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jueves, 12 de mayo de 2016

Sorolla, Alicante y los alicantinos, por Joaquín Santo Matas

 
Sorolla, Alicante y los alicantinos 






Conferencia ASOCIACIÓN ARTISTAS ALICANTINOS. 27 de febrero de 2013. 19,00 h, 150 aniversario del nacimiento de Joaquín Sorolla 
Joaquín Sorolla viene al mundo el 27 de febrero de 1863 en la Calle Nueva nº 4 de Valencia, hoy Mantas, en pleno casco antiguo, muy cerca de la Plaza Redonda. Al año siguiente nacerá su hermana Concha. Su padre era un comerciante natural de Cantavieja (Teruel) llamado Joaquín Sorolla Gascón que regentaba la tienda de tejidos 'Sis dits' junto a su esposa la valenciana Concepción Bastida Prat. 
Ambos murieron cuando la epidemia de cólera en agosto de 1865, calle Barcelona nº 6, dejando dos huérfanos de dos y un año de edad.
Los recogió su tía Isabel, hermana de su madre, y su marido José Piqueres, cerrajero de profesión que no tenían hijos y vivían en la calle Juan de Austria nº 20.
Viendo las cualidades del chaval para el dibujo, lo ingresan a los 15 años en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos de Valencia; allí se forma durante tres años y traba amistad con su condiscípulo Juan Antonio García, hijo de Antonio García Peris, el más importante fotógrafo de Valencia que lo contrata como coloreador de las fotos. Al comprobar sus virtudes, se convertirá en su mecenas y protector, casándose Sorolla con su hija Clotilde a la que conocía, pues, desde muy joven.
Comienza gustando de las marinas pero se imponía la pintura historicista y para promocionarse y obtener becas ) pinta con tan sólo 21 años un tema tan manido como el de la Guerra de la Independencia que llamará formalmente Defensa del Parque de Artillería de Monteleón, medalla de segundo orden en la Exposición Nacional de 1884 y que comprará el Estado, así como otro cuadro sobre el mismo tema que obtendrá enorme fama y se ha expuesto en el MUBAG recientemente, El crit del palleter,  levantamiento popular del 23 de mayo de 1808 contra el invasor napoleónico.
Este cuadro le sirve para en 1884 marchar pensionado por la Diputación de Valencia a Roma durante tres años, a razón de 3.000 ptas. anuales. Al año siguiente hará una escapada a París, invitado por su amigo pintor y banquero Pedro Gil-Moreno de Mora, donde descubre el naturalismo que marcará su tendencia pictórica. 
En 1888 casa con Clotilde García del Castillo y se establecen en Asís que salía más barato que la capital italiana. La Diputación le había prorrogado un año la beca.
En el 89 vuelve a París, le asombra el luminismo nórdico, y retorna a Valencia, se vincula políticamente a Blasco Ibáñez y surge su pintura de realismo y denuncia social, marchando  muy pronto a vivir a Madrid.
Sorolla tendrá tres hijos, todos estudiantes de la Institución Libre de Enseñanza:
María Clotilde (Madrid,1890- Madrid 1956) pintora, casada en 1914 en Jaca con otro pintor, Francisco Pons Arnau, (su hijo, -17 febrero 1917- nieto, pues, de Sorolla, el arquitecto Francisco Pons-Sorolla diseñará el actual mausoleo al que fue trasladado en 1953 del de sus suegros); Joaquín (Valencia,1892- Madrid 1948) fotógrafo e ilustrador, vividor, crápula, y Elena (Valencia,1895-Alayor 1975) escultora, casada en 1922 con Victoriano Lorente Jiménez, inspector general del Cuerpo de Ingenieros de Montes. Tendría ocho nietos de sus dos hijas, seis varones y dos hembras, un varón de María (Quitet) y los otros siete de Elena.
Al parecer tuvo un hijo ilegítimo en 1905, José Martínez Fossati, de sus relaciones con la joven Carmen Fossati, hija del antiguo alcalde de Pueblo Nuevo del Mar, en el Cabañal, en cuya casa se alojaba Sorolla para pintar escenas de playa.
