplar en la Exposición en el Centro de Arte, calle Arquitecto Morell, 15 de Alicante hasta el día 15 de septiembre de 2015,  lo vemos en el cuadro al óleo sobre tabla: "INTELECTUALISMO XI" en el que pintas a una mujer  joven y moderna con enormes gafas verdes y en el que se puede leer: "POESÍA ERES TÚ", con una "P" anárquica, invertida y decantada hacia la izquierda.

Como alicantino que hunde sus raíces en Sant Joan d´Alacant, allá por el año 1782, me congratulo en conocerte más de una década (va para tres lustros), y haber compartido contigo en numerosas ocasiones infinidad de temas alicantinos tan queridos y tan nuestros, así como muchos momentos de ese "Intelectualismo" que  forma parte ya de tus lienzos y que a mi personalmente, he de decirte que me asombra, pero no me sorprende, porque tú Ramón ya lo llevabas implícito dentro de ti y lo desarrollabas por completo al  incorporarlo desde el inicio a la literatura; tu otra gran afición compartida por mi y por todos los miembros del Grupo Poético-Literario Miguel Hernández de Alicante, con Rosario Salinas a la cabeza, del que me honro en ser coordinador y al que tú, como gran hernandiano, perteneces desde sus inicios.

Y para terminar, alabo y admiro esa libertad de expresión que en ti es máxima imperante y necesaria como el aire que respiras, junto con tu transgresión intelectual como pintor, escritor, redactor, fotógrafo, conferenciante,  poeta..., en todos y cada uno de los eventos,  sabiendo estar y mantener los modos y las formas; y para muestra un botón: tu retrato de Miguel Hernández: "El lápiz de Miguel", con lápiz y papel en el bolsillo de una camisa, ¡nada menos que pintada de  color azul!, seleccionado para la portada de una revista digital en Nueva York, que ha presidido  tantas veces nuestros recitales de poesía y del que podrías haber realizado muchas, muchas copias, mas fuiste consecuente con tus convicciones y con tu demostrada filantropía y no te dejaste tentar, porque doy fe que ocasiones para comprarte el cuadro no faltaron. Por todo ello, quiero darte las gracias y significarte que ser tu amigo es un verdadero placer, ya que las circunstancias que nos unieron en el amor al arte, siguen igual de intactas o quizá aún más reforzadas, pues además de tener por naturaleza un espíritu inconformista y rebelde, también compartimos esa gran vocación inmaterial que tiene un nombre tan sencillo como hermoso y se  llama idealismo.

Mi enhorabuena, estimado amigo Ramón, por ese duende que como persona y como artista atesoras, y que sigas siendo muy feliz cosechando todos los éxitos que te siguen aguardando.

Un fuerte abrazo, y ¡adelante como los de Alicante!

José Antonio Charques

martes, 8 de septiembre de 2015

"La gran tomatera", es una serie de bodegones, de más de 60 cuadros con tomates. Ramón Palmeral. Pintor Alicantino

Palmeral pinta tomates en contraposición de las grandes frutas en los bodegone: granadas, piñas, mendrillos... Estos son tomates humildes y contidianos  que merecen una reprentación artítica plástica y creativa singular. Son símbolo de mis obras, en el periodo de "intelectuialismo", pues aparecen en todos sus cuadros. Alimento nutritivo, queroteno, arte. 

Al pintor alicantino Ramón Palmeral se le conoce por el de los tomates, como símbolo de su obra.


    
                                                              El tomate violeta








 (Palmeral en la presentación de su exposición el 1 de septiembre 2015 en la Asociación de Artistas Alicantinos)

 

             El tomate azul, diseñado. Palmeral 2021


 

                  Tomate azul y rojo, de Palmeral 2008

    "El huevo creador", colección particular


 "La gran tomatera" colección privada del pintor Palmeral, 2009



Comentario de la poeta y escritora Pilar Galán sobre mi exposición

(Pilar Galán en la mujer la primera de la izquierda. Morena)


Comentario de la poeta y escritora Pilar Galán sobre mi exposición.

