Sorolla,
Alicante y los alicantinos
Conferencia
ASOCIACIÓN ARTISTAS ALICANTINOS. 27 de febrero de 2013. 19,00 h, 150 aniversario del nacimiento de Joaquín Sorolla
Joaquín
Sorolla viene al mundo el 27 de febrero de 1863 en la Calle Nueva nº 4 de Valencia,
hoy Mantas, en pleno casco antiguo, muy cerca de la Plaza Redonda. Al año
siguiente nacerá su hermana Concha. Su padre era un comerciante natural de
Cantavieja (Teruel) llamado Joaquín Sorolla Gascón que regentaba la tienda de
tejidos 'Sis dits' junto a su esposa la valenciana Concepción Bastida Prat.
Ambos
murieron cuando la epidemia de cólera en agosto de 1865, calle Barcelona nº 6,
dejando dos huérfanos de dos y un año de edad.
Los
recogió su tía Isabel, hermana de su madre, y su marido José Piqueres,
cerrajero de profesión que no tenían hijos y vivían en la calle Juan de Austria
nº 20.
Viendo
las cualidades del chaval para el dibujo, lo ingresan a los 15 años en la
Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia; allí se forma durante
tres años y traba amistad con su condiscípulo Juan Antonio García, hijo de
Antonio García Peris, el más importante fotógrafo de Valencia que lo contrata
como coloreador de las fotos. Al comprobar sus virtudes, se convertirá en su
mecenas y protector, casándose Sorolla con su hija Clotilde a la que conocía,
pues, desde muy joven.
Comienza
gustando de las marinas pero se imponía la pintura historicista y para
promocionarse y obtener becas ) pinta con tan sólo 21 años un tema tan manido
como el de la Guerra de la Independencia que llamará formalmente Defensa del
Parque de Artillería de Monteleón, medalla de segundo orden en la Exposición
Nacional de 1884 y que comprará el Estado, así como otro cuadro sobre el mismo
tema que obtendrá enorme fama y se ha expuesto en el MUBAG recientemente, El
crit del palleter, levantamiento popular
del 23 de mayo de 1808 contra el invasor napoleónico.
Este
cuadro le sirve para en 1884 marchar pensionado por la Diputación de Valencia a
Roma durante tres años, a razón de 3.000 ptas. anuales. Al año siguiente hará
una escapada a París, invitado por su amigo pintor y banquero Pedro Gil-Moreno
de Mora, donde descubre el naturalismo que marcará su tendencia pictórica.
En
1888 casa con Clotilde García del Castillo y se establecen en Asís que salía
más barato que la capital italiana. La Diputación le había prorrogado un año la
beca.
En
el 89 vuelve a París, le asombra el luminismo nórdico, y retorna a Valencia, se
vincula políticamente a Blasco Ibáñez y surge su pintura de realismo y denuncia
social, marchando muy pronto a vivir a
Madrid.
Sorolla
tendrá tres hijos, todos estudiantes de la Institución Libre de Enseñanza:
María
Clotilde (Madrid,1890- Madrid 1956) pintora, casada en 1914 en Jaca con otro
pintor, Francisco Pons Arnau, (su hijo, -17 febrero 1917- nieto, pues, de
Sorolla, el arquitecto Francisco Pons-Sorolla diseñará el actual mausoleo al
que fue trasladado en 1953 del de sus suegros); Joaquín (Valencia,1892- Madrid
1948) fotógrafo e ilustrador, vividor, crápula, y Elena (Valencia,1895-Alayor
1975) escultora, casada en 1922 con Victoriano Lorente Jiménez, inspector
general del Cuerpo de Ingenieros de Montes. Tendría ocho nietos de sus dos
hijas, seis varones y dos hembras, un varón de María (Quitet) y los otros siete
de Elena.
Al
parecer tuvo un hijo ilegítimo en 1905, José Martínez Fossati, de sus
relaciones con la joven Carmen Fossati, hija del antiguo alcalde de Pueblo
Nuevo del Mar, en el Cabañal, en cuya casa se alojaba Sorolla para pintar
escenas de playa.