Pintando el 17 de junio de 1920 el retrato de la norteamericana Mabel Rick, esposa del escritor Ramón Pérez de Ayala, le da un ataque cerebrovascular quedando hemipléjico del lado izquierdo y sin habla. Aquello fue el principio del fin. Fue degenerando en su decrepitud hasta fallecer en el chalet de su hija María en Cercedilla, población de la sierra de Madrid a las diez y media de la noche del viernes 10 de agosto de 1923. 
El mes anterior había sido trasladado allí en muy delicado estado de salud. Tenía 60 años pero aparentaba muchos más. Mariano Benlliure que estaba en Villalba acudió a hacerle una mascarilla que no concluiría hasta el día 12 en Madrid. Detrás quedaba una producción cercana a los 2.200 cuadros catalogados y unos 9.000 dibujos.
Su cadáver fue trasladado en la tarde-noche del sábado 11 a la capital de España, llegando a las nueve de la noche a la Estación del Norte, siendo velado en la casa-chalet de la calle Martínez Campos de Madrid durante el domingo hasta las seis de la tarde en que se inició la comitiva fúnebre hasta la Estación del Mediodía, trasladando sus restos por vía férrea a la del Norte de Valencia, ciudad donde recibiría sepultura en la mañana del lunes 13.
Tras el óbito pudo Clotilde cobrar los cuadros de la Hispanic Society pues pretendieron los norteamericanos incapacitarlo para efectuar el pago pero ella se negó en rotundo. 
En 1924 va Clotlde a Jávea, en el 25 testamenta y cede el chalet con sus cuadros al Estado para hacer una Casa-Museo Sorolla que se inaugurará el 11-6-1932. Morirá en 1929.
El amplio epistolario de Sorolla recientemente publicado en tres tomos, sirve para conocer mejor sus andanzas y opiniones, teniendo la virtud del detalle exhaustivo de su actividad diaria lejos de su familia y el defecto de la sinceridad en la descripción y opiniones. 
Escribió mucho, con buena letra pero mala ortografía, plena de valencianismos y faltas -¿humedad se escribe con hache?, te se, andó-. Pero cuando se siente admirado por algo, le fluye una buena prosa, a veces de carga poética, y plasma frases muy bellas.
Seguidamente vamos a narrar las estancias de Sorolla en distintos puntos de la provincia alicantina, comenzando por la Marina Alta.
El 6 de octubre de 1896 arriba a Dénia buscando viñedos pero no encuentra nada que le satisfaga: "Denia es fea como arte en conjunto (...) todo es novísimo y no queda más que un castillote del siglo XVI destartalat, sin embargo la situación es admirable, montaña y mar, casas a la misma orilla del agua, un barrio de pescadores admirable, un Montgó colosalmente pintoresco y grandioso...".
Entonces el pintor acude por vez primera a Jávea, quedará encandilado con los paisajes bravíos del litoral de la Marina Alta. En carta a su esposa el 7 de octubre de 1896, cuando acaba de descubrir la población, la califica de "sublime, inmensa, lo mejor que conozco para pintar. (...) Este es el sitio que soñé siempre, mar y montaña, pero ¡qué mar! ... el cabo de San Antonio es otra maravilla, monumento de color rojizo, enorme, inmenso y su color en las aguas de una limpieza y un verde brillante puro, una esmeralda colosal". 
En este viaje de 1896 alquila una casita junto al mar, en lo alto, atendido por un criado, a un señor del lugar Julio Cruañes del que se hará muy amigo.
Retornará dos años después, estando del 5 al 25 de junio de 1898. Hay guerra con Estados Unidos. La Guardia Civil no le permite tomar apuntes, sacar planos del puerto ni pintar tan siquiera unos algarrobos. Pide permiso al gobernador civil de Alicante que se lo deniega y hasta escribe a su suegro para que hable con el capitán general de Valencia que se lo concede enseguida (junio 1898).
En septiembre de 1900 acude ya con su familia a Jávea. Es entonces cuando le atrae sobremanera el tema alicantino de aquella comarca septentrional de la elaboración de la pasa en Dénia. Varios serán los óleos que pintará al respecto en este 1900. 
