Página de pintura y artes. Artista plástico alicantino de vanguardia.Pintor nacido en Piedrabuena. Arte en Alicante. Arte Contemporáneo. Interiorismo, decoración.Videoartista. Fotógrafo. Venta de obras de este autor. Página de interés para diseñadores y coleccionistas. Mas que pintor me considero investigador plástico Contacto: ramon.palmeral@gmail.com. La mayor sadisfacción que tengo al pintar es que después de muerto alguien mirará mis cuadros.
Más
de un 60% de la compraventa anual de arte en España se produce en Arco.
La feria tiene la fidelidad de un potente grupo de coleccionistas
latinoamericanos y nacionales
De
izquierda a derecha y de arriba abajo: Jaime Sordo, Patricia Phelps de
Cisneros, Josep María Civit, Elena Foster Ochoa, Ernesto Ventós, Helga
de Alvear, Jorge Pérez, María Asunción Aramburuzabala, Eduardo
Constantini, Aníbal Jozami.
Desde que Arco
abrió sus puertas en 1982, la idea de negocio ha estado clara entre sus
organizadores, por más que la etiqueta de evento cultural haya sido la
que más ha calado entre el público más fiel. Organizadores, galeristas
y artistas participan con el legítimo objetivo de vender su obra y,
cuanto más, mejor. De hecho, las ventas de obras de arte contemporáneo
que se realizan en España a lo largo del año tienen en Arco su mejor
punto de venta. El informe de la especialista Clare McAndrew para la
Fundación Arte y Mecenazgo del pasado año aseguraba que más del 60% de
las operaciones se realiza durante la feria, un dato que comparten los
responsables de Ifema.
Para mantener o aumentar ese porcentaje, Arco no duda en destinar una
gran parte de su presupuesto a atraer al máximo de compradores posibles.
El pasado año, de 4,5 millones de euros, se destinó cerca de 1,5 para
invitar a 300 grandes coleccionistas de todo el mundo. Este año son 250.
Ese grupo de vips que los galeristas persiguen recorren los
pabellones de Arco los dos días anteriores de su apertura al público,
realizan visitas privadas a las galerías y museos y son agasajados en
los mejores restaurantes de Madrid. La organización se ocupa de sus
billetes de avión y estancia en hoteles. Los galeristas habituados a
viajar por las principales ferias del mundo (Basilea, Colonia, París, Maco, Bogotá o Buenos Aires)
dan fe de que casi siempre son los mismos personajes. Estos Médicis del
siglo XXI se conocen entre ellos y muchas veces compiten en las
subastas por las mismas piezas.
En lo alto de la pirámide se encuentra un pequeño grupo de nombres
que nunca se sabe si finalmente aparecerán o no. Sus agendas y la
seguridad pueden desbaratar sus planes, aunque siempre pueden contar con
un equipo de expertos que actúen en su nombre. Aquí se puede hablar del
ruso Román Abramóvich, el estadounidense Paul Allen (cofundador de Microsoft), los emperadores del lujo Hélène y Bernard Arnault, los reyes de los casinos Stephen y Elaine Wynn o la exjequesa de Qatar Sheikha Mozah bin Nasser.
Más de carne y hueso y con presencia casi asegurada son los influyentes directores de museos como el MOMA, el Pompidou o la Tate,
junto a poderosos comisarios como Estrellita Brodsky y coleccionistas
europeos como Patricia Sandretto y Francesca Thyssen, dos habituales de
la feria.
Pero en Arco, a diferencia de otras ferias, hay un potente grupo de
latinoamericanos que, junto a los españoles, forman un importantísimo
conjunto de compradores. Como en toda selección, la lista podría ser
mucho más amplia, pero todos los que están son indiscutibles adictos al
arte. Latinoamericanos
Patricia Phelps de Cisneros,
casada con el empresario venezolano Gustavo Cisneros, uno de los
hombres más poderosos de Latinoamérica (su fortuna ronda los 4.200
millones de dólares), lleva más de 30 años dedicada al coleccionismo y
mecenazgo. Ocupa el lugar 21º en la lista de los más poderosos del mundo
del arte, según Art Review. Es patrona del MOMA, de la Tate y del Reina Sofía, donde tiene depositadas 30 obras maestras.