Pintando
el 17 de junio de 1920 el retrato de la norteamericana Mabel Rick, esposa del
escritor Ramón Pérez de Ayala, le da un ataque cerebrovascular quedando
hemipléjico del lado izquierdo y sin habla. Aquello fue el principio del fin.
Fue degenerando en su decrepitud hasta fallecer en el chalet de su hija María
en Cercedilla, población de la sierra de Madrid a las diez y media de la noche
del viernes 10 de agosto de 1923.
El
mes anterior había sido trasladado allí en muy delicado estado de salud. Tenía
60 años pero aparentaba muchos más. Mariano Benlliure que estaba en Villalba
acudió a hacerle una mascarilla que no concluiría hasta el día 12 en Madrid.
Detrás quedaba una producción cercana a los 2.200 cuadros catalogados y unos
9.000 dibujos.
Su
cadáver fue trasladado en la tarde-noche del sábado 11 a la capital de España,
llegando a las nueve de la noche a la Estación del Norte, siendo velado en la
casa-chalet de la calle Martínez Campos de Madrid durante el domingo hasta las
seis de la tarde en que se inició la comitiva fúnebre hasta la Estación del
Mediodía, trasladando sus restos por vía férrea a la del Norte de Valencia,
ciudad donde recibiría sepultura en la mañana del lunes 13.
Tras
el óbito pudo Clotilde cobrar los cuadros de la Hispanic Society pues
pretendieron los norteamericanos incapacitarlo para efectuar el pago pero ella
se negó en rotundo.
En
1924 va Clotlde a Jávea, en el 25 testamenta y cede el chalet con sus cuadros
al Estado para hacer una Casa-Museo Sorolla que se inaugurará el 11-6-1932.
Morirá en 1929.
El
amplio epistolario de Sorolla recientemente publicado en tres tomos, sirve para
conocer mejor sus andanzas y opiniones, teniendo la virtud del detalle
exhaustivo de su actividad diaria lejos de su familia y el defecto de la
sinceridad en la descripción y opiniones.
Escribió
mucho, con buena letra pero mala ortografía, plena de valencianismos y faltas
-¿humedad se escribe con hache?, te se, andó-. Pero cuando se siente admirado
por algo, le fluye una buena prosa, a veces de carga poética, y plasma frases
muy bellas.
Seguidamente
vamos a narrar las estancias de Sorolla en distintos puntos de la provincia
alicantina, comenzando por la Marina Alta.
El
6 de octubre de 1896 arriba a Dénia buscando viñedos pero no encuentra nada que
le satisfaga: "Denia es fea como arte en conjunto (...) todo es novísimo y
no queda más que un castillote del siglo XVI destartalat, sin embargo la
situación es admirable, montaña y mar, casas a la misma orilla del agua, un
barrio de pescadores admirable, un Montgó colosalmente pintoresco y
grandioso...".
Entonces
el pintor acude por vez primera a Jávea, quedará encandilado con los paisajes
bravíos del litoral de la Marina Alta. En carta a su esposa el 7 de octubre de
1896, cuando acaba de descubrir la población, la califica de "sublime,
inmensa, lo mejor que conozco para pintar. (...) Este es el sitio que soñé
siempre, mar y montaña, pero ¡qué mar! ... el cabo de San Antonio es otra
maravilla, monumento de color rojizo, enorme, inmenso y su color en las aguas
de una limpieza y un verde brillante puro, una esmeralda colosal".
En
este viaje de 1896 alquila una casita junto al mar, en lo alto, atendido por un
criado, a un señor del lugar Julio Cruañes del que se hará muy amigo.
Retornará
dos años después, estando del 5 al 25 de junio de 1898. Hay guerra con Estados
Unidos. La Guardia Civil no le permite tomar apuntes, sacar planos del puerto
ni pintar tan siquiera unos algarrobos. Pide permiso al gobernador civil de
Alicante que se lo deniega y hasta escribe a su suegro para que hable con el
capitán general de Valencia que se lo concede enseguida (junio 1898).
