viernes, 4 de septiembre de 2015

Comentario al cuadro de "Peritoenlunas", por Juan Antonio Urbano

(Palmeral y Urbano ante el cuadro "Peritoenlunas")
(Juan Antonio Urbano con jersey azul hablando con Palmeral)
Por Juan A. Urbano Cardona 
    Ramón, dices que no es reflexivo este cuadro, pero a mí me ha hecho reflexionar transportado de la mano de tu creatividad y le he encontrado perfecto sentido barajando los naipes de tus ensoñaciones. De forma suave, sin asperezas has pintado un poema que parte de la tierra, encarnada en la mujer de los senos con el alimento de los tomates y acaba en la utopía, representada en la ilusión transparente de una copa. Cuando uno se levanta por la mañana trata de buscar sentido al raro sueño que ha tenido por la noche. Esto es lo que he hecho yo con tu Peritoenlunas. Esta es mi lectura del cuadro: PERITOENLUNAS, CUADRO DE RAMÓN PALMERAL
    Este óleo sobre lienzo de Ramón Palmera titulado “Peritoenlunas”, como homenaje al poeta alicantino de Orihuela, Miguel Hernández que Ramón siempre lleva en el corazón, es el cuadro de mayores dimensiones de este pintor, 92x142 cm.
     En este cuadro, el artista, muestra claramente la otra gran vertiente por la que discurren las clistalinas aguas de su ser creativo: la poesía. Este lienzo representa, a través de senderos oníricos, la interpretación vital de un poeta que ama la vida y se indigna ante las injusticias que la humanidad arrastra intrínsecamente hasta que llegue (todo buen poeta lo cree, que en la línea paralela que siempre marca el horizonte entre el mar, murmullo de libertad, y el cielo, brisa de amor y respeto), el momento utópico de la liberación de la metáfora maligna del espíritu del hombre, que muchas veces sale a relucir en la misma dinámica de la relación humana, del patético enfrentamiento entre pueblos o la dominación violenta sobre las vidas de los “otros”.
    Este óleo, enclavado dentro del puro "intelectualismo" palmeriano, narra la esencia íntima de los pueblos representados en un elemento tan popular que los une con su pasado y sus tradiciones como es la cabra (animal que es santo y seña del poeta de Orihuela, por su oficio), que sustenta la base del cuadro, y de la vida, simbolizada por la mujer con los dos tomates en sus senos (savia y alimento), metáfora de la madre tierra o de la madre naturaleza, que lame en forma de caricia dicho animal, agradecido por darle la vida y lo esencial para crecer, y le muestra su amor por poder vivir en paz. De ahí que la otra cara de la cabra (con cornamenta defensiva), quiera engullir la mano y el arma homicida, que es la espada, para liberarse al fin de los que siempre empujan al pueblo a la guerra, que emplean como peones a las gentes, que en las contiendas siempre son los inocentes, los que llenan las tumbas. Esta dicotomía muerte/vida que siempre está presente en el ser humano, es como una moneda de dos caras, mostrada en el rostro humano que aparece en la parte inferior izquierda exhibiendo parte de su calavera.
     Pero los sueños de la luna que se representa tenue en el centro de la escena, marca la utopía de la llegada del tiempo en que la base de la existencia del ser humano sea otra: la tolerancia y el respeto. Y éstos, encarnados por la mujer, representada en la manzana, y el hombre, en la pera, unidos en estrecho lazo, a través de la inteligencia que aparece en forma de ajedrez (en la parte superior derecha del cuadro), y ésta, encaminada por los senderos del arte (figurado en la señorita de Avignon, tributo a Picasso), den a luz a un estado de bienestar general que se consolide en todo el planeta. Ese soñado día en el que la deseada paz del hombre se deslice cubriéndolo todo está reflejado es la gran copa transparente con la que se ha de recitar el brindis del triunfo del hombre dejando que se inunde de la luz de los destellos amarillos y rojos en los que se sustenta la copa y representan el amor.
    Todo esto está representado de forma tranquila, relajada, sin acritudes, soñado de forma pacífica, en pleno sueño de escenas entrelazadas. Un sueño de respeto, de tolerancia y de paz donde las personas anónimas representadas en la sencillez de la cabra, que forman las naciones pasan a ser tenidos en cuenta, a ser importantes. . Bueno, es solo una interpretación. Un abrazo, Ramón. 

 
Juan Antonio Urbano

Escritor y poeta