sábado, 14 de noviembre de 2020

Baldomero Romero Ressendi, pintor sevillano, fuera de los común seguidr del estilo de Zuloaga

 Este trabajo esta dedicado al Pintor sevillano Baldomero Romero Ressendi (Sevilla 1922-1977), fue un artista -por la variedad de su obra- que supo plasmar el ambiente andaluz como pocos, en su obra cuenta con retratos de verdadero mérito. Quizá se vió perjudicada su carrera por su desordenada vida, pero esta formó parte de su personalidad.


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Autorretrato

Romero Ressendi, representó el flamenco alternando una visión personal y costumbrista, lienzos como el Baile en la cueva, Patio Andaluz, Escena de baile o Juerga Gitana, representan una temática reconocida como una de las más amables de este extraordinario pintor.

Baldomero Romero Ressendi tuvo una sensible personalidad artística, un expresionista heredero tanto de Goya como de Solana pero sobre todo de Valdés Leal o Zurbarán.

Su estilo de equilibrada composición, dibujo firme, cromatismo oscuro y de profundo contenido,obras surrealistas y hondamente realistas al mismo tiempo,que no resultan indiferentes al espectador.

Su dilatada obra pictórica incluye bodegones, retratos, toros, temas religiosos, gitanos y circenses, distribuida en su mayoría en colecciones privadas.

Espero que la información que he recopilado de este pintor español sea de vuestro interés y contribuya en su divulgación.






Algunas obras


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Romero Ressendi. Autorretrato


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El Papa Negro. El personaje que aparece en este retrato no necesita presentación entre los aficionados, se trata de el extremeño Papa Negro, fundador de la dinastía Bienvenida retratado por Baldomero Romero Ressendi (Sevilla, 1922 - 1977). El cuadro fué pintado como agradecimiento a Manuel Mejías Rapela, amigo del padre del pintor, por haber mediado para obtener el permiso paterno para trasladarse a Madrid donde convivió con la familia Bienvenida, incluso creo que vivió con ellos en Méjico cuando el Papa Negro se llevó allí a sus hijos porque en España, por su corta edad, no les estaba permitido torear.

Del pintor decir que se le consideró en su tiempo paradigma del artista bohemio e innovador, incluso fué excomulgado por el célebre Cardenal Segura (aquel que hizo lo propio con el Ayuntamiento de Los Palacios por permitir el baile agarrado).

Del torero está todo dicho, baste repetir lo que de él escribió Felipe Sassone «De los toros lo sabía todo y no quería, ni sabía, saber otra cosa. Hubiera vuelto a trabajar en cosas del toreo, hubiera zurcido capotes, construido banderillas, acaso hubiera terminado de mozo de estoques». ¡Quién pudiera haberse dado una vueltecita por la casa madrileña de General Mola, 3, verdadera Facultad universitaria del toreo, aunque sólo fuera de oyente!, como Romero Ressendi.


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Las tentaciones de San Jerónimo de Baldomero Romero Ressendi (Sevilla, 20 de enero de 1922 - Madrid, 11 de abril, 1977)

Romero Ressendi fue un pintor español. Se formó en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, donde destacó por su gran talento artístico, aunque fue considerado por algunos de sus profesores como extravagante por su tendencia a salirse de los moldes clásicos convencionales. Coincidió durante su etapa formativa en Sevilla con el pintor natural de Marchena Eufemiano Sánchez, con quien mantendrá una gran amistad a lo largo de su vida.

A partir de 1946 fue adquiriendo fama de pintor escandaloso, algunas se sus obras fueron consideradas por la autoridad religiosa obscenas y faltas de respeto a la moral, aunque siempre gozó de protectores y amigos que le tuvieron en gran consideración.

Su estilo puede encuadrarse dentro del expresionismo. Entre sus obras principales se pueden señalar: El locutorio de San Bernardo, Las tentaciones de San Jerónimo, El Octavo Círculo o El entierro de Cristo.


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Autorretrato de Baldomero Romero Ressendi en su juventud


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El padre del pintor tocando la guitarra española, dibujo. Obra de Baldomero Romero Ressendi


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Retrato de la madre del pintor. . Obra de Baldomero Romero Ressendi  


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Arlequin. Obra de Baldomero Romero Ressendi


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El Zambo. Obra de Baldomero Romero Ressendi


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Francisco vestido de torero. Obra de Baldomero Romero Ressendi


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Los borrachos. Obra de Baldomero Romero Ressendi


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Los Condenados. Obra de Baldomero Romero Ressendi  


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Retrato de Antonio Bienvenida. Obra de Baldomero Romero Ressendi


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De Valle dijo Primo de Rivera que era un insigne artista y un extravagante ciudadano. Al pintor alcalareño Baldomero Romero Ressendi la frase se le queda corta. Porque no hay ninguna que pueda encerrar tanta genialidad, extravagancia, bohemia, malditismo y rebeldía para definir algo tan indefinible como fue el carácter de aquel genial artista. Para muchos el mejor pintor que dio la Sevilla del siglo pasado. Para otros un colaboracionista con el régimen de Franco que le hizo disfrutar del patronazgo del general gallego. En esto, como en todos los blasones que te pinta la envidia, no hay un solo color que sea sincero. Porque, entre la leyenda urbana y la realidad, se cuenta que Romero Ressendi abandonó tras un siroco de los suyos la obra pictórica que se le habría encargado para Cuelgamuros. Y también me asegura un afamado pintor actual que, por otro arrebato marca de la casa, dejó a medio terminar un retrato del señor de los pantanos.

