(Fragmento "Castillo. La fiesta del pan" Sorolla 1912-1913)
"CASTILLA" O "LA FIESTA DEL PAN" de Sorolla
Por José Luis Pajares en Flick
Inicialmente el deseo de Huntington era que Sorolla pintase escenas de los más gloriosos episodios nacionales, un repertorio que reflejase la grandeza imperial de España: descubrimiento de América, etc. pero Sorolla le hizo ver que él no era un pintor de la historia sino de paisajes y paisanajes, como le definió Unamuno. El artista se comprometió en 1911 a realizar la decoración de la sala de lectura del museo en cinco años, «pintada al óleo, de tres metros y medio o tres metros, por setenta metros de largo[...]Los motivos para esta decoración serán tomados por representaciones de la vida actual de España.[...] El precio, abonado cuando sea haga la entrega en Nueva York, será de ciento cincuenta mil dólares». Pero, tal como indica Florencio de Santa Ana «Aunque la oferta económica fue para la época muy estimable, el encargo también lo era. Sorolla debió sopesar mejor esta empresa ya que finalmente tardó ocho años en realizarla, sus condiciones como pintor no estaban de acuerdo con las de muralista. Por otra parte, el pintor se encontraba en el cenit de su actividad artística y continuaba investigando nuevas formulaciones estéticas en el tratamiento de la luz. Si hubiera seguido adelante no podemos precisar qué alturas hubiera alcanzado. Pero la decoración de la Hispanic Society supuso un tapón en su actividad creadora, y en cierta medida, un retroceso, del que escapan algunos cuadros pintados en sus no muy numerosos descansos».
Algunas obras de esta sala de lectura, entre ellas esta Fiesta del pan, están lejos de esas composiciones espontáneas y luminosas de los mejores Sorolla. Aparte de recurrir a referencias fotográficas, el pintor realizó, sólo para este lienzo, más de veinte estudios preparatorios a tamaño natural. A ello hay que añadir otros más pequeños de paisajes para el fondo e interminables dibujos y guaches para la composición. Tanto en The Hispainc Society como en el Museo Sorolla de Madrid se conservan más de trescientos estudios y bocetos para este lienzo; las grandes dimensiones del cuadro contribuyeron a que la composición fuese demasiado escenográfica, personajes y fondo están dispuestos casi teatralmente, cada detalle fue planeado mediante collages y montajes, algunos de ellos fotográficos; se suele desconocer la afición de Sorolla por la fotografía, un valioso medio que en esa época estaba floreciendo y que este artista supo emplear con talento precursor.
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Sorolla abordó este encargo entre los cincuenta y los sesenta años de edad, esto le exigió constantes viajes y largas estancias en hoteles y posadas de todo el país, fue una hazaña colosal que pudiese terminarlo, ya casi al final de sus días.
Solo en Ávila estuvo pintando en tres ocasiones, la primera en marzo de 1910 recogiendo diversos monumentos como la muralla o San Vicente; en la siguiente, en mayo de 1912, retrató a un buen número de personajes populares: "Tipos de Ávila" y de "Piedrahita", segadores, mujeres del campo, todos ellos con la intención de servir como bocetos de La Fiesta del Pan. Por último en 1913 regresa sólo para pintar la Fuente del Pradillo, que elegiría como motivo principal de esta obra, la más grandiosa que llegó a pintar.