María Asunción Aramburuzabala
(1963, Ciudad de México), nieta de inmigrantes españoles que hicieron
fortuna con la cerveza, es hija de Pablo Aramburuzabala, número 6 de la
lista Forbes de los mexicanos más ricos en 2015 y el 265 a escala
global. Presidenta y directora general del fondo de inversión Tresalia
Capital, es dueña de una gran fortuna. En 2012 figuraba en la lista de
los 200 mayores coleccionistas del mundo de la revista ArtNews. Se sabe poco de sus gustos, pero entre sus favoritos están Takashi Murakami, Christopher Wool y Paul McCarthy.
Aníbal Jozami.
Aníbal Jozami
(Buenos Aires, 1949), sociólogo y empresario. Junto a su esposa, la
periodista brasileña Marlise Ilhesca, son dueños de una colección en la
que los nombres internacionales se suman a los de los artistas del Cono
Sur. En 2014 mostraron en el Lázaro Galdiano 90 obras de autores como
Antonio Berni, Luis Felipe Noé o Luis Seoane, Christian Boltanski, Ana
Mendieta, Leandro Erlich y Tunga. Los Jozami compran guiados
exclusivamente por su gusto personal. “Nos gusta visitar los estudios de
los artistas, pero solemos comprar en galerías y ferias y muy pocas
veces en subastas. Jamás gastaríamos esos disparates de dinero que se
ven en los noticieros”, aseguran.
Jorge Pérez
(Buenos Aires, 1949), hijo de padres cubanos, vivió en Colombia antes
de mudarse a Miami en 1968. Multimillonario gracias a sus negocios
inmobiliarios, a los 20 años inició una colección de arte con nombres
como los de Roberto Matta, Diego Rivera, Wifredo Lam y Joaquín
Torres-García y desde entonces no ha parado de comprar. Una parte de su
inmensa colección, 110 obras, forma parte de la colección permanente del
Perez Art Museum Miami desde 2013. El pasado año confesó haber comprado
en Arco obras de Luis Gordillo, Almudena Lobera, Rubén Guerrero, Julião
Sarmento, Catarina Diaz, Ernesto Neto, Rafael Lozano-Hemmer, Gonzalo
Lebrija, Mario García Torres y Jorge Méndez Blake.
Eduardo Costantini
(1946, Buenos Aires), empresario y agente de Bolsa, en 2001 creó el
MALBA, uno de los museos de arte contemporáneo más bellos del mundo,
donde se expone una gran parte de su colección, 500 obras, de
latinoamericanos del siglo XX. Comprador habitual en subastas y ferias,
colabora con otros espacios museísticos para difundir la obra de los
artistas americanos. ESPAÑOLES
Helga de Alvear
(Kirn/Nahe, Alemania, 1936) es una de las galeristas más importantes
del mundo y una de las coleccionistas de arte contemporáneo más
relevantes. Su nombre es uno de los pocos españoles que aparece en la
lista de ArtNews como una de las más influyentes. Clienta
habitual de las galerías europeas y de Arco, en su colección figuran
grandes nombres de la creación más innovadora: Helena Almeida, Elena
Asins, Francis Alÿs, Olafur Eliasson, Jeff Wall, Thomas Hirschhorn o Ai
Weiwei.
Ernesto Ventós
(Barcelona, 1945), empresario perfumista, inició hace 40 años una
colección en la que lo importante eran las sugerencias olfativas. Es
dueño de la colección olorVISUAL, con obras de Jannis Kounellis, James
Claro, Oleg Dou, Manel Armengol y David Ymbernon, entre otros muchos.
Josep Maria Civit
(Montblanc, Tarragona, 1947), diseñador, asegura que no colecciona
obras sino formas de pensar. Eso sí, todas las piezas tienen que
sobresalir por su belleza. En Palamós guarda un millar de obras en las
que el arte conceptual tiene un gran protagonismo. Y además, no se priva
de los grandes nombres: Damien Hirst, Pierre Gonnord, Joana
Vasconcelos, João Louro, Franz West, Liliana Porter, Susy Gómez, Otto
Zitko, Joan Brossa, Ana Laura Aláez, Jeff Koons, Carmela García o Per
Barclay.
Jaime Sordo
(Santander, 1945). El empresario es representativo del coleccionista
medio español que asiste a Arco y gasta unos 40.000 euros. Presidente de
9915, asociación que agrupa a 62 coleccionistas, inició su serie en los
setenta. Hoy tiene unas 300 obras. Primero de la Escuela de París y los
informalistas. Después fotografía y ahora instalación. Guarda su tesoro
en su casa de Villaescusa a la espera de poder contemplar juntas todas
sus adquisiciones en un museo.