   Hablar de un artista como Ramón Palmeral es un auténtico reto, porque él es la Palabra y la imagen intuitiva y genial lanzada como un dardo certero al alma de quién se pone a tiro !!!
   Ramón es el artista de lo genuinamente auténtico en él no hay doblez, ni en su persona ni en su magnífica obra, por eso nos llega tan directo al corazón y se nos queda impresa en nuestra retina provocando un arco iris de sensaciones !!!
   Ramón es vitalista, es un ser muy puro con sus luces y sus sombras...
   Por eso ha sabido crear ese estilo tan personal que le identifica plenamente y es tan difícil para un artista como el INTELECTUALISMO.
     Ramón ha hecho posible que al igual que reconocemos un Miró,
reconozcamos un Palmeral, creo que con eso ya está dicho todo y para colmo sin perder un ápice de su sencillez y de su humanidad!!
Ramón, es un orgullo para la Asociación tener un Artista como tú!!!


Un fuerte abrazo. Pilar Galán

LA ECLOSIÓN PLÁSTICA DE PALMERAL, por Fernando Ortisso


(Fernando Ortisso, autor de este artículo crítico)
(Palmeral y Fernando Ortisso)

                              LA ECLOSIÓN PLÁSTICA DE PALMERAL

     Estaba ansioso. Me había enterado de su exposición en la Triple A [Asociación de Artistas Alicantinos], casi por azar, por radio Macuto. Él, bajo actitudes y comportamientos sociales algo excéntricos, poco convencionales; aparentemente, a veces distantes, a veces displicentes, a veces  soberbios-¡Pobre del artista que no se crea vástago del “ombligo de Leonardo” (¡Y, aun así…!)-, esconde una personalidad, que percibo o intuyo, más bien tímida, sencilla, misantrópica… incluso humilde… inmeritoria. Y él, que tampoco es proclive ni pretende protagonizar, distinguirse, no circulariza, no convoca, no personaliza… no invita. Entonces, te tienes que enterar: “¡Quien tenga oídos… -orejas, diría yo - que oiga….!”, nos conminaba San Pablo. Últimamente asisto a muy contadas exposiciones. Al cabo de los años, deambulando por esas Salas de Dios, de Herodes a Pilatos, tratando de “interpretar” cientos de ellas; la pintura, como el alcohol al hígado, ha acabado por narcotizarme;  me ha producido una suerte de “cirrosis retiniana”, de la que me encuentro en plena terapia. Pero  hoy, “necesitaba ver” lo último de Ramòn. En realidad, le conozco poco, salvo la constatación de que es uno de los últimos “humanistas”, especie rara, en peligro de extinción. Y, de uno de sus ejemplares más comprometidos, ejerciente, militante de la cultura multidisciplinar, puedes esperar cualquier cos, buena. Por esa intuición, quería ver. ¡Quién tenga ojos que “vea” -proclamo yo -¡ Pero que sepa ver “más allá”. Porque casi todos los humanos, poseemos la capacidad perceptiva de ver, algunos menos, la aptitud paciente de observar; muy pocos, la facultad de interpretar bien lo que “ven”; y, sólo unos privilegiados, la virtud de descubrir  “la verdad oculta de lo que ven…
   Llego con retraso a la Sala Centro de Arte de la Asociación de Artistas Alicantinos. Las siete de la tarde del 1 de septiembre, en verano, en Alicante, es una hora todavía intempestiva. Casi aún, la hora de los toros, del sol y moscas. Entro en la Sala, horneada de grados centígrados y de personas, escuchando los aplausos al último discurso, a la última presentación. Me los he perdido. Y, en el fondo, me alegro. Me siento “virgen”, libre de las inevitables influencias críticas de los precedentes y seguramente preclaros comentaristas. Porque, como nos alertaba D. Antonio Manuel  Campoy, en el Prólogo de su memorable Diccionario Crítico del Arte Español Contemporáneo, reproduciendo un pensamiento del poeta Rilke,” no hay peor manera de acercarse a una obra de arte, que la de apuntar con el ojo del crítico….”. Sí; creo que los críticos, viven… vivimos de prestado, de lo que nos dejan y crean los demás, los artistas; de despojos, con los que construimos, construyen un “argot”, una jerga culterana de términos “especializados, convencionales y corporativizados,”  que, temerariamente nos atrevemos, se atreven, a proyectar, como arma arrojadiza sobre los inocentes autores y sus obras. Un mordaz ingenio, una maquinación de asedio y tortura que, irresponsables, inmisericordes, aplicamos, aplican, a los artistas; frecuentemente para certificar sus autopsias o sus defunciones plásticas.  O para, en el mejor de los casos, tallarles y encasillar su estilo, a toda costa, en uno de los movimientos pictóricos que en el mundo han sido. Colgarles a la postre una etiqueta con su “ismo” más pertinente.   
