EGON SCHIELE, pintor expresionista austriaco
nacido en 1890, bohemio, ecologista, ególatra
y obseso sexual, se adelantó a su tiempo y murió joven y en olor de genialidad,
que no de santidad, pues fue acusado de corruptor de menores con motivo, e incluso de
incestuoso, según indicios no probados que le llevaron de entrada y
salida sin cargos a prisión preventiva en la que permaneció tres semanas y
posteriormente fue condenado a tres días de prisión y a la quema inquisitorial
de uno de sus dibujos obscenos.
Rebelde sin causa o
con ella, su vida
afectiva y familiar fue problemática. Hijo de ferroviario y amante de
los
trenes, por sus dotes naturales para el dibujo ingresó con dieciséis
años en la
Real Academia de Bellas Artes de Viena, pero tres años después abominó
de la
enseñanza academica y se fue a estudiar por su cuenta. Discípulo y amigo
de Gustav Klimt del que adquirió influencia, nunca se sabrá a lo que
hubiese llegado en la
pintura europea de haber vivido algo más de los veintiocho años a los
que murió
a consecuencia de la llamada “gripe española” que se llevó a
veinte millones de europeos en 1918. Pese a su temprana muerte, dejó
cerca de
cuatrocientas pinturas y varios miles de dibujos, entre ellos cien
autorretratos, que son lo mejor y más
representativo de su obra por su originalidad
en el retorcimiento de la línea, de la que se sirvió para captar las más
procaces escenas de sexo explícito por
medio de inverosímiles escorzos posturales.
Con todos esos ingrediente, la opinión de los
tertulianos hablantes y de la mayoría de los silentes que aprobaban o
descalificaban gesticularmente, se mostró controvertida y apasionada: uno lo
calificaban de genio y otros, los menos, de procaz, pornógrafo y discreto pintor,
aunque si excelente dibujante, a la vista del libro que nos mostró el culto
enciclopedista de arte Ramón Rodríguez, que era el único que conocía en profundidad
al pintor austriaco, aunque una de las contertulias, Loles Guardiola habia visto obra de él en el Guggenheim de
Bilbao y otro, José Andrés Aznar, en Ámsterdam.
En fin, una sesión
de la tertulia para
recordar y sin lugar a dudas para
enganchar a los tres nuevos tertulianos que acudían por primera vez y
mostraron
su sorpresa y admiración por la profundidad intelectual y los
conocimientos artísticos de “los tres tenores” que llevan la
batuta e inician el preludio sobre el que se sustenta la sinfonía de
concordancias y
disonancias que le confieren a las tertulias rigor en los turno de la
palabra y agilidad transversal en las réplicas y apostillas de
los interviniente, muy lejos en todos los sentidos de la jaula de
grillos en las que se desenvuelven las tertulias pornopoliticas al
uso en la televisiones.
Y con el acuerdo de todos, el próximo jueves
día 22 de octubre, estudiaremos la vida y obra de IGNACIO PINAZO CAMARLENCH,
pintor valenciano, maestro de Sorolla.
Carlos
Bermejo
Comentarista
de la AAA
Alicante,
15 de octubre de 2015