Elena Foster Ochoa
(Ourense, 1958), editora, comisaria y fundadora de Ivorypress, es una
de las coleccionistas más activas en el mercado internacional. Premio
Iberoamericano de Mecenazgo en Arte 2016, junto a su marido, el
arquitecto Norman Foster, realiza un importante trabajo a favor de la
promoción de los artistas españoles en foros internacionales.
Elena Ochoa Foster es editora, comisaria y fundadora de Ivorypress,
una iniciativa privada que desarrolla su actividad internacional en la
edición y comisariado de arte contemporáneo y que comprende una galería
de arte, una editorial especializada en libros de artista y una librería
especializada en libros de fotografía, arquitectura y arte
contemporáneo. Además, Ivorypress realiza proyectos audiovisuales, de
comisariado en instituciones como el Victoria & Albert Museum
(Londres, RU), Venice Biennale (Venecia, Italia), Somerset House
(Londres, RU) o la Fundación El Greco (Toledo, España) y apoya con su
patronazgo programas educativos. La editorial Ivorypress, fundada en
1996, crea y produce de libros de Artista. Dirige el proyecto C Photo,
destinado a promover la fotografía a través de publicaciones,
exposiciones y apoyo académico e institucional. Igualmente, Ivorypress
ha creado la Cátedra de Arte Contemporáneo de la Universidad de Oxford.
Ivorypress nace en Londres en 1996, fundada por Elena Ochoa
Foster como una editorial especializada en libros de artista.
Actualmente, Ivorypress en Madrid desarrolla una actividad internacional
relacionada con el arte contemporáneo en áreas de comisariado de
exposiciones, espacio expositivo, librería especializada, consultoría de
arte contemporáneo, proyectos editoriales, producción audiovisual y
programas educativos.
Retrato a Lápiz en cartulina de 30 x 21 por el pintor Ramón Palmeral, Alicante
Estrellita Brosky es un personaje muy importante en el mundo del arte
New York, Nueva York
Lápiz sobre lámina de papel de 30 x 21 cm, por el retratista Ramón Palmeral
“Lo que busco es una conexión humana”: Estrellita Brodsky
Estrellita
Brodsky, filántropa, coleccionista y una de las grandes divulgadoras
del arte latinoamericano a nivel internacional, comparte sus reflexiones
en torno al mundo del arte y la vida misma. Fotos: Daniel y Estrellita Brodsky Family Foundation
Toc, toc. Estoy llamando a Another Space —sólo
por cita— y, de pronto, me abre la puerta la coleccionista y filántropa
Estrellita B. Brodsky, doctora en Historia del Arte, cofundadora con su
marido de la Daniel and Estrellita Brodsky Family Foundation,
académica, comisaria independiente, asesora del Consejo Internacional
del MoMA, miembro de la Junta de Fondos de Adquisición de Arte
Lationamericano y del Caribe, patrocinadora de una curaduría en
exclusiva sobre arte latinoamericano del MoMA, de otra similar en la
Tate Modern de Londres y una tercera en el Metropolitan Museum de Nueva
York… En definitiva: una leyenda. Naciste en Nueva York, pero eres hija de emigrantes…
Mi padre se fue de Europa a Uruguay y allí conoció a mi madre, luego
vinieron a Nueva York en el año 45 y, cuando volvieron a Uruguay, mi
madre decidió que no quería vivir allí y pensaron en ir a Europa,
pero acababa de terminar la guerra. Tras una segunda estancia, Manhattan
se convirtió en su domicilio definitivo. Nosotras nacimos y crecimos
en Nueva York, pero siempre viajando a Venezuela por negocios de mi
padre y también visitando a la familia de Uruguay de mi madre. Yo
crecí hablando en español y aunque estudié en Sarah Lawrence, en
Princeton, con un nivel muy alto, por entonces aún se desconocía casi
por completo la cultura latinoamericana. ¿Qué relación tenías con el arte?