    Se cuenta que en una modélica muestra individual de Frank Stella, en la Galeria Leo Castelli, buque insignia que fue durante décadas del arte de vanguardia en Nueva York, dos críticos discutían en alta, antagónica y acalorada voz, acerca de la adscripción estilística colgada en las paredes: si abstracción geométrica, si cinetismo geométrico, si geometrismo conceptual. Vamos, como tratar de  definir “el sexo de los ángeles”. El artista no pudo por menos que intervenir : “Señores, no se cansen: mi pintura…es sólo pintura….Y lo que se ven, es lo que hay, lo que es “.
    Hago estas reflexiones previas, mientras he barrido de un golpe, con avidez, con fruición, las paredes “iluminadas” por Ramón Palmeral, como me había propuesto, con ojos inocentes, con los de la curiosidad del infante, con la ductilidad del catecúmen, con la subordinación del discípulo e incluso con la humildad del lego. Sí, hoy, esta tarde, no quería “saber” de pintura….no quería “hablar” de pintura. Sólo disfrutarla, consumirla, como a un manjar perecedero. Y, al salir de casa, me he dejado, de propósitos, ”encima del piano”, para evitar tentaciones, todas mis habituales muletillas, todos los sofismas ,toda la artillería, toda la hermeneútica, todos los arquetipos, prejuicios, baremos y criterios del y para el arte. Y  me ha resultado más fácil llegar así, ligero de equipaje, desprovisto de armadura y coraza, para dejarme sorprender, herir, por la sensibilidad creativa de Ramón. Porque, en realidad, yo apenas conocía su obra: algún cuadro suelto en alguna colectiva, alguna reproducción de folleto, alguna foto en las redes, y poco más. Bueno sí, algo más: las obras realizadas con ocasión del efímero grupo VANGUARDIA 5, cuyo destino yo presagié.  Y así se lo escribí en un artículo, donde les alertaba de que “eso de autotitularse vanguardia, en arte, obligaba a mucho…”.Y de que, aunque toda obra nueva ya comporta un componente de originalidad, de innovación, o sea de vanguardia -las primeras ya fueron las de Altamira-, para mí, el único “vanguardista”de los cinco era Palmeral: me cautivaron unas cuantas piezas conceptuales a base de “montajes y conexiones eléctricas” a lo Duchamps….
    Ahora me esperaba, hoy, de Ramón, aquello en progreso; un salto, una propuesta individual, nueva, una investigación, una sorpresa bajo el llamativo título de “Intelectualismo”; en suma, un golpe encima de la mesa. Aunque, viendo lo que veo, pronto se me disipan esas elucubraciones, porque acabo de recibir un “fogonazo”, ”una explosión”, una potente salva de destellos, de formas, de imágenes repletas de color, luz y sonido que me dejan perplejo, cegado y algo aturdido. Aquí, ha estallado algo, un volcán, el volcán pictórico de Palmeral, el que permanecía dormido, aletargado, tal vez encorsetado  por las autoexigencias de quien es genética y multidisciplinarmente creativo. Pero aquí, se ha liberado de cadenas y corsé, ha perdido el miedo a mostrase y mostrar,  como Stella, “lo que es”…y un caudal de sensuales imágenes, en promiscuo y atropellado desfile, fluye a raudales, sin freno, sin límites, en dosis que noquean los sentidos.
     Me repongo. Pasan un cocktail, que declino probar. No como, ni bebo. No quiero distraer mi inmediato y segundo recorrido, de cerca, del “cuadro a cuadro”, en detalle, como seguramente lo hizo Musorgsky  en aquélla anónima exposición que inspiró su célebre sinfonía…Las dataciones de las doce piezas son de entre 2006 y 2009. Ahora lo entiendo mejor a Palmeral, se ha rebelado contra los atavismos, las presiones externas, contra sus propias ligaduras y ha “regresado” a un espacio para y donde reencontrase a sí mismo, a su suerte natural, a un estadio precedente, genuinamente “suyo”, donde se siente liberado, cómodo, distendido, donde disfruta con su pintura. Y se nota. En cada