En
septiembre de 1900 acude ya con su familia a Jávea. Es entonces cuando le atrae
sobremanera el tema alicantino de aquella comarca septentrional de la
elaboración de la pasa en Dénia. Varios serán los óleos que pintará al respecto
en este 1900.
Especialmente
provechoso en lo artístico fue el mes de julio de 1905 en que retorna a Jávea y
del que se le tienen catalogados más de veinte cuadros de temática diversa,
desde retratos como el de su hija María con sombrilla en el puerto y con una
barca de fondo, el de su mujer Clotilde con Elena, la menor de sus vástagos,
entre las rocas javienses, hasta paisajes costeros y niños jugando en el mar.
También pintará una calle de Moraira.
"Los
duelos con sol son menos", fue un frase de Sorolla que lo identifica muy
bien como pintor de la luz mediterránea. La escribe el 12 de julio.
En
carta del 25 de julio le pide a su amigo
Pedro Gil-Moreno que le ponga la firma de J. Sorolla y Bastida a alguno de sus
cuadros. No le gustaba firmarlos y tanto su mujer como sus hijos también lo
hacían, de ahí que aparezcan firmas tan dispares en sus obras.
Se
ha rumoreado, con conclusiones dispares, que tuvo en Jávea el año 1905 unos
devaneos amorosos con una joven criada a la que supuestamente veía cuando iba a
lavar a la noria de su amigo Julio Cruañes, novia de un carabinero que le pegó
un tiro al enterarse. Sorolla cuenta en carta a Pedro Gil-Moreno de Mora
fechada el 30 de agosto de ese 1905 que a las siete de la mañana oyeron tres
tiros y unos gritos; era el novio de su cocinera, guardia civil en Madrid, que
se presentó en Jávea y le disparó, hiriéndola, y matándose él a continuación.
Eso ocurrió a unos 50 metros de la casa.
Podemos
decir que cuadros de Sorolla que recogen temas y paisajes alicantinos pueden
ser vistos en Madrid, Oviedo, Pau, Moscú, Nueva York o La Habana.
Será
en 1911 cuando el magnate y mecenas norteamericano Archer Milton Huntington le
haga a Sorolla el más agotador y monumental encargo, su particular Visión de
España para la Hispanic Society neoyorquina. Ello supondrá una estancia del
artista en unas tierras alicantinas muy diferentes a las por él bien
reconocidas, las de Alicante y Elche.
Atraído
por el palmeral ilicitano, viajará el 28 de septiembre de 1918 a Alicante con
su hijo Joaquín Sorolla García, alojándose en el Hotel Victoria en la
Explanada, con su hijo enfermo de sífilis y de amores y el pintor Alfredo
Carreras.
Escribe
la primera carta a Clotilde el día 29:
"La
impresión de Alicante es seca, pero el mar es tan hermoso, la luz tan divina,
que espero será lo que yo deseo. El día es de sol, limpio, espléndido,
acariciador, lleno de esa vida tan valenciana, que parece vuelves a la infancia".
Se
ve a menudo con dos amigos pintores locales, su discípulo Emilio Varela y
Heliodoro Guillén. Intentaron ambos impulsar un Museo Provincial de Bellas
Artes en 1918. Era presidente de la Diputación Provincial Celestino Pons Albi,
precisamente de Jávea.
A
comienzos de octubre se traslada a Elche y contempla los bosques de palmeras.
tomando algunos apuntes. Pero el hecho de no ver los dátiles en su color idóneo
de maduración y la terrible epidemia de gripe lo retraerán.
Esa
gripe mató a 37.000 personas en la provincia; en la capital murieron 2.206, un
3,7% de la población (60.000 habitantes). Es como si ahora murieran por una
epidemia 12.580 personas.
Camino
de las tierras ilicitanas había visto el palmeral de Babel y piensa que tal vez
pinte el cuadro allí. "Estuve en Elche que es muy interesante para la obra
por lo original, no parece Europa, es algo raro tantos miles de palmeras".