En términos de cultura mis padres eran muy sensibles. Mi madre venía
de una casa muy internacional, viajaba mucho a Europa; eran gente que
conocía los grandes museos y muchas grandes colecciones. Tenía tíos
que eran embajadores y coleccionaban. Mi padre venía de una familia
judía bastante diferente; también coleccionaban, pero no grandes
obras, aunque es verdad que había ese interés por la cultura. Mi
familia está también muy dedicada a la educación, mis tres hermanas
están muy involucradas con Latinoamérica, mi hermana mayor Jackie es
CEO de Casita María y mi hermana Marta trabajó para The America
Society y The Hispanic Society. Todas nos sentimos orgullosas de ser
latinoamericanas. Tú quisiste ser artista
Sí, me gustaba el arte, fue parte de mi formación; pero no era una
gran artista. Decidí estudiar Historia del Arte y empezar a
coleccionar.
¿Hay amor en el conocimiento?
Para mí primero fue mi familia: crié a mis hijos y, cuando aún eran
pequeños, me fui a la escuela para sacar mi maestría; ahora, de
adultos, se acuerdan de mí siempre estudiando. Hice la maestría sobre
Gustave Caillebotte, un artista impresionista que fue coleccionista y un
gran mecenas que hizo una donación muy importante al Museo d’Orsay. De
ahí me fui a trabajar al Museo del Barrio para ayudar con una
exposición sobre los Taínos [habitantes precolombinos de las Bahamas,
las Antillas Mayores y el norte de las Antillas Menores] y, finalmente,
me quedé vinculada al Museo, ayudándoles a recaudar fondos.
(De ayudar con una exposición, pasó a ser chairman, iniciando la
tradición de una gala anual; cuando dejó el Museo en 2003, la gala
recaudaba una media de medio millón de dólares según publicó The New
York Times). ¿Tu gran motivación ha sido contar Latinoamérica?
¡Desde la profundidad! Hay tantas historias que no se han contado aún.
Me interesa mucho el arte geométrico desde un enfoque artístico, pero
también su lado político; entender de dónde vienen las obras y por
qué el artista las ha hecho, como el pop art, que surgió como una
reacción a la política del momento. ¿Cómo empezó tu fascinación por el arte Latinoamericano?
Empecé con el Museo del Barrio, que va a tener una posición muy
importante con Patrick Charpenel. Fue en este museo donde me di cuenta
de que no conocía suficientemente las raíces de esta cultura y por eso
empecé mi doctorado, para tener una educación más profunda del arte
latinoamericano. Ese paso fue muy importante para mí, dedicarme a mi
doctorado. Después vino la vinculación con el Museo de Arte Moderno
(MoMA).
La Tate ha llevado a la sala de turbinas a
dos artistas latinoamericanos: Doris Salcedo y Abraham Cruzvillegas.
Algo ha cambiado radicalmente en dos décadas con respecto al arte
latinoamericano…
Eso es importante, pero aún lo son más las adquisiciones. Tiqui
Atencio, otra coleccionista y mecenas, fundó el grupo de adquisiciones
de arte latinoamericano en la Tate. A través de los fondos donados por
los miembros del comité del que formo parte se han ido adquiriendo
piezas de una forma muy inteligente, lo que ha permitido estudiar de
manera individual la obra de algunos artistas muy importantes, como
Camargo o Gego, que se han adquirido a través de este comité de
adquisiciones.
Tu marido es el presidente del Met
Sí, es el Chairman of the Board. Pero mi interés está en el arte
latinoamericano y en que tenga más presencia en los sectores de arte
moderno y contemporáneo de este museo, porque es único en cuanto al
acervo artístico internacional en todos los periodos de la historia del
arte. Hacer dialogar el arte latinoamericano con esas obras es un
privilegio… Pienso que como mecenas podemos dar más o menos dinero,
pero para que el proyecto sea exitoso, el apoyo tiene que venir desde la
institución, desde dentro; esto lo aprendí en Harvard con el David
Rockefeller Center for Latin American Studies. Para promover la cultura
latinoamericana nos pareció siempre que lo más acertado era tener un
curador dentro.
«SI IGNORAMOS LA HISTORIA ENTONCES NO APRENDEREMOS
DE ELLA Y ESO ES LO QUE ESTÁ OCURRIENDO EN ESTADOS
UNIDOS. DEBEMOS APRENDER DEL PASADO PARA NO
COMETER LOS MISMOS ERRORES»
Estrellita Brodsky
Tienes en marcha un nuevo proyecto con el Metropolitam Museum
Empezamos con la iniciativa del curador. Cuando hablé con el museo
insistí en que lo más importante para mí son las adquisiciones.
