El cuadro más caro de la Historia ya cuelga en el Reina Sofía
Día 03/07/2015 - 14.05h
Aunque no se ha confirmado oficialmente, «Nafea faa ipoipo (¿Cuándo te casarás?)», de Gauguin, fue adquirido por la Autoridad de Museos de Qatar por 300 millones de dólares
No se recuerda una expectación mediática igual en el Reina Sofía. La nube de fotógrafos y
cámaras de televisión era similar a la que suele haber en el Festival de Cannes para inmortalizar a Angelina Jolie en carne mortal. Pero, sorprendentemente, no se esperaba a una estrella de Hollywood, ni a una modelo de Victoria's Secret, sino a un cuadro de Gauguin que iba a colgarse en la pared de una sala del museo.
¿Tanto amor por este artista hay en España?, se preguntarán. ¿Tan
especialistas en arte nos hemos vuelto los españoles? Ninguna de las dos
cosas, lamentablemente.
El motivo, mucho más prosaico: según el «New York Times», su propietario -la Rudolf Staechelin Family Trust, formada por tres socios: Rudolf Staechelin (nieto del coleccionista del mismo nombre que compró la obra en 1917), de Basilea; Martin Paisner, de Londres, y Carlyn McCaffrey, de Nueva York- lo vendió a la Autoridad de Museos de Qatar por 300 millones de dólares, convirtiéndose así en el cuadro más caro de la Historia, superando en nada menos que 50 millones a la venta de «Los jugadores de cartas», de Cézanne, también comprado por la Familia Real qatarí. La noticia, que se hizo pública en febrero de este año, nunca ha sido confirmada oficialmente por ninguna de las partes.
Primer viaje a Tahití
«Nafea faa ipoipo (¿Cuándo te casarás?) fue pintado por Paul Gauguin en 1892, durante su primer viaje a Tahití, adonde se escapó huyendo de la civilización occidental. Es una obra maestra de la Historia del Arte, la respuesta del salvaje artista francés a la «Olimpia» de Manet.
Pertenece a una serie muy cotizada de Gauguin de aquellos años en los
que los títulos son preguntas. En él aparecen dos jóvenes que están
conversando. Una de ellas es Tehamana, la adolescente de 13 años con la que se casó.
Antes de su venta, el trust se había comprometido a que este cuadro,
junto a una selección de obras de la colección, viajara al Museo Reina
Sofía y, después, a la Phillips Collection de Washington,
donde permanecerá hasta el 10 de enero. Y quisieron mantener este
compromiso. Como así han hecho. Gracias a un acuerdo entre la Fundación
Beyeler de Basilea y el Reina Sofía, ha habido un intercambio de
préstamos. El cuadro de Gauguin ha formado parte, hasta el 28 de junio,
de una monográfica de este artista en la Beyeler y esta fundación cedió
al museo español un importante Miró.
El cuadro salió el lunes de Basilea, estuvo una noche en Barcelona y llegó el miércoles a Madrid
Explica el director del museo, Manuel Borja-Villel, que no se han tomado medidas de seguridad distintas
a las habituales, que son suficientes: cámaras y un vigilante en sala.
Pero, si el número de visitantes se disparara, se tomarían las medidas
oportunas, añade. Confirma que tampoco se ha aumentado el valor del seguro tras la venta del cuadro. La garantía del Estado se hizo cargo de casi la totalidad de los seguros, que asciende a más de 1.587 millones de euros,
si sumamos los 10 Picassos que se exhiben en el Prado y los 166 del
Reina Sofía (incluyen obras de la colección del Kunstmuseum de Basilea, y
de dos colecciones privadas que están cedidas a este museo: Staechelin e
Im Obersteg).
Pobre Van Gogh
El Gauguin cuelga ya en las salas junto a las obras de estas dos colecciones, donde se exhiben, hasta el 14 de septiembre, obras maestras como «El jardín de Daubigny», de Van Gogh.
Ayer nadie le hacía ni caso a esta joya. De hecho, el correo de la
Fundación y personal del Reina Sofía se afanaban esta mañana en proteger el lienzo ante la avalancha de los cámaras que
inmortalizaban el Gauguin para que no sufriera ningún daño. Así de
cruel es el mercado del arte. Si los 300 millones se hubieran pagado por
el Van Gogh (nada imposible, dada la cotización del artista y la
calidad de la obra), nadie hubiera hecho ni caso al Gauguin.
Rudolf Staechelin, acompañado por su mujer, habló hoy largo y tendido de todo, pero no soltó prenda de quién ha comprado el cuadro ni por cuánto dinero, pese a la insistencia de los periodistas. «Si están aquí porque es el cuadro más caro de la Historia es una razón equivocada -dijo el coleccionista-. No son dólares colgados de una pared, es arte.
No es lo principal, sino admirar la belleza de esta obra maravillosa.
Estoy feliz por ver aquí junta la colección, pero también triste, porque nos despedimos de la obra de Gauguin. De todas formas, estoy seguro de que no es el cuadro más valioso de este museo. Lo es el "Guernica"».
Historia de su cotización
En 1893, cuando fue expuesta en la Galería Paul Durand-Ruel, fue valorada en 1.500 francos suizos. No se vendió. Dos años más tarde salió a subasta por 500 francos. Tampoco encontró comprador. Su abuelo lo adquirió por 18.000 francos suizos. Staechelin, que tiene un hijo y una nieta, cuenta que en 1981 la obra se tasó en 6 millones de francos suizos.
Le preguntamos sobre el futuro de su colección. En febrero reconocía a
ABC que hay problemas entre la Fundación y el Kunstmuseum de Basilea y
que no descartaba retirar de allí su colección. «Estoy abierto a que vuelvan allí, no lo excluyo, pero no he tomado aún la decisión. Es cierto que hay problemas con el museo, no lo oculto», advierte.
Cuenta que dos accidentes aéreos marcaron a su familia. En 1967un chárter de la compañía familiar se estrelló en Nicosia. Las pérdidas económicas obligaron a su abuelo a vender parte de su colección de arte: un Van Gogh y dos Picassos. Estos últimos los compró la ciudad de Basilea tras un histórico referéndum:
el Gobierno pagó 6 millones y hubo otros 2,4 millones de aportación
privada. Un Picasso emocionado donó a la ciudad cuatro obras. El segundo
accidente aéreo se produjo en 1977: murieron en él su padre, su hermano y la novia de éste.
«A los 25 años, recuerda, me convertí en responsable de la colección».
Reconoce que, debido a necesidades económicas, hay patrimonio familiar
colgado en muchos museos: «Se nos acercan muchos coleccionistas para que les vendamos obras. Decidí vender el Gauguin por falta de dinero, pero no lo hice por inversión ni por especulación. No esperamos para hacerlo a que fuera el momento más propicio del mercado». Por el momento, dice, no tiene intención de deshacerse de más obras: «Por ahora no necesito más dinero.
No tengo yates ni novias con gustos caros. Es cierto que estamos tres
personas en el trust, pero mi opinión tiene mucho peso».