Se
hace alguna foto en el estudio -calle Mayor 1, esquina a Plaza Castelar- del
más famoso fotógrafo de Alicante, Manuel Cantos Company, nacido en Valencia,
condiscípulo de Sorolla en la Escuela de Bellas Artes, pretendiente de su
futura cuñada Enriqueta, y que además, como él, trabajara coloreando fotos en
el estudio de Antonio García, el suegro de Sorolla.
Su
hijo pesca en el puerto para relajarse, le hace un dibujo a Carreras y pinta
algo pero sigue obsesionado con Raquel Meller. "Tiene la obsesión de que
si rompe, se muere".
Eso
deprime a Sorolla: "Alicante es sordo, no hay vida ninguna, es aburrido
pero para las tempestades del alma creo sea un gran sedante". (...)
"Carreras calla, Varela no habla, el mar no se mueve, Guillén se desploma
por no tener ganas de pintar. (...) Vida esta monótona, además este Alicante es
tan pobre de medios, muerto el campo, no hay árboles, todo tiene el color de un
desierto, terra de escurar, sol aplanador pero bonito cielo y mar azul
intenso". 8 de octubre.
Sigue
Sorolla con su 'gripe pictórica': "Alicante es la tierra de la muerte en
vida, soso, caluroso, sólo cuando se hace alguna excursión por el mar tiene
emoción".
El
13 de octubre, con mal tiempo, los dátiles verdes y su hijo desquiciado,
enfermizo y obsesionado por contraer la gripe, marchan en tren a Madrid.
Joaquín
regresará un 22 de noviembre muy lluvioso, después de un periodo de tremenda
sequía, sólo en compañía de su discípulo el ya citado pintor Alfredo Carreras
Cuesta que moriría al año siguiente con 35 años.
Ocupa
la misma habitación y la gripe se ha cebado ahora con Alicante: "No se ve
más que gente de luto; desgraciado si saludas pues todos cuentan dolores".
En
dos días no para de llover y se resfría en casa de Guillén. "Esto no es
para viejos como yo, es un timo esto de Alicante. Me voy al cine un rato".
Toma
baños de agua caliente en el Balneario Diana del Postiguet, sigue en el cine
por la tarde y va al Principal por la noche. "Esta vida tranquila no es
mala, pero hay que acostumbrarse a ella, ¡quizás es la mejor del mundo!".
El
25 de noviembre ya está decidido a pintar el cuadro íntegro en Babel, en una
finca llamada 'El Carmen, propiedad de Juan Soler: "una casa admirable de
situación: tu sueño hecho realidad, ¡qué vista!, ¡qué panorama!, a los pies, el
palmeral y al fondo el mar con Alicante, algo único, algo imborrable (...)
quizás haga un estudio como recuerdo (...) el mar está pegado a la puerta de la
entrada de la finca donde pintaré el cuadro".
Se
queja de que el acceso al palmeral es un "fangal infecto" por las lluvias,
con baches, "una canallada de este ayuntamiento y una vergüenza".
El
26 ya tiene el lienzo clavado por Carreras y Varela, el cajón terminado y le
están haciendo una gradilla para pintar las partes altas. Al final, se sube a
cajas de madera y acaban haciéndole una escalera. Medía 350 x 321 cm., uno de
los de menores dimensiones de su serie para la Hispanic.
De
vez en cuando le sale una vena poética con metáforas: "Hoy está el mar tan
azul que parece mentira, no hace viento, no se mueven ni las ligeras palmas y
los racimos de dátiles sobre el cielo parece una explosión de fuego".
"Ahora, a las cuatro y media de la tarde, se está dorando todo el
puerto".
El
27 de noviembre comienza ya a dibujar el cuadro 'Elche. El palmeral' por el
hombre con la carga del dorado fruto. En esta ciudad sí que tomará apuntes de
un blanco horno de pan que aparece en el cuadro,
Al
día siguiente ya tiene casi compuesta toda la escena del cuadro. Tiene dos
buenas modelos, Dolores y Rosario, de un total de ocho mujeres. De las seis
restantes dice que unas son unas caraduras y otras tienen que cuidar de la
casa.