Monté un grupo de coleccionistas muy dedicados, con la misma pasión
que yo, y comenzamos esta iniciativa latinoamericana con un grupo como
de diez personas. Ahora vamos a ir a Los Ángeles para ver qué están
haciendo ahí. La idea es tener un grupo internacional que ayude a
estimular tanto las exposiciones en el Met como las de otros museos,
para que el arte latinoamericano tenga un enfoque más global. Creo que
las adquisiciones son muy importantes, ya que si son buenas se pueden
organizar exposiciones de altura. Como la de Lygia Pape
Exacto. La primera exposición latinoamericana individual de una mujer
en el Metropolitan. Estamos muy orgullosos, hizo un trabajo precioso. Y
eso es lo importante, seguir impulsando las adquisiciones y por eso
hemos creado este grupo de coleccionistas muy involucrados, que apoyan
adquisiciones y exposiciones de arte latinoamericano. Esto existía en
el MoMA y en la Tate, pero no en el Metropolitan. Y también crece el
número de personas que está pensando en legar colecciones y esto
también es muy importante. ¿Como ser humano de qué te salva el arte?
Lo lindo del arte es la gente que he conocido a través del arte: las
amigas, los artistas… Me encanta hablar y compartir con ellos. Con los
artistas siempre hay algo en común, son interesantes, nos interesan los
mismos temas. Y está también la parte política y social, como
mejorar la humanidad a través del arte. ¿Es un lugar donde ser tu misma?
Lo que busco es una conexión humana. Y trabajar en conseguir un mundo
mejor. Educar, proteger el arte, la cultura anterior. Hablo mucho de eso
en Venezuela, tengo mucha relación con el país y la próxima cosa que
quiero hacer en Nueva York es intentar que la relación con Venezuela
sea aún mayor. Que la gente sepa qué es lo que está ocurriendo. He
hecho exposiciones desde una perspectiva personal relacionando el arte
con temas políticos, hablando de cuál es nuestra responsabilidad como
seres humanos en la preservación del arte. ¿Qué quieres hacer en Another Space?
Traer el arte a nivel humano. Los museos son muy grandes y cuesta mucho
verlos enteros; con este espacio he querido crear algo más pequeño y
privado, una relación de uno a uno con la obra de arte. Así la gente
puede venir y verse reflejada en las obras de una forma más íntima.
Ofrecer un sitio para que los artistas expongan, lo que de otra manera
no podrían estar en Nueva York. También dar becas. Te puede interesar: Los caprichos de Goya, la exposición más irreverente llega a México Aquí buscas la interacción con los artistas, con la gente de la calle…
Con todos; un poco menos con la gente de la calle, ya que no es
comercial. Los estudiantes son muy importantes y tengo un grupo que
viene a menudo con los profesores. Los galeristas también vienen, pero
no hay nada interesante para ellos; ven cosas nuevas, pero nada está a
la venta. Ahora las obras que ves aquí son algunas de mis obras,
mezcladas con préstamos de instituciones. ¿Qué piensas de que las grandes casas de subastas ya no hagan subastas exclusivas de arte latinoamericano?
Es el momento. Hay veces que es necesaria esa separación porque de otra
manera el público no entiende. Ahora, la gente reconoce estas obras
por lo que son y quienes las hicieron. Si se hubiera hecho antes esta
inclusión no hubiera funcionado por ser demasiado superficial, ahora es
el momento. Para los curadores es lo mismo, por eso necesitamos
curadores latinoamericanos, igual que necesitaríamos curadores chinos
para una exposición de arte chino, porque la gente no entiende en
profundidad lo que ocurre en esos países. ¿Queda aún mucho por hacer?
Es muy importante mostrar apoyo para México con toda la gente de
Estados Unidos que no entiende nada de la cultura del país, aunque los
artistas de México fueron muy influyentes en los artistas de Estados
Unidos. En Nueva York hay un grupo muy grande que ama y apoya el arte
latinoamericano a través de becas y también publicando nuevos
estudios. Por eso este espacio es también un lugar de encuentro para
conversar entre artistas de Latinoamérica y las personas que les apoyan
y siguen desde aquí. Pero al coger un libro de historia del arte la
perspectiva siempre es desde los países del Norte hacía los del Sur y
eso tiene que cambiar. ¿Cómo encuentras hoy la escena cultural en Estados Unidos ? ¿Qué crees que nos puede enseñar el arte?