«Fue un pintor inclasificable pero entraba de lleno en el planeta de los extravagantes, rebeldes, malditos, bohemios y geniales»

No se casaba con nadie aunque le imputan 19 hijos, tantos como aquellos patriarcas bíblicos que fundaron sagas antediluvianas. A este genial pintor sevillano solo lo definen sus actos y sus caprichos. Puestos a enumerarlos digamos que odiaba pintar marinas y paisajes, nunca mentía en sus retratos, le gustaba el flamenco y se volvía loco con las flamencas. En la mesilla de noche tenía un libro de anatomía que estudiaba continuamente, hacia yoga, coleccionaba piedras y fósiles, le gustaba limpiar a diario las cincuenta jaulas de pájaros que tenía en su casa, entraba a pintar en el estudio a las siete de la mañana y salía a las doce, montaba a caballo y cuando iba a Casa Carreras a comprar pinturas volvía tres días después…Brilla con esplendor en ese panteón de geniales ilustres locales como aquel poeta, ganadero y estrellero que quiso crear toros con los ojos verdes…

«Le encargaron pintar los murales de Cuelgamuros pero no los hizo por no vestirse como le exigían. Los bocetos se guardaron en una cocina de Olivares»

Su cuadro «Los borrachos» huele a vino gordo y cabezudo. «El Cristo yacente» es un brutal alegato a la barbarie de los hombres y al verlo nos duele la sangre derramada. En el retrato del «Papa Negro» nos intimida la pose soberbia del rey de la saga Bienvenida. Y un boceto genial de Balenciaga nos sigue pareciendo el retrato que le pinta a la marquesa de Saltillo.

En «Las Tentaciones de San Jerónimo» no podemos estar más de acuerdo con el cardenal Segura: el buen ermitaño sucumbió al placer de la carne de hembra como refleja el éxtasis de su rostro. Otra cosa es que eso fuera motivo para excomulgar al artista. Que no me lo imagino con el sueño perdido y el alma encogida al conocer la noticia. Dormía poco Ressendi porque se bebió la vida a cada minuto. El anticuario Julio Morales guarda con emoción un dibujo rápido, trazado a la velocidad de vértigo con la que interpretaba el mundo, donde se ve a un tipo con un sombrero con forma de botella. Sus mensajes llevaban siempre la etiqueta negra de los buenos alambiques. Y entre el vino, los flamencos, las flamencas, los delirios de sus personajes y la extravagancia de su rebeldía creó el expresionismo meridional, en una tierra donde las paredes de las casas bien estaban reservadas para los cánones clásicos y los angelitos de mofletes rosados. El arco del triunfo de Ressendi tuvo que tener la amplitud del que se hizo levantar Adriano en Atenas. Porque por allí se pasaba una parada militar si hacía falta. Me cuentan los que accedieron a su círculo mágico que un general de aviación de la época le abrió estudio en el cuartel general de la segunda región aérea, donde se daban cita los artistas más considerados de entonces.

«El cardenal Segura lo excomulgó tras reflexionar sobre el cuadro “Las tentaciones de San Jerónimo” donde el eremita sucumbe al pecado carnal»

Allí pintaban, charlaban, cantaban y le cambiaban el paso a Jhonny Walker al grito de viva la vida loca en oposición al viva la muerte de los centauros del desierto. Antonio Morales, restaurador y anticuario, vio cómo el mercado de obras del genial pintor se convertía en una guerra de copistas. Algunos fueron tan torpes que trataron de falsificar lo que era auténtico, como aquel cuadro donde la firma de Ressendi iba oculta tras el marco y el copista imitó su rúbrica de forma tosca y torpe. El cuadro se titulaba «Mujeres». Tantas tuvo y gozó que, al final de su vida, el caballo viejo, lento y cansado, se echó en manos de soledad. Ella fue su última compañera. Una soledad infinita en la calle melancolía de Madrid donde murió, a los 55 años, de una enfermedad incurable: Ressendi.

El Club Los Leones le encargó a Juan Valdés que se hiciera cargo de trasladar el cadáver. Una serie de complicaciones burocráticas obligaron a Juan a poner tan delicado asunto en manos de un próspero industrial de Los Remedios que se dedicaba a la compra venta de coches y que tenía una colección notable de cuadros del finado. Un hijo de Romero Ressendi le agradeció a Valdés sus desvelos y le regaló la pata de un rinoceronte que utilizaba el pintor a modo de reposa pinceles en su estudio. Solo en la pata de una bestia podían descansar los rojos atormentados de un pintor tan brutal…

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