Se
levantaba a las siete y a las ocho y media tomaba el coche que lo dejaba en el
huerto a las nueve.
"Hoy
seguí dibujando cada vez más enamorado del natural, tanto, que entre el mar, el
sol espléndido, me parecía estar en mis felices días de playa. No hay más que
Levante para la pintura. Sevilla no es nada".
El
30 habla de: "El hombre que viene cargado con los dátiles, su luz y el
conjunto es algo admirable, además la monotonía de los troncos de las palmeras
es deliciosa de color, es una gama hecha ex profeso para que los dátiles tomen
un color más hermoso que el mismo naranjo".
"No
puedo con tanto placer, no lo resisto como antes, es que la pintura cuando se
siente es superior a todo; he dicho mal, es el natural lo que es hermoso".
El
1 de diciembre se va a Elche para hacer dos apuntes de un horno para el cuadro
pero acaba Juan Soler haciéndole uno igual que le colocan en el huerto para el
cuadro y así no tener que volver a la vecina ciudad. "El dueño del Carmen
es valenciano, un hombre bueno y complaciente (...) un trabajador terrible y
muy inteligente... como que no es alicantino, si no se dormiría de pie, hay que
ver lo perezoso que es este pueblo, son moros".
Algunas
tardes da largos paseos por el puerto, animado con el trasiego de los vapores,
se compra zapatos y regalos para su mujer, hijas y nieto, acudiendo mucho tanto
al cine como al Teatro Principal
Lee
la prensa y se alarma de la crisis política: "Pobre país, ahora los
catalanes, mañana otra cosa, y siempre lo mismo; esto no es vida, y lo triste
es que el egoísmo lo toma todo, sin entrañas". Manifiesto catalanista,
enfrentamientos callejeros con españolistas.
Trabaja
con denuedo todas las mañanas y se fatiga mucho. El 5 dice: "La obra va,
vaya si va, pero no tan deprisa por la dificultad del fondo que es
complicado".
El
6, día de San Nicolás, visita el castillo, "una vieja mina, con algunas
cosas interesantes de color, pero no vale la gran paliza. Además había bruma y
no he gozado de lo que yo esperaba ver, Jávea está tan lejos que ni el Montgó
se adivina".
Como
llueve el 7, decide marchar a Murcia ("una pequeña Sevilla con tipos
valencianos de hoy") el día de la Inmaculada para ver los Salzillos. Le
cuenta a 'Clota' que había perdido las gafas, puso un anuncio en prensa y las
recuperó.
Se
queda maravillado con las imágenes de Salzillo ("sigue vibrando su obra en
mi cerebro") pero cita a Murcia como "el pueblo más abandonado en
cuanto al adoquinado, he recogido barro hasta las narices". "La
huerta murciana tiene algo de la nuestra pero más abandonada". Lo acompañó
el médico ilicitano José María López Campello.
Se
sigue enfadando porque el camino al huerto de Soler es un "terrible
barrizal, asqueroso y maloliente, una vergüenza para Alicante (...) es un país
de cafres; el consuelo es que casi toda España está igual". Un cuarto de
hora en coche de caballos para hacer 200 metros.
Luce
el sol y el día 11 pinta, ya está todo el lienzo tapado, por la tarde visita
una casa frente al mar, música, cine, billar y por la noche teatro donde se
durmió.
25
socios distinguidos del Casino de Alicante lo invitan a un almuerzo el 12 de
diciembre y al día siguiente juega a la aduana en casa del alcalde Antonio Bono
Luque, industrial y comerciante, al que considera "sosito y
aburrido".
Cuando
hace sol, brota su mejor espíritu: "Nuestro amor está vivo como el primer
día aunque las arrugas y la vejez modifiquen el exterior y nuestro vigor
decaiga".
"Pinto
mejor o peor, pero haciéndome gozar más la contemplación del bendito sol, que
amo cada vez más".