cuadro. Se recrea, se gusta, se derrama y aplica su “intelectualismo” en estado puro y original. Y “cree” en lo que hace porque” cree” que hace, que dibuja- y por cierto, mucho-, que pinta…, por fin, lo que quiere pintar. Pero he dicho “cree”, para denunciar la recurrente paradoja filosófica latente en toda acción humana, si cabe más evidente en el proceloso terreno de la creación artística, siempre prisionera y tributaria de una irresoluta disyunción binomial. Que presenta diversas formulaciones: razón versus corazón; voluntarismo versus determinismo; libertad versus fatalismo; Eros versus Tanathos; causalidad versus casualidad; racionalismo versus sentimentalismo; …o ya en términos más recientes, de Jacques Monod: “Azar versus Necesidad”… o de Daniel Goleman” Inteligencia racional versus Inteligencia emocional”. Pero éste, el del ficticio “libre albedrío” o el de la teórica “libertad del intelectual”, sería otro discurso, cuyo abordaje aquí es impertinente e intruso. Sí, es cierto, todo acto volitivo, en cuanto procede de un propósito humano preestablecido, desencadena un proceso y una actividad, eminentemente “intelectuales”, pero sólo en tanto se gestan en nuestro cerebro, merced a un complicado y todavía mal conocido funcionamiento del  incontrolable “laboratorio sináptico” encefálico. A partir de ahí, lo que “ocurre” allí  dentro, sólo Dios lo sabe. Nosotros sólo cocemos sus efectos, sus resultados, generalmente sorprendentes, inesperados, furtivos, y frecuentemente  alejados o muy diferentes a los de nuestras expectativas iniciales. Blas Pascal nos sentenciaba: “El corazón tiene “sus razones”, que la Razón no comprende”. Nuestro cerebro “propone” con la razón, pero luego” dispone” con el corazón. Palmeral no podía ser la excepción a estas servidumbres, a estas  premisas, empíricamente probadas, inapelables, contundentes, científicas. Y, Palmeral, como no podía ser tampoco de otra manera, no” pinta lo que quiere”…sino que “quiere”, -ama-… “lo que pinta”. Y esta docena de cuadros así nos lo revela al sumergirnos en  un torbellino de figuras, de miradas enigmáticas, de signos arcánicos, de composiciones turbulentas, de entornos esotéricos, que  incardinan, en congruente promiscuidad, espacios mitológicos, puramente soñados…. un festival, un festín, una orgia sensorial para la percepción, que no desciende en ningún momento su nivel de paroxismo. Y este paradigma emocional, jalonado de sentimientos, que no es otra cosa que la consistencia, el “leit-motiv” de esta colección de Palmeral, no puede emanar de la racionalidad, sino que nace directamente de las fuentes primigenias de su subconsciente…,habitan en el inconsciente. Su pintura, su arte, no están construidos ni condicionados a premisas “lógicas”, sino directa y sensiblemente inspirados por Musas poéticas…
    Unamuno, maestro de la concisión y de la certeza epistemológica, despachaba este enrevesado discurso mío en dos líneas -¡qué envidia!-cuando definió: “Ser artista es hacer y pensar….lo que hacemos y pensamos…cuando no somos artistas”. Es decir, entiendo y comparto yo-porque el adusto de D. Miguel nunca lo explicó -que el artista lo “es”,  cuando no “va de artista”, cuando no se “cree” que es .Cuando se recluye y se reencuentra consigo mismo, entonces crea èl, no “el artista”, y la obra es “autèntica”, matricialmente “suya”. Pintas “tú”, no “el otro, el artista”. Si tu obsesión es “ser artista”…éste terminará por desplazarte, pensará él, pintará él, no tú. Si quieres ser “artista”, puede que seas “el otro”, ”el artista”, pero ya no puedes “ser tú mismo”.
   Y aquí, Palmeral, sí lo es…porque pinta Ramón.
