El pintor madrileño Luis Feito, uno de los impulsores del grupo El Paso, falleció el pasado sábado en Madrid a los 91 años [con la misma edad que Picasso] a causa de la covid-19, tal y como informó su familia ayer a través de un comunicado. Nacido en Madrid en 1929, murió en su casa/taller y sus restos mortales fueron incinerados ayer en el tanatorio madrileño de Tres Cantos.

Según destacó el director de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, el grupo El Paso, al que pertenecía Feito, «fue lo mas importante que se produjo en España después de la Guerra Civil» ya que llevó a nuestro país a la «escala internacional».

Luis Feito, junto a Manuel Millares, Antonio Saura, Rafael Canogar, Antonio Suárez, Juana Francés o Pablo Serrano, fue el impulsor del que posteriormente se conocería como grupo El Paso, de gran incidencia en el arte español de finales de los cincuenta y que enseñó al país a comprender el arte abstracto.

El pintor madrileño expuso en todo el mundo y su obra se encuentra repartida entre los grandes museos y fundaciones como la Guggenheim de Nueva York, el Museo de Ateneum de Helsinki, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA), Museo Nacional de Arte Moderno de París (en el Pompidou) o la Galería de Arte Moderno de Roma. Desde 1988 expuso regularmente en España.

Entre los reconocimientos que ha obtenido a lo largo de su carrera, destacan la distinción de Oficial de las Artes y las Letras de Francia en 1985, el de Comendador de la Orden de las Artes y las Letras de Francia en 1993 y la Medalla de Oro de Bellas Artes en 1998. 

     Acrílico, 1961, 32 x 44
 
La franja negra inferior y persiste es una de su características distintivas.

Feito fue un hombre de entrega absoluta a su trabajo. Consciente de que el arte sólo es aquello que uno entrega a cambio de nada cuando se encierra a pintar en el taller. Delicado de formas, exquisito en modales, contundente de gesto, llegó al último codo del camino con la certeza de haber cumplido con el deseo inicial que lo impulsó de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a la vida: "Creo que puedo decir, después de tanto, que soy pintor. Mejor o peor, pero lo soy".

Desde aquellas primeras obras de los años 50, centradas en una pintura lineal de temperatura poscubista, hasta la abstracción que ha conformado el nudo de su trabajo, Feito ha resuelto su conflicto creativo de una manera eminentemente directa, donde la acumulación de materia sorda pesa sobre la tela. "Trabajo de una manera muy espontánea, casi sin ver claro hacia dónde me dirijo", decía hace unos años. "Dejo que el brazo se vaya hacia lo que verdaderamente quiero hacer. Una vez llegado el gesto, analizo y medito. En esta contemplación, si me interesa lo que ha surgido, interpreto lo que me pide ese gesto y lucho por reconducirlo. Esto último tendrá que ver con esa puñetera mentalidad occidental, que pide siempre orden en el espacio".

Si la vida de un hombre se puede cifrar en dos o tres momentos, los de Feito tienen que ver todos con el arte. Con su estancia en el arte: el manifiesto del Paso, la apertura en julio de 1966 del Museo de Arte Abstracto de Cuenca impulsado y financiado por Fernando Zóbel y la gran exposición antológica que le dedicó el Museo Reina Sofía en 2002. Esta muestra desplegó medio siglo de obra, con todas las épocas, con todos los procesos. Los años de Madrid, los de París, los días de Montreal (Canadá) y la estancia en Nueva York. En total, casi cuatro décadas fuera de España. Los juicios de Feito venían impulsados por una voz dulce, pero con puntas de flecha expansivas: "A mí lo único que me interesa es la pintura. Y cuando digo esto, no me refiero a pegar guarrerías en un lienzo, sino a coger colores. Y con eso crear. Mire, con una paleta, unos colores y un pincel se hicieron Las Meninas. El resto, casi todo lo que se hace hoy, tiene muy poco interés".