El
15 les dice de ir una semana por Navidad, pero le responde Clotilde que es una
complicación. "Le sentaría bien a mi María y a Quitet una semana
alicantina". Ese día lo hacen Socio de Honor del Club de Regatas que él
siempre llama Club Náutico.
Prueba
en casa de los Guillén un arroz en costra, "plato alicantino
riquísimo" y decide pasar las Navidades en Alicante; no desea paralizar la
obra unos días para retomarla después. Piensa que a finales de diciembre o
comienzos de enero estará terminada; luego una semana larga para que se seque,
enrollarla y al tren. .
Su
hija Elena rompe con el novio y los anima a venirse a pasar las Navidades hasta
el 2 de enero pero su hija María y su yerno están enfermos. "Yo no puedo
con la pintura ni con la vida cuando presumo lágrimas en los míos".
Clotilde,
a la que llamaba Sorolla "mi Ministro de Hacienda", le llevaba las
cuentas y conseguía venderle cuadros a muy buen precio. El 23 le pide le envíe
mil pesetas que le justifica ya que Carreras, que estaba enfermo, le había
prestado 300 pesetas para pagar a los modelos. Va al cine a ver 'Las sirenas
del mar', película que le encanta con mujeres bañándose que le recuerdan a las
estancias en Jávea. Contempla una colección de aguafuertes del "gran
Rembrandt, hombre colosal; compra unos grabados y unos frisos para el cuarto de
su hija Elena.
El
día de Nochebuena pinta por la mañana y en la feria compra cascaruja y juguetes
baratos, inadecuados para su nieto ya que los venden "para los chiquillos
del pueblo". Pero da una definición preciosa de la luminosidad alicantina,
digna de recuperarse: "La excitación de esta luz me conmueve cada día más".
Juega
al billar -supongo que en el Casino-, cena en casa de Heliodoro Guillén y luego
a Misa del Gallo en San Nicolás, que dice se llama así por los 'gallos' que
soltaron unas monjas que cantaron.
Va
una 'matiné' de cine, almuerza en Navidad con los Guillén, "comida sencilla,
casera pero bien" y el cuadro avanza lentamente "estoy encantado de
esta contemplación diaria, es una maravilla este levante".
Sólo
pintaba por las mañanas, con el cuadro orientado al noreste por la luz, con un
mar sublime de intensidad azul y los dátiles vibrando como pepitas de oro.
El
29 se va a la finca Ruaya de Santa Faz, a ver a Óscar Esplá, "joven
maestro que tiene mucho talento y vive en pleno campo y con bastante
confort".
Acaba
el año 18 y el cuadro tarda en secar porque debe taparlo al mediodía para
evitar cualquier contingencia. Visita un jardín muy bonito con naranjos y
muchas flores propiedad de un señor judío, "un pequeño paraíso doméstico
para Alicante".
Para
cena de Nochevieja y las uvas acude a casa del presidente de la Audiencia:
"No puedo negarme a los requerimientos amistosos de este pueblo tan
cariñoso. Ya lo dice el refrán, son unos niños muy finos los chicos
alicantinos". Reconoce que no se divirtió mucho porque "en esto de
los bailes soy un elemento pasivo".
El
1 de enero también pintó porque el día era bueno. Al siguiente excursión a
Busot, "el sitio es ideal, grandes pinos, limones y en el fondo el mar; y
todo eso a 500 m. de altura". Allí le compra habas tiernas y butifarrones
que le envía cubiertos de tomillo.
Carreras,
que moriría muy pronto, se halla en cama por el exceso de tabaco y un atracón
de dátiles, cuidado por Cantos y Varela.
Tere,
la hija de Guillén, le compra un pollo a Quitet que para Reyes recibiría de su
abuelo una tartana, una guitarra y una escopeta. La noche del 6 se llevará el
mismo Mariano Benlliure que estaba en Alicante el pollo, los juguetes y unos
dulces para Clotilde.
Le
compra a Elena una sortija, un sello antiguo ibero, y por cinco duros unos
pequeños pendientes antiguos de oro con perlitas a su esposa.