Hay que aprender de la Historia. Destrozar instituciones culturales,
generar odio… Estas cosas afectan al arte del país, como ha ocurrido en
Argentina y ocurre en Venezuela. Si ignoramos la historia entonces no
aprendemos de ella y eso es lo que está ocurriendo aquí, en Estados
Unidos. Debemos de aprender del pasado para no cometer los mismos
errores.
Una
de las obras de Julio Le Parc que forma parte de la retrospectiva
curada por Estrellita Brodsky en el PAMM, que ahora va a Sao Paulo.
Una nueva mirada sobre el apóstol del arte cinético: Julio Le Parc
Estrellita Brodsky hizo la curaduría de la retrospectiva Juio Le Parc:
Form into Action en el Perez Art Museum Miami sobre este gurú del arte
cinético. «Ahora vamos a Sao Paulo con esta exposición. Él es muy
interesante, yo quería que la gente entendiera su arte, que se ha
mostrado en Europa, pero siempre de una manera superficial. La
exposición es muy interactiva y también tiene una parte muy política,
de cambiar el mundo: “Nada es estable y todo es posible” es un lema muy
político. Lo que él hizo en los años 60 fue tan innovador y moderno…
Él habla mucho de la política e incluso trabajó en Estados Unidos;
Donald Judd le dijo que se olvidara de Estados Unidos y eso fue lo que
hizo».
Otro.
...........................................
Retrato a lápiz de Estrellida Brodsky por Palmeral
Egipto y su primavera árabe, por Palmeral pintor, España)
Libia, primavera árabe, por Palmeral, pintor español
Siria, primavera árabe, por Palmeral, pintor español
Túnez y su primacera árabe. No se pudieron exponer en Casa Mediterraneo de Alicante.
Los cuadros representas los colores de las banderas de Egipto, Linia, Siria y Túnez. Óleos sobre lienzos de 90 x 72 centímetros. Se expusieron en la sala de Cultura de Petrel (Alicante)
Video de la exposición en Petrel (Alicante) en febrero de 2013. Lote de 4 cuadros por
Ver más en el portal de NUEVO IMPULSO
Exposición en la Sala de Cultura de Petrer (Alicante)
correo: ramon.palmeral@gmail.com
El lote de los 4 cuadros al óleo de 90 x 72 cm, 3.000 €, cada uno.
Reside en Alicante, es socio de honor de Espejo de Alicante y miembro de la Asociación de Artistas Alicantinos
"Las Meninas" (Representación conceptual de España)
La obra "Las Meninas" representa a España, por el color de rojo y el gualda, la parte negra es la España Negra y subterránea o submarina que guardamos en nuestra historia.
Bienal de Arte en Casa Mediterráneo de Alicante. Se prometió en 4 de abril de 2019 en le IV Encuentro Internacional del Arte Mediterráneo, pero no se ha realizado hasta el momento y estamos en mayo de 2023.
Se dijo: "El director de la institución diplomática (Javier Hergueta) ha aprovechado la ocasión para
anunciar la intención de poner en marcha en Alicante próximamente una
Bienal de Arte del Mediterráneo con el propósito de llenar un vacío
existente en este ámbito y crear un vínculo perdurable entre la
provincia y el mundo del arte".
Por Institución de Arte se define una Escuela, una
Universidad, una Asociación o un taller de enseñanza personalizada,
donde un artista puede enseñar y/o obtener una capacitación profesional.
Esta categoría, permite unir artistas que han capacitado o estudiado,
dentro de la misma institución artística.
Coleccionista y promotora de Torres-García, de la diáspora oriental.
Compartir esta noticia
viernes, 02 octubre 2015 EL PAÍS
Retrato a lápiz de Estrellita Brodsky
Retrato a lápiz de Estrellia Brodsky , por Palmeral
Estrellita Brodsky
POR LA forma en
la que habla y se viste podría haber dejado Montevideo hace dos días,
pero Estrellita Brodsky es la mitad de la que posiblemente sea el power
couple más influyente del arte en Nueva York. Su marido, Daniel Brodsky,
es el presidente del Directorio del Metropolitan Museum of Art (Met) de
Nueva York. Estrellita está en el comité de adquisiciones del Museo de Arte
Moderno de Nueva York (MoMA), y del Tate de Londres. Ambos son, además,
grandes coleccionistas, y han financiado las posiciones curatoriales
recientes del Met, en arquitectura y arte latinoamericano, que llevan
sus nombres. Según cuentan en el ambiente, Estrellita fue un estímulo
determinante en la muestra de Torres-García del MoMA (que incluye obra
de su colección privada), y en un castellano perfecto, entre rioplatense
y neutro, conversó sobre el arte uruguayo en la Gran Manzana.
