viernes, 30 de septiembre de 2016

La famia real. Meninas y cuadro del piontor alcoyano Hérctor Lucas.

 

 

 La Familia Real acepta la donación de una versión actual de «Las Meninas»

El pintor alcoyano Héctor Lucas se ha inspirado en Velázquez para efectuar una composición moderna, que presenta a la Princesa de Asturias con 18 años y a él mismo - El cuadro viajará a la Zarzuela tras su exposición en Alcoy

30.09.2016 | 02:19
La Familia Real acepta la donación de una versión actual de «Las Meninas»
Héctor Lucas, alcoyano de 69 años, ha sido estos días el «rey» de la exposición bianual de la Escuela Municipal de Bellas Artes, abierta hasta hoy viernes en el Centro Cultural de Alcoy. Diplomado en Bellas Artes, se ha dedicado profesionalmente a la pintura comercial y, ahora, retirado, coge el pincel por diversión, por afición pura. Así, le surgió la idea de pintar a la Familia Real y una vez listo el cuadro, le escribió y envió unas fotos, ofreciéndolo como obsequio. La respuesta ha sido favorable, por lo que cuando concluya la exposición, viajará a la Zarzuela, donde Felipe VI y su familia dispondrán a su criterio.
«Ahora pinto por gusto en la Escuela de Bellas Artes y hago algunos retratos», explica. Así, en esta muestra figura un «Goya» a su manera, con mil detalles, incluso con el alcoyanísimo Barrranc del Cint. Pero la estrella de la exposición, al fondo, en lugar preferente -el cuadro mide 2,25 x 1,50 metros- es sin duda la Familia Real, inspirada en «Las Meninas», pero con una visión del siglo XXI.
«Me vino la idea a la cabeza y me lo planteé con un reto. Me informé [siempre trabaja con la radio puesta y va apuntando los datos que le interesan] y me puse manos a la obra. Cogí documentación, hice bocetos, siempre pensando en el mundo de "Las Meninas", y efectué la composición, partiendo desde una óptica un tanto surrealista», explica.
En esta composición contemporánea, «la parte central son las niñas, hacia las que se dirige el piso, que es como un tablero de ajedrez. El espacio es el despacho donde trabaja el Rey, al que sólo he cambiado el piso porque la alfombra no me gustaba. También he puesto el retrato de Carlos III, con el que Felipe VI se identifica», señala.
La parte más surrealista de la escena, sin duda alguna, está a la izquierda, donde «han entrado unas burbujas», en las que se puede observar a Leonor, Princesa de Asturias, mirándose al espejo, cumplidos ya los 18 años. Los dibujos de la chaqueta y los pantalones están inspirados en la obra del austríaco Gustav Klimt. Todo ello, bajo la atenta mirada de la hermana Sofía, que se ha «desviado» del retrato oficial, para contemplar la imagen difusa de su hermana ya «adulta». «Las burbujas vienen de la calle y configuran algo momentáneo», efímero, propio del mundo infantil.
Al otro lado, Velázquez/Héctor Lucas está mirando la escena y con el pincel al revés, como reflexionando en torno a su próximo paso. «Por cierto, debajo de las cortinas, junto a Leonor/18 años, hay una serpiente, que las prolonga, y que nos simboliza que la vida no es todo bonito sino que siempre hay problemas». ¡Ah! Y el reloj marca la hora en que nació Leonor, las 13,46 justamente. «Son los datos que voy apuntando», comenta.
Toda la escena se desarrolla entre la sonrisa de los Reyes y la doble presencia de las hijas, sentadas sobre la mesa, en una actitud «de niñas» que observan el trabajo del artista y lo comentan.
Y luego están los detalles. «Por ejemplo, de la manga del Rey sobresale la insignia del Atlético de Madrid, del que es aficionado y el traje de Letizia lleva algunos brillantes -no muchos-, al igual que el pendiente. «He estado todo un año haciéndolo», subraya.
Una vez la obra acabada, «quise cumplir el objetivo que me había fijado que no es otro que la promesa de que si llegaba a hacerlo, se lo regalaba a los Reyes. Así que escribí una carta y envié unas fotografías. La Casa Real me contestó en junio, concretamente el jefe de protocolo, contestándome que estaban contentos y que lo aceptaban», por lo que el cuadro viajará más adelante a la Zarzuela. «Volví a escribir diciendo que hasta que no acabara la exposición no podría enviarlo», agregó.
Junto al cuadro, en una mesa cercana, Héctor exhibe algunas pruebas, incluso una cara del rey Juan Carlos. «Al principio, había pensado hacerlo en relieve e hice muchas pruebas, pero acabé descartándolo».

sábado, 17 de septiembre de 2016

Gonzalo Saavedra expone en Alicante su brutal obra originalísima.