El
9 de enero de 1919 termina el cuadro. 30 sesiones de trabajo. Reconoce haber
gozado mucho. Ahora a esperar que seque porque con el frío y la humedad la
pintura seca con lentitud, sobre todo los cadmios. Le comenta a Clotilde que el
día anterior murió Joaquín Agrasot. "Yo lo tengo todo el día en mi cabeza
y lo estoy pasando tristemente".
Habla
en esa carta del 8 que al día siguiente hará algún estudio en el huerto para
distraerse. Sí que visitó la Virgen de las Angustias de Salzillo de las
Capuchinas.
El
domingo 12 se va a Benidorm, un pueblo sobre el mar que dicen es muy hermoso,
invitado por el senador de esa localidad Manuel Orts Cano, que fuera presidente
de la Diputación entre 1914 y 1916. .
Describe
Benidorm como pueblo muy pintoresco y el lunes 13 vuelve a Jávea, "tan
hermosa como siempre", viendo a su amigo Julio Cruáñez, abogado dedicado
al negocio de la pasa.
En
el trenet se marchó a Denia por la tarde donde cenó y durmió. A la mañana
siguiente sube al castillo "y desde allí vi el colosal golfo de Valencia,
una emoción única en su esplendor, Grecia... o lo bello que pueda un mortal
imaginar. Después marchó a conocer Gata "que no tiene ninguna importancia
(...) alquilamos un ligero y buen cochecito y nos encaminamos a Jávea.
Sale
al encuentro Cruañes al que ve viejo, delgado y con aspecto de muy enfermo.
"Pasamos por la casa del crimen y recordamos el susto".
Describe
un paseo en barca por el cabo de San Antonio, la entrada en una cueva: "El
mar estaba calmo y todos los amarillos y naranja se reflejaban, parecía que
viajábamos sobre un mar de oro al rojo".
"Vimos
el pueblo por la noche, visitamos la iglesia muy bien iluminada con luz
eléctrica". Cenaron y durmieron en Gata, posada de San Miguel, "al
amor de la lumbre, y por fondo los carros, con los ancianos durmiendo rollados
con sus mantas, un cuadro muy pintoresco y un fondo de comedor más hermoso que
el nuestro".
A
la mañana siguiente, excursión en tartana a Calpe contemplando almendros el
flor, maravillosas sierras, pueblos con
cierto aire toledano por el paisaje seco y Calpe donde unos chiquillos
dicen "ahí va el millor pintor del món". "Colosal cap de Ifach,
monstruo de piedra de igual color que el de San Antonio pero de 300 metros de
altura. (...) La esbeltez y la grandiosidad son inenarrables, hay que verlo,
`parece la base para colocar encima una estatua como la Victoria de
Samotracia...".
Fue
acompañado de Emilio Varela porque Carreras, enfermo de 'envenenamiento de
tabaco' según Sorolla, que era fumador de pipa y puros, había ya marchado a
Madrid.
Pasa
estos días de enero disfrutando del sol y la buena temperatura, viendo secar el
cuadro, visitando los 4 submarinos de la
base de Cartagena surtos en el puerto alicantino y subiendo a uno de ellos.
Le
pide a Clotilde dinero (más de mil pesetas) y le especifica los gastos: Hotel y
facturas de envíos 1.356, coche 291, pequeños gastos... En el banco guarda
1.500 de las 2.000 que le envió tiempo atrás.
El
Cenáculo, entidad cultural y recreativa que presidía el doctor López Campello,
le ofrece un gran banquete de despedida el 16 en el Club de Regatas.
El
17 visita Orihuela pero no le relata a su esposa nada de esta ciudad y ese
mismo día debuta la compañía de Margarita Xirgu que trae un buen repertorio
teatral. Él no debe ir.
El
18 enrolla por fin el cuadro y lo factura en el tren.
El
19 de enero por la noche, en coche-cama vuelve a Madrid.