—¿Cómo es la conexión uruguaya?
—Mi mamá nació en una familia
muy instalada en el Uruguay, eran cinco hermanos. Su abuelo había sido
el presidente Juan Idiarte Borda, a quien asesinaron. Mi papá nació en
Europa pero se fue solo a Venezuela. Encontró allí una sociedad mucho
más abierta y quiso mucho a su país adoptivo. Pero cuando se casaron
Uruguay estaba muy desarrollado y mi mamá no quiso ni pensar en mudarse a
Venezuela. Como mi papá no quiso venir a Uruguay, se establecieron en
Nueva York. Allí nacimos las tres hermanas, pero siempre con un pie en
cada mundo, visitando seguido Montevideo y Caracas porque las conexiones
familiares y culturales eran muy fuertes. La gente en EE.UU. no
entendía nada….
—¿Por qué?
—Uruguay era la pequeña Suiza, y
Venezuela en los ´50 y ´60 era el boom total del Modernismo y la
esperanza, algo totalmente distinto de lo que la mayor parte de la gente
asociaba a América Latina. En esa época no había en EE.UU. dónde
estudiar arte latinoamericano, que era lo que a mi me gustó desde
siempre. Hice cursos de literatura latinoamericana y luego mi maestría
en arte europeo. Cuando mis hijos fueron más grandes fui a trabajar al
Museo del Barrio, que en ese momento se estaba ampliando, para hacerlo
más inclusivo del arte de toda latinoamérica. Ayudé a armar una
exposición sobre el arte de los taínos, los precolombinos del Caribe que
nadie tenía idea de su existencia. Me di cuenta de que necesitaban
recursos, me hice parte de su directorio y luego su co-presidenta.
Cuando los chicos fueron más grandes lo dejé para dedicarme a mi pasión,
el estudio del arte latinoamericano, y completé mi doctorado en la
Universidad de Nueva York.
—¿Y por qué el MoMA se decidió finalmente a hacer la muestra de Torres García?
—No puedo hablar por el museo.
Es muy complicada la manera en la que llegan a tomar sus decisiones,
pero sin duda es un reconocimiento merecido. Poco a poco, o mejor dicho
poco a largo, la colección latinoamericana se ha ido ampliando y se fue
tomando cada vez más conciencia del rol de Torres-García, no solo en
Uruguay y latinoamérica, sino en el plano internacional.
—¿Pero no es un escándalo que esto no se haya hecho décadas atrás?
—Quien sabe, hay tantos
maestros... pienso en Mondrian por ejemplo, y no se cuando fue su última
gran exposición. Todo no se puede, y hay que valorar este momento tan
especial.
—¿Esta muestra afectará al arte uruguayo más allá de Torres-García?
—Va a ser un comienzo.
Conociendo a Luis (Pérez-Oramas) se que va a ser un trabajo de enorme
profundidad y que va a abrir el discurso.
—¿Algún artista uruguayo del momento que le interese?
—Me dicen que en la Bienal de
Venecia, donde Marco Maggi estuvo como representante, Uruguay tuvo uno
de los pabellones más interesantes, con un trabajo como se debe.
—¿Qué le parece el catálogo online de la obra de Joaquín Torres-García? (Montevideo 1874-1949)
—Es fundamental. Cuando yo hice
mi doctorado lo más difícil resultaba encontrar información sobre las
distintas obras, y esto está ahora disponible online. Con un nivel de
investigación increíble. A los historiadores del arte les gusta poner
todo en categorías muy claras, y esto va a demostrar lo difícil que es,
como bien dijeron en su presentación. Porque Torres-García fue un
artista sumamente prolífico, y así las obras estarán bien documentadas,
se podrá saber de dónde vienen.