Palmeral y Gonzalo el día de la ingauguración, 16-08-2016
El pintor natural Jimena de la Frontera, Gonzalo Saavedra expone una colección de 66 cuadro en el Centro de Arte de Alicante del 16 al 30 de septiembre. Una obra brutalmente original muy actual y critica con la sociedad española. Gonzalo tiene un estilo propio reconocible, algo difícil de encontrar en estos tiempos. Será un pintor para tener en cuenta.





                                     (Diálogo de los espematozoides, por Gonzalo)



...........................COMENTARIO DE RAMÓN PALMERAL...................


  

    
   ¡¡¡BRUTALMENTE  ORIGINAL!!!: Gonzalo Saavedra


 Del 16 al 30 de septiembre 2016 en Centro de Arte. C/. Arquitecto Morell, 11. (Alicante)

   VISITA E IMPRESIÓN

   A veces, creo que las mejores palabras para condensar una idea es la primera que se te viene a la cabeza, porque es el resultado de una conexión con el subconsciente, éste a veces nos puede jugar malas pasadas, porque la intuición nos puede llevar por escabrosos caminos del pensamiento. Pero al ver ayer tarde la obra de GONZALO  SAAVEDRA, en el Centro de Arte de Alicante, fue la primera palabra que se ve vino a la cabeza: brutal. No sabía muy bien por qué razón esta palabra se unía a la obra pictórica de Gonzalo, conjuntada y original. Al mismo tiempo se me vino a la cabeza un nombre, uno de los grandes del impresionismo como es James Ensor en «La entrada de Cristo en Bruselas» de 1888,  que combina máscaras con la ingenuidad formal con la sofisticación temática y compositiva y constituye un caso único en el marco de las experiencias innovadoras. Un cuadro de gran tamaño que le hizo famosos.  El tema y el conjunto de la obra de Gonzalo también me recuerda a Marc Chagal, e incluso de Henri Rousseau «El Aduanero», por su valentía y exotismo, que incluso era admirado por el propio Pablo Ruiz Picasso, en París.

   Busqué en el diccionario del RAE la palabra brutal y vienen tres acepciones, para definir una intención ponderativa como algo fuerte y muy intenso. Otra acepción es la de raro, extraordinario y maravilloso. La combinación armónica de estas palabras: fuerte, intensa, rayo, extraordinario y maravilloso conversen en una definición: «brutalmente original». Es lo que he sentido al ver estos 66 cuadros, un puñetazo en  la cara por en peso pesado que te deja  K.O. He de volver tranquilamente para ver la obra, pero esta vez prevenido con la guardia alta.

     Como el propio Gonzalo dice: «No quiero pintar la parte más guapa o la más elegante o la de los buenos modales, he preferido pintar la más fea». No es la más «fea», es la realidad de una sociedad que cubre sus defectos con un velo de falsas apariencias y de hipocresías. Es la sociedad del carnaval diario que se cubre el rostro con máscaras, una veces de cartón y otras de falsedades, de engaños, estafas o maldades, en un carrusel  diario. Pero Gonzalo Saavedra veterano de la vida y peluquero de señoras que fuera su profesión, y en sus años mozos estuvo doce años en Londres, se ha encargado de destapar sincrónicamente estas apariencias para dejarnos desnudos. En el periodo de aprendiz de barbero llegó a tratar a muchos personajes como toreros, guitarristas, cantaores e incluso a poetas.  Y que a veces, nos deja con una sonrisa irónica por sus profunda críticas plásticas donde nos reconocemos nosotros mismo reflejados. Pero como si Gonzalo fuera un médium de los dioses, él mismo se pregunta con satírica gracia andaluza: «¿Por qué pinto esto que no es comercial? ¿Quién se atreve a colgar esto en su casa? Y la respuesta la encuentra en sus primeros años en Andalucía y por los años de su profesión que le fue enseñando sobre la vida. Como él mismo dice disfruta pintando lo absurdo, lo incoherente, el despropósito, las borracheras, los comilones, los derrochones, los que quieren aparentar. Su obra la encuadraría en lo que se llama «pintura social» que en todas la épocas ha tenido sus adeptos, el más destacado de todos es Goya con sus aquelarres y su pintura negra precursor de la pintura social, que, de alguna forma desencadena en la pintura costumbrista.

 
 ESTILO PROPIO Y ORIGINALIDAD

   Para ser original como los grandes maestros hay que ser atrevido, valiente, y a la vez  ingenioso, Gonzalo, que, a partir de esta exposición hay que llamarle el Gran Gonzalo, nos incita a admirar sus  visiones oníricas, a menudo ambientadas en la jungla humana, donde aparecen todos los tipos de la sociedad en la que vivimos, desde maleantes, prostitutas, chorizos, drogatas, guardias civiles, policías, curas y extraños tipos singulares como «dragqueen», travesti, o el negro de las despedidas de soltera, Manolo el del bombo etc… etc... Gonzalo es un andaluz ingenioso y gracioso de Jimena de la Frontera y lleva en los genes la gracia y las chirigotas de Cádiz, siempre críticas, aceradas  y acertadísimas, pero esta vez con medalla de oro.  Su  pintura está llena de tipos diversos en la  «feria de las vanidades» propias del comportamiento social y humano, y lo consigue sobradamente, escribiendo carteles en los cuadros que, indirectamente nos recuerdan a los ninot de la Hogueras de san Joan en Alicante.