Especialmente provechoso en lo artístico fue el mes de julio de 1905 en que retorna a Jávea y del que se le tienen catalogados más de veinte cuadros de temática diversa, desde retratos como el de su hija María con sombrilla en el puerto y con una barca de fondo, el de su mujer Clotilde con Elena, la menor de sus vástagos, entre las rocas javienses, hasta paisajes costeros y niños jugando en el mar. También pintará una calle de Moraira.
"Los duelos con sol son menos", fue un frase de Sorolla que lo identifica muy bien como pintor de la luz mediterránea. La escribe el 12 de julio.
En carta del 25 de julio  le pide a su amigo Pedro Gil-Moreno que le ponga la firma de J. Sorolla y Bastida a alguno de sus cuadros. No le gustaba firmarlos y tanto su mujer como sus hijos también lo hacían, de ahí que aparezcan firmas tan dispares en sus obras.
Se ha rumoreado, con conclusiones dispares, que tuvo en Jávea el año 1905 unos devaneos amorosos con una joven criada a la que supuestamente veía cuando iba a lavar a la noria de su amigo Julio Cruañes, novia de un carabinero que le pegó un tiro al enterarse. Sorolla cuenta en carta a Pedro Gil-Moreno de Mora fechada el 30 de agosto de ese 1905 que a las siete de la mañana oyeron tres tiros y unos gritos; era el novio de su cocinera, guardia civil en Madrid, que se presentó en Jávea y le disparó, hiriéndola, y matándose él a continuación. Eso ocurrió a unos 50 metros de la casa. 
Podemos decir que cuadros de Sorolla que recogen temas y paisajes alicantinos pueden ser vistos en Madrid, Oviedo, Pau, Moscú, Nueva York o La Habana.
Será en 1911 cuando el magnate y mecenas norteamericano Archer Milton Huntington le haga a Sorolla el más agotador y monumental encargo, su particular Visión de España para la Hispanic Society neoyorquina. Ello supondrá una estancia del artista en unas tierras alicantinas muy diferentes a las por él bien reconocidas, las de Alicante y Elche.
Atraído por el palmeral ilicitano, viajará el 28 de septiembre de 1918 a Alicante con su hijo Joaquín Sorolla García, alojándose en el Hotel Victoria en la Explanada, con su hijo enfermo de sífilis y de amores y el pintor Alfredo Carreras. 
Escribe la primera carta a Clotilde el día 29: 
"La impresión de Alicante es seca, pero el mar es tan hermoso, la luz tan divina, que espero será lo que yo deseo. El día es de sol, limpio, espléndido, acariciador, lleno de esa vida tan valenciana, que parece vuelves a la infancia".
Se ve a menudo con dos amigos pintores locales, su discípulo Emilio Varela y Heliodoro Guillén. Intentaron ambos impulsar un Museo Provincial de Bellas Artes en 1918. Era presidente de la Diputación Provincial Celestino Pons Albi, precisamente de Jávea.
A comienzos de octubre se traslada a Elche y contempla los bosques de palmeras. tomando algunos apuntes. Pero el hecho de no ver los dátiles en su color idóneo de maduración y la terrible epidemia de gripe lo retraerán. 
Esa gripe mató a 37.000 personas en la provincia; en la capital murieron 2.206, un 3,7% de la población (60.000 habitantes). Es como si ahora murieran por una epidemia 12.580 personas.
Camino de las tierras ilicitanas había visto el palmeral de Babel y piensa que tal vez pinte el cuadro allí. "Estuve en Elche que es muy interesante para la obra por lo original, no parece Europa, es algo raro tantos miles de palmeras".
Se hace alguna foto en el estudio -calle Mayor 1, esquina a Plaza Castelar- del más famoso fotógrafo de Alicante, Manuel Cantos Company, nacido en Valencia, condiscípulo de Sorolla en la Escuela de Bellas Artes, pretendiente de su futura cuñada Enriqueta, y que además, como él, trabajara coloreando fotos en el estudio de Antonio García, el suegro de Sorolla.