   Sólo así  le ha sido posible hibridar, en escandaloso pero coexistente mestizaje, lo mismo una “bellea” a lo Gastón, que unos desnudos o unos interiores a lo Maisse; el patetismo expresivo de Rouault con los severos modelos de Max Beckman; los escorzos imposibles de Fernand Leger, con la cubista serenidad de Juan Gris….Pero su rica narrativa, su insondable simbología me llevan más lejos, y veo connotaciones lejanas dadaístas y futuristas y, más cercanamente me sugieren aleaciones entre la misteriosa ensoñación de Chagall, con el “mundo imposible” de Kandinsky; con los “equilibrios inestables” de Calder; con el sortilegio geométrico-emblemático de Paul Klee. Amalgamado quizás en aquel matraz onírico-romántico de Giorgio de Chirico y especiado con unos toques cáusticos del “pop británico” de Hockney. Pero ved, ved más: la insuflación mironiana, el excéntrico surrealismo daliniano, la distorsión retratista de F.Bacon…y por qué no, los espacios lacerantes de Delvaux o de René Magritte….o de Hopper. Ved. No os canséis de ver. ”Bienaventurados  los que saben ver, porque de ellos es el reino de la Belleza”.  Si sois capaces de “ver” todo esto estáis viendo la “síntesis” del arte, estáis viajando en el tiempo, para recuperar su exégesis, desde su “big-bang”. Porque el arte, como bien de naturaleza “cultural”, es un modelo estético basado en la experimentación, en el aprendizaje, en la trasmisión parental y generacional.
       Cuya dinámica de progreso la rige un proceso           acumulativo, sedimentario, estratigráfico, antitético, hegeliano, que en palabras de Corredor Matheos,”sólo lo impulsa el ingenio de la replicación”. Y el artista, quiera o no, consciente o inconscientemente, incorpora necesariamente en sus obras, de alguna manera a veces evidente; otras soterrada, elementos del baluarte de ese pasado, “el peso de la historia”. Y parte y deja la impronta de su aportación, desde y sobre el estrato anterior. Esta “herencia”, procedente de un “cen” cultural, que todos portamos es también egoísta, como el gen  de Dawkings,y por tanto, genéticamente irrenunciable. Así, se  me hace difícil asumir el concepto de la “originalidad” absoluta en el arte. Es imposible que exista. Por cierto que, este parámetro, junto a los de la “coherencia” y  la “clasificación”, constituyen, el trinomio básico de valoración  con que pericia el crítico. Acerca del  segundo baremo, por todo comentario, si me permiten, me emitiré a contar algo: Un día, hace unos años, estando en Madrid, cerca del Reina Sofía, no pude resistirme a visitar la Antológica de uno de nuestros “popes” del arte español contemporáneo, ya de  rancio reconocimiento internacional, vasco por toda referencia. El Museo la había dedicado el espacio de los dos pisos para las Exposiciones Temporales, más alguna otra Sala complementaria y todo el de los jardines exteriores, donde se emplazaban sus esculturas urbanas. Estimo que entre grabados, obra gráfica, de soporte superficie, monotipos y fundiciones, se exhibían no menos de quinientas obras. Por fortuna, todavía desconozco lo que pueda ser “un dolor de cabeza”; pero, al cabo de una hora, procesando cada pieza, una idéntica a la  otra… y a la siguiente, si acaso con ligerísimas variantes; es decir, un exceso repetitivo, casi clonado  de “más de lo mismo”. Terminó por instalarme un sospechoso, pertinaz, molesto y monótono carcán. Y, claro, mi cerebro me envió el primer aviso de cefalea, ante cuyo riesgo, abandoné  precipitadamente el vetusto edificio. ¡Qué de creativos conozco que han sacrificado y cercenado brillantísimas trayectorias en aras de una pretendida “coherencia”!.
   La tercera, o quizá primera, preocupación del crítico a que me refería, es sin duda la de “clasificar” al artista y a su obras. Fijar su “catalogación”. Porque, apropiándose torticeramente de la diatriba de Schopenhauer, parecen espetarnos constantemente que “…en arte, todo aquello que no pueda clasificarse, que no pueda catalogarse…, sencillamente, no existe”. Con suerte, si los artistas van “en,” o forman grupo, equipo, o “publican” un Manifiesto  de Intenciones al uso, suscrito a modo de “recogida de firmas”, les aplicarán, como ya señalé antes un “ismo” apropiado, que aunque no tenga garantía alguna de prosperar, les “salva”  del problema. De lo contrario, quedaran a la deriva, como francotiradores o mercenarios del arte, como incomprendidos, como sediciosos, y, al fin y al cabo, como excluidos, al menos en vida.
     Y esto, no hace falta habérselo podido preguntar a unos tales” rebeldes “como: Van Gogh, Toulousse- Lautrec, Gaugin, Utrillo, Pissarro, Sisley, Vlanmick, J.Rousseau, Duchamps, G.Klimt, E.Münch, Dubouffet,Rothko, A.Gorky, M.Tobey,Rauschemberg,