   Gonzalo, con sus 66 cuadros colgados como violines risueños de la pared del Centro de las Artes de la calle Arquitecto Morell 11 de Alicante, nos demuestra que es un pintor minucioso y muy trabajador. Ayer tarde, en la exposición, me dijo que cuando empezó a copiar la «Fragua de Vulcano» de Velázquez, no le gustaba como estaba quedando, porque parecía una copia, y como ello, no era el fin de su pintura, a los herreros los puso a su manera cómica, lo que lo convierte en una interpretación homenaje a Diego de Velázquez, y no en una copia que no tiene valor artístico. Porque he de decir que él sabe pintar académicamente, pero su camino, su estilo propio va por otros caminos, otras investigaciones y otras innovaciones. Lo que pinta Gonzalo es tan original y tan personal que no se le puede imitar, y lo convierte en único, lo cual es un valor en la pintura actual, donde hay grandes pintores, pero pocos son los que alcanzan  el sello de excelencia original. En mi opinión no es suficiente pintar académicamente lo que podría ser correcto, sino que hay que tener estilo propio reconocible en la nube de los artistas contemporáneos.


ORGULLOSOS

    Podemos estar muy orgullosos en el templo de la Asociación de pintores alicantinos, de tener un pintor de sobrada vanguardia, brutalmente original con el que hay que contar en el futuro. Estábamos acostumbrados a ver sus obras de pequeño tamaño como chistes, como viñetas cómicas pintadas, pero al ver sus obras de gran tamaño algunas de más de un metro de lado, comprendemos la dificultad que ello conlleva. Es como ver una película en televisión o en el cine, es totalmente diferente.  Me llama mucho la atención el retrato irónico de Rey Juan Carlos I, que tiene en la mano una Constitución, una bandera con un toro y un paraguas en cerrado en el brazo derecho y detrás cuadros de caza mayor en África. O el diálogo de los espermatozoides. La ingenuidad de Gonzalo, buscada adrede, como hacía el gran Marc Chagal, nos provocada asombro y a la vez humor. Decía Picasso que le había costado toda una vida llegar a pintar como un niño.   Se podrían comentar los 66 cuadros, pero es mejor verlos.
   Esta no es la primera exposición de Gonzalo, que yo recuerde hizo otra importante hace un año en el Casino Mediterráneo en septiembre de 2015, presentado por el gran dibujante Ramón Rodríguez, titulada «A mi manera». Y es que es así, él pinta a su manera, y solamente aquellos poco duchos en pintura no la entienden.

   La obra de Gonzalo es absolutamente reconocible. No importan las técnicas empleadas en la pintura, todas son buenas si el resultado es bueno. A veces, la pintura de otros pintores rompedores nos pasa como la cerveza, que al principio nos sabe amarga, pero luego nos guasta. Y  Gonzalo en su trayectoria ha sido como la cerveza, nos sabía extraña, pero ahora disfrutamos de ella. En su sátira social  no se salva nadie, ni la Iglesia con un cardenal y monjas pelotilleras jugando al golf. A veces puede ser cruel e incluso  sádico, pero así es el mundo que nos ha tocado vivir. Y él solamente se encarga como los periodistas de contárnoslo, porque tiene el don de ver, donde otros no vemos, por ello Gonzalo es único. Es una obra figurativa social del pos-primitivismo muy contundente y eficaz que cumple muy certeramente la labor de denuncia y a la vez de compromiso. Porque conseguir una composición, desarrollar un tema espontáneo, es harto complejo. Como dijo ayer Carlos Bermejo en la presentación: «Se trata de un pintor de lo más versátil que toca todos los temas, pues aunque los más conocidos sean los más populares de famoseo y de crítica irónica sobre nuestro tiempo, también le gusta pintar paisajes urbanos de los pueblos tradicionales con figuras incluidas, vista desde un matiz de la ingenuidad, que sin caer en lo naif, le confiere una tremenda originalidad».

CONCLUSIÓN

    Y para terminar, aunque me dejo muchas cosas en el tintero, he de decir que Gonzalo ha puesto una pica en Flandes, y que su obra es digna de estar en los museos, y recorrer Madrid, Bilbao o Sevilla, porque es un  valor, no ya en bruto, como se suele decir, sino un valor consolidado, digno de estar en las mejores colecciones privadas de Alicante y España. Tengo que decir Gonzalo, que ¡CHAPÓ! A quien admiro con «todo mi corazón desmesurado» como dijera el gran Miguel Hernández. Me viene a la cabeza el nombre de otro gran Gonzalo, el de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.

Ramón Palmeral
Pintor y escritor
Alicante, 17 de septiembre de 2016