sábado, 23 de abril de 2011

La obras de arte producen más rentabilidad que las inversiones en Bolsa

Me remito al articulo de Ángel F. Escarzaga, “El arte como negocio”, “Gazeta del Arte, nº 8, 1973 pág23.

“Herbert Lust, famoso coleccionista de pintura moderna y antiguo agente de la Bolsa de Nueva York, dice: “Mi experiencia, ya compartida por muchos otros, es que el dinero invertido en una obra de arte de calidad produce muchísima mayor rentabilidad que la inversión en Bolsa. Hace todavía pocos años el índice de la inflación se mantenía en un 3 por ciento anual, pero en los últimos años ha crecido hasta superar el 8 por ciento, lo que hace muy difícil no digo incrementar, sino simplemente mantener el poder adquisitivo del dinero. Las inversiones más afortunadas en la Bolsa americana han incrementado su valor en un 60 por 100 durante los últimos ocho años, pero las obras de arte lo han hecho en una proporción que oscila entre el 200 al 2000 por 100”.
(Angel F. Escarzaga, “Gazeta del Arte, nº 8, 1973 pág23)

Escarzaga continúa escribiendo:
Existen unas normas que, siendo validad para los coleccionistas que se han hecho ricos en Nueva York o en Londres, habrán de serlo también para los que ahora en España empiezan a darse cuenta de que esto de comprar cuadritos no es ninguna broma. Voy a tratar de resumir los cinco principios, más o menos fundamentales, lo que tengo visto y oído a través de galerías, subastas y a vivistas coleccionistas privados:

1. Nombre Internacional. Cuidado con los favoritos regionales. Es muy importante dejarse de sentimentalismo y adquirir obras de artistas que son o empiezan a ser conocidos a través de las galerías y museos internacionales.

2.- Escasez.- Comprar preferentemente obras de artitas cuya producción es limitada. Picasso fue una excepción que confirma la regla [es autor de dos obras fundamentales en la Historia de Arte: El Guernica, y las señoritas de Avignon]. Gran parte del secreto de respalda el increíble encarecimiento de la obras de surrealistas, como Magritte, Delvaux y Tanguy, residen en la escasez de sus obras.

3.- Estar bien informado. Aprender a desconfiar del gusto propio. La persona que dice “yo no sé una palabra de arte, pero compro lo que me gusta” suele comprar muy mal. Hay que tratar de saber en qué consiste el valor de lo que a uno no acaba de gustarle. En los años 50, Giacometti, Bellmer Y Delvaux resultaban extraños a la mayoría y difícilmente vendibles, y sus precios de entonces se han multiplicado ahora por cien. [Es lógico si entendemos que el Arte Contemporáneo no se hace para gustar, no busca la belleza, sino provocar, crear emociones, hacerse visible en los medios de comunicación, muchas veces a través del escándalo, caso reciente de Miquel Barceló y la famosa Cúpula de Ginebra)

4.- Artistas con personalidad. Evitar comprar las obras de los imitadores o seguidores de determinadas escuela. El artistas que se pagará siempre es el auténtico creador; el de personalidad inconfundible. [Son los que entrarán en la Historia del Arte].

5.- Comprar calidad en lugar de nombre famosos. Esto me parece lo más importante aunque algunos coleccionistas inteligentes todavía no se hayan dado cuenta de que el mercado del arte no es un “mercado de firmas”, sino de obras de arte. Comprar un gran nombre no significa nada si la obra adquirida es mediocre. Las obras maestras de un artitas incrementan su precio cada año, mientras que las obras menores, en el mejro de los casos, no hace sino mantenerse a flote en las corriente inflacionista.

Considero cierto el 5º principio, sin embargo, como comenta Montse Domingo se produce un fenómeno extraño: la fetichización del objeto artístico, ya que a pesar de que sabemos que una obra se valora por encima de otra según lo que se ha pagado por ella, seguimos remitiéndonos a su calidad intrínseca. En otras palabras, la obra ha dejado de ser un valor de uso para convertirse en un valor de cambio. [de culto, de adoración del ídolo, como los objetos personales de famosos como Maikel Jackson que pueden valer verdadera fortunas en subastas).

Sin duda alguna las firmas siempre valen, porque lo que realmente se paga en subastas es el recuadro de la firma. Esto debe saberlo el artista, por ello la obligatoriedad de hacer exposiciones individuales, siempre incómoda, forma parte de galerías, exponer internacionalmente, en la Ferias de Arte y hacerse ver en las revistas de arte, o incluso en videos sobre arte.

Ramón Palmera (Artista plástico)