Motherwell,... o a nuestros “olvidados”, Solana, Muñoz-Degrain, Nonell, Cossio, Farreras, Clavé,M.Millares, A.Quirós,Viola,Genovès, Cristino de Vera, Hernandez Mompó, J.Vento,…por denunciar algunos “casos” de “desconocidos”, descatalogados en su día, y remitirme a tiempos en que la crítica de arte ya estaba consolidada. De haberlo sido en otros, pretéritos, probablemente ni los mismísimos Pieter Brueghel,El Bosco, o El Greco, se habrían librado. Y desde luego, nuestro Palmeral tampoco: no cumpliría con  ninguno de los tres parámetros. Porque en esta serie,” se sale”, se derrocha, erupciona. Su inconformismo, su imaginación, su creatividad, su espíritu libertario le han dado alas para conspirar, para conjurarse, para traspasar los cánones, los límites convencionales, para transgredirlos, para abrir su Caja de Pandora con “licencia para matar”, para escandalizar, y con  pleno derecho a la impunidad. Así, sus composiciones resultan en criaturas plásticas “inclasificables”, cuyos productos estéticos, para nuestra fortuna, nos  regalan  visiones, felizmente “incoherentes” y “descatalogadas”…para recordar.

  Como habrán observado; definitivamente, los críticos, no son, no somos un género de fiar…pero somos. En consecuencia, es obligado advertirles que tomen con todas las prevenciones y reservas las presuntas conclusiones que hayan podido extraer de la lectura de  este texto, cuyo tiempo y atención dispensados, Palmeral que sí es de fiar y yo, les agradecemos. De esta exposición se ha editado un catálogo de 32 páginas muy bien editado con fotografías, cuadros antológicos y de la exposición que presenta. 

Alicante, 1 septiembre, 2015.
FERNANDO ORTISSO

Artista plástico y comentarista cultural

lunes, 7 de septiembre de 2015

"Las alpargatas del poeta". Una alegoría de la humillación del hombre actual. Pintor Alicantino

(Palmeral delante de su cuadro "Las alpargatas del poeta" en el Centro de Arte.)
    "Las alpagatas del poeta" es un cuadro alegórico, pero tiene un guiño al poeta Miguel Hernández. Cuando Miguel Hernández, ya estaba enfermo de tuberculosis, salía al patio de la prisión de Benalúa (Alicante)  y se ponía una toalla en la cabeza para preservarse del Sol, pues le dolía mucho la cabeza. Por eso esta figura tiene una toalla envuelta en la cabeza. Además como se ve tiene unos grilletes o esposas de acero puestas, porque está preso. La mano está copiada de la mano de Palmeral. Es los extremos se ven unas alambras con sangre, que representa las alambradas de los campos de concentarción, o las alambradas de la frontera de Ceuta o de Melilla que impiden la entra de inmigrantesa la Eurpo rica. 
    Y encima una pirámide de sangre, que no sé muy bien qué representa. Gran tragedia es la que estamos viviendo este verano en el sur de Europa. Porque no se trata de inmigrantes, sino que también los hay refugiados de las guerras que piden asilo político, un derecho internacional que se le niega. Y como los inmigrantes que se ahogan en el mar, porque no tienen nada, ni siquiera ropa, esta figura el cuadro está desnuda y agachada, sumisa, humillada, solamente luce unas viejas alpargatas blancas que era el calzado que usaba el poeta pastor.
     Es el drama de la vida misma, de la pobreza, el drama del hombre preso, mal tratado y sin esperzanzas de salvación, porque aquí, en esta mundo imperfecto y lleno de intereses económicos por encima del humano, miramos, a los inmigrantes, a los mendigos y a los podres con desprecio. Y es que el ser humano no cambia, siempre somos los mismos de antes y de ahora, y los Derechos Humanos ¿dónde están?, se nos diluyen e incumplen delante de nosotros, y si ésto está ocurriendo hoy, también nos podría tocar a nosotros, si es que no ponemos cartas en el asunto. Se acabaron las palabras y ahora viene el tiempo de los hechos y de las cabezas pensantes.