Escasa
repercusión tuvo en la prensa alicantina la estancia de Sorolla pero el 20 de
enero dice 'Diario de Alicante':
Anoche
regresó a Madrid el gran Sorolla
Anteayer facturó el soberbio cuadro pintado en nuestros
palmerales y destinado a Nueva York.
Ha sido verdaderamente lastimoso que el gran artista no
haya dado a conocer a Alicante su portentosa obra que inmortalizará la belleza
de nuestro paisaje en remotas tierras.
Gonzalo
Vidal Tur en su libro 'Alicante sus calles antiguas y modernas', al hablar de
la minúscula vía pública dedicada a Sorolla en 1933 afirma que en nuestra
ciudad pintó en el Postiguet, la Albufereta, el cabo de Santa Pola, la Torre de
Rejas y otros lugares pintorescos de la capital y la huerta.
Añade
también que realizó encargos de las familias del marqués del Bosch y Rio
Florido, barones de Petrés y Finestrat, familias Salvetti y Pascual de Bonanza
así como para el marqués de Benalúa en su finca de la Santa Faz.
Pero
dónde están todos esos cuadros de temática alicantina que supuestamente pintó
aquí Sorolla.
Tenemos
la luz de Lucentum pero nos falta nuestra luz excitante plasmada en la suya
inmortal.
A
lo largo de su vida tuvo contacto nuestro personaje con distintos pintores
alicantinos.
El
oriolano Joaquín Agrasot estuvo en el estudio de Sorolla el 26 de noviembre de
1892 y dijo que le asombró lo bajo que caen algunos pintores con tal de que les
concedan un premio.
El
8 de enero de 1893 con su votación Sorolla salvó los cuadros de Agrasot para ir
a la Exposición Universal Colombina de Chicago lo cual le alegró hacerlo.
Y
otro 8 de enero, el de 1919, casualmente, muere Agrasot, estando Sorolla en
Alicante. Propone se le erija un monumento en Valencia, busto sufragado por
suscripción popular, colaborando en ello el Ayuntamiento de Orihuela. Le
conduele el fallecimiento y en un viaje a Valencia Sorolla visitará a su viuda.
De
la saga de los alcoyanos, Emilio Sala fue maestro de Sorolla en Roma en 1885.
El 12 de junio de 1895 almuerza en París con él que está dolorido con el éxito
de Sorolla y no lo disimula. "Que se fastidie" le escribe a su esposa.
Respecto
a Lorenzo Casanova, el 7 de octubre de 1918 estuvo visitando a su viuda en
Alicante. "Me dio mucha pena, era un buen pintor y murió a mi edad, 55...
qué quieres, me quitó la alegría".
El
último de los alcoyanos fue Fernando Cabrera, "condiscípulo a quien quiero
mucho y es un buen pintor". Lo dice el 14 de enero de 1919 cuando piensa
ir a verlo a Alcoy pero se frustra su viaje al estar enfermo. Le hizo un
retrato a Sorolla que está en el MUBAG
De
Heliodoro Guillén, alicantino, amigo personal de Sorolla y de su misma edad
dirá: "Es muy agradable y hablamos de arte, vive bien, tiene un bonito
estudio y una familia agradable". No juzga su obra.
A
quien más admiró de los capitalinos fue a Emilio Varela, discípulo de Sorolla
en Madrid entre 1905 y 1907. Gozó de la admiración del artista valenciano que
le llegó a decir a Óscar Esplá: "Valerita posee la capacidad de captar el
color con mayor sensibilidad que yo mismo".
Conferancia en la Asociación de Artistas Alicantinos.
Foto de Fernando Mateo
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Nota de Palmeral:
Trabajó sin descanso en este encargo de a Hispanic Society of América) entre 1912 y 1919, constituido por catorce paneles por los que recibió 150.000 dólares. En estas obras se dejó los últimos años de su vida ya que al finalizar, sufrió un ataque de hemiplejia en su casa de Madrid el 17 de abril de 1920, falleciendo tres años después, sin apenas haber disfrutado del nombramiento como profesor de colorido y composición en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (septiembre de 1919), ni de la inauguración de su obra maestra en Nueva York, tres años después de su muerte.