ENTENDER EL ARTE A FONDO
El encuentro con Estrellita es
en un suntuoso hotel sobre Hyde Park. Entre las turistas rusas, árabes y
europeas que ocupan con todos los brillos imaginables el bar, ella se
destaca por un simple pantalón beige con camisa blanca y la preocupación
eterna en Londres de no haber traído el impermeable. Es tremendamente
simpática y cuenta que conoce desde hace mucho al pintor argentino Julio Le Parc, ya que sobre su obra se basó su doctorado, pero aclara que
entonces “yo era muy joven y ahora yo soy muy grande pero él sigue
igual”. Pero aunque estuvo por un par de días con el artista argentino
en París para organizar una muestra de su obra en Miami, en Londres está
apenas por una noche y no hay tiempo que perder: tiene una reunión
cumbre del poderosísimo comité de compras del Tate, institución para la
cual también financió el puesto de curador de arte latinoamericano, y le
gusta estar muy alerta. “Los coleccionistas latinoamericanos sí conocen
mucho a los artistas de sus países que a veces no son tan evidentes
para los curadores no especializados de los museos grandes, y para mi es
una gran experiencia de aprendizaje”, subraya.
—Usted es una mezcla rara de
coleccionista, mecenas, curadora y académica. Con tantos sombreros,
¿cómo elige una obra para comprar para sí, o para un museo?
—En todos mis diferentes
sombreros, en esta cosa casi esquizofrénica que tengo, siempre pienso
que es importante entender el arte a fondo. Obviamente me tiene que
gustar primero la obra, me tiene que decir algo, y en eso juega la
intuición. De hecho, muchas veces discutí con otros curadores porque no
les convencía cuando yo insistía con la compra de alguien poco conocido,
y cinco años después se había convertido en un artista muy importante.
Pero hay que comprar pensando en que uno se va a quedar un largo tiempo
con esa obra, y no en si se va a valorizar o no. Al principio yo no
compraba artistas vivos porque uno nunca sabe a dónde van. Pero siempre
estudié bien de dónde vienen y cómo surge su obra, es la parte de
investigación que hay que sumar a la intuición.
—¿Sus hijos heredaron la pasión?
—Mi marido, como presidente del
directorio del Met, tiene un trabajo enorme. Tengo dos hijos varones que
trabajan en desarrollos inmobiliarios con él, y una hija abogada que
trabaja con el tema de derechos humanos en las cárceles, pero a todos
les encanta el arte. A los 12 años, para Navidad o los cumpleaños, les
dejábamos que eligieran alguna obrita como regalo. Hoy me las están
pidiendo en préstamo los grandes museos, así que ¡parece que compramos
muy bien!
—¿Qué obra se le escapó?
—Lo que más he querido tener, lo
que me fascina, es un gran Goya, un Velázquez, un Zurbarán. Obras de
espíritu tan moderno, tan intensas. De cualquier manera están bien para
un museo, pero no sé si sería fácil vivir con ellas. Sí se me escaparon
cosas más pequeñas. Un retrato precioso de Picasso de Marie Therese
Walter, muy voluptuosa; un Torres-García en madera blanca…
—¿Nuevos proyectos?
—Ahora abrí un espacio sin fines
de lucro en Chelsea para presentar en la ciudad otra visión del arte
Latinoamericano. Muchas veces pasa que una exposición viaja a Los
Ángeles, por ejemplo, y es una lástima que vuelva sin mostrarse por
Nueva York. Este año arrancamos con Paulo Bruski, un artista brasileño
conceptual que hace unos libros maravillosos. En Los Angeles tuve una
muy buena curaduría, invitamos al equipo y al artista, que dio una
excelente charla a los alumnos de posgrado del Instituto de Bellas Artes
de la Universidad de Nueva York. Lo que estoy armando es un pequeño
vehículo para difundir ideas, y me gustaría hacer algo con artistas
uruguayos también.
—¿Y cuándo vuelven por Uruguay?
—Mi bisabuela tenía una casa en
La Barra antes del puente, fue muy pionera, y yo tenía un recuerdo
maravilloso de niña. Luego fui de joven con mi hermana y no teníamos
donde quedarnos; terminamos en un cuarto de hotel en un sótano sin
ventana. Cuando salimos a la superficie listas para ir a la playa, hacía
un frío monumental, todo el mundo estaba con abrigos y paraguas…. Fue
bastante distinto a lo que recordaba. Por suerte más adelante volví a
Punta del Este con mis hijos y la pasamos muy bien, así que repetiremos.
............
Enlaces
Picasso
Velázque
Goya
Zurbarán
Madrazo
Palmeral
Poblador
Gastón Castelló