 Ramón Palmeral. 
Pintor autor del cuadro.

Exposicón del 1 al 15 de septiembre 2015 en Centro de Arte C/. Arquitecto Morell 11, Alicante


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Comentario de Juan Antonio Urbano sobre el significaado de la pírámide de mi cuadro:


Palmeral, la pirámide tiene un significado especial desde la época de los egipcios. Era el lugar que iba a cuidar el cuerpo y las pertenencias del faraón. La conexión del alma del faraón con el más allá, los astros y los dioses. Era la escalera al cielo para los difuntos. Por lo tanto, el significado en el cuadro queda claro: Has puesto una pirámide ensangrentada porque en la escena ya se presiente la muerte del poeta, que está próxima. La pirámide pretende proteger el sufrimiento del hombre acurrucado sobre sí mismo y en forma fetal, como buscando la postura en la que se sentía resguardado de todo agente dañino, y era atendido y colmado de todas sus necesidades (tiene un tomate bajo, que ya interpretamos que era la savia, el alimento) en el vientre de la madre. En el cuadro se sintetiza perfectamente la visión de Miguel: hombre enraizado en la tierra, simbolizado en las alpargatas; y hombre de intelecto creativo y de valor poético que transciende en el tiempo , en su cabeza. Por eso aparece protegida la cabeza, como un tesoro que se quiere resguardar.
Pero volviendo a la pirámide, está colocada entre la tierra y el firmamento, representando la escalera que le llevará al más allá; que le subirá al cielo estrellado de los poetas y será reconocido como otro faraón de las letras cuando atraviese la puerta piramidal que aparece entre las nubes.
Juan Antonio Urbano

domingo, 6 de septiembre de 2015

INTELECTUALISMO PALMERIANO, por Ángela Galdón

(Ángela Galdón con Palmeral, el día de la inauguración. Foto de Fernando Mateo)


INTELECTUALISMO PALMERIANO
Por ÁNGELA GALDÓN
Queridos lectores.
     Hablar de Ramón Palmeral y de su arte innato y polifacético, para mí, además de ser un honor es una tarea fácil.
     Si por el contrario, lo que se me pide, es que hable de su INTELECTUALISMO, se me hace difícil la tarea, ya que ni soy una persona intelectual, ni estoy capacitada para hacerlo como Crítica de Arte.
     Por lo tanto, voy a dejaros mi opinión, tan sólo basándome en mi sentir poético y pictórico cuando observo su pintura, que al fin y al cabo, es de lo que se trata cuando hablamos de lo que puede transmitir lo que hay delante de nuestros ojos.
       En ese mare magnum de imágenes y color, se adivina una mente creadora e innovadora, que huye totalmente de la vulgaridad, para irse por los caminos de la originalidad y el capricho del buen colorista.
      Su alma de poeta, es como el rayo que no cesa, cuando coge los pinceles y acaricia sus lienzos. Para Palmeral, no hay medida cromática, ni ajustadas veladuras. Él plasma sus ideas oníricas y su soñar despierto, en cada trazo, en cada objeto o personaje que inmortaliza y en el conjunto de ese aborigen pictórico, logra una obra atractiva y que no deja a nadie indiferente.
      Sus pimientos y tomates, ya forman parte intrínseca de sus obras y quedarán, en la posteridad como obras “Palmerianas”, para que cada espectador, cocine a su gusto con ellos, sus pistos y asados poéticos, que van más allá de lo que pueden representar en sí mismos como plasmaba Dalí sus relojes y elefantes de patas inmensamente largas y delgadas.
     Eso debe ser el arte vanguardista. Un compendio de imaginación y atractivo para que cada uno, interprete la obra que ve por sí mismo y entre en ese juego mágico de la plástica y el color.
     Y por aquello que ya conocemos todos, de que lo bueno si es breve, es dos veces bueno. He dejado otras florituras para colegas más eruditos que yo, en este menester de las técnicas academicistas.
     Gracias a Palmeral, por dejarnos su arte como testigo de vida.

Ángela Galdón Griñán. 6/09/1015. Alicante.