Su hijo pesca en el puerto para relajarse, le hace un dibujo a Carreras y pinta algo pero sigue obsesionado con Raquel Meller. "Tiene la obsesión de que si rompe, se muere".
Eso deprime a Sorolla: "Alicante es sordo, no hay vida ninguna, es aburrido pero para las tempestades del alma creo sea un gran sedante". (...) "Carreras calla, Varela no habla, el mar no se mueve, Guillén se desploma por no tener ganas de pintar. (...) Vida esta monótona, además este Alicante es tan pobre de medios, muerto el campo, no hay árboles, todo tiene el color de un desierto, terra de escurar, sol aplanador pero bonito cielo y mar azul intenso". 8 de octubre.
Sigue Sorolla con su 'gripe pictórica': "Alicante es la tierra de la muerte en vida, soso, caluroso, sólo cuando se hace alguna excursión por el mar tiene emoción".
El 13 de octubre, con mal tiempo, los dátiles verdes y su hijo desquiciado, enfermizo y obsesionado por contraer la gripe, marchan en tren a Madrid.
Joaquín regresará un 22 de noviembre muy lluvioso, después de un periodo de tremenda sequía, sólo en compañía de su discípulo el ya citado pintor Alfredo Carreras Cuesta que moriría al año siguiente con 35 años.
Ocupa la misma habitación y la gripe se ha cebado ahora con Alicante: "No se ve más que gente de luto; desgraciado si saludas pues todos cuentan dolores".
En dos días no para de llover y se resfría en casa de Guillén. "Esto no es para viejos como yo, es un timo esto de Alicante. Me voy al cine un rato".
Toma baños de agua caliente en el Balneario Diana del Postiguet, sigue en el cine por la tarde y va al Principal por la noche. "Esta vida tranquila no es mala, pero hay que acostumbrarse a ella, ¡quizás es la mejor del mundo!".
El 25 de noviembre ya está decidido a pintar el cuadro íntegro en Babel, en una finca llamada 'El Carmen, propiedad de Juan Soler: "una casa admirable de situación: tu sueño hecho realidad, ¡qué vista!, ¡qué panorama!, a los pies, el palmeral y al fondo el mar con Alicante, algo único, algo imborrable (...) quizás haga un estudio como recuerdo (...) el mar está pegado a la puerta de la entrada de la finca donde pintaré el cuadro". 
Se queja de que el acceso al palmeral es un "fangal infecto" por las lluvias, con baches, "una canallada de este ayuntamiento y una vergüenza".
El 26 ya tiene el lienzo clavado por Carreras y Varela, el cajón terminado y le están haciendo una gradilla para pintar las partes altas. Al final, se sube a cajas de madera y acaban haciéndole una escalera. Medía 350 x 321 cm., uno de los de menores dimensiones de su serie para la Hispanic.
De vez en cuando le sale una vena poética con metáforas: "Hoy está el mar tan azul que parece mentira, no hace viento, no se mueven ni las ligeras palmas y los racimos de dátiles sobre el cielo parece una explosión de fuego". "Ahora, a las cuatro y media de la tarde, se está dorando todo el puerto".
El 27 de noviembre comienza ya a dibujar el cuadro 'Elche. El palmeral' por el hombre con la carga del dorado fruto. En esta ciudad sí que tomará apuntes de un blanco horno de pan que aparece en el cuadro,
Al día siguiente ya tiene casi compuesta toda la escena del cuadro. Tiene dos buenas modelos, Dolores y Rosario, de un total de ocho mujeres. De las seis restantes dice que unas son unas caraduras y otras tienen que cuidar de la casa.
Se levantaba a las siete y a las ocho y media tomaba el coche que lo dejaba en el huerto a las nueve.
"Hoy seguí dibujando cada vez más enamorado del natural, tanto, que entre el mar, el sol espléndido, me parecía estar en mis felices días de playa. No hay más que Levante para la pintura. Sevilla no es nada".
El 30 habla de: "El hombre que viene cargado con los dátiles, su luz y el conjunto es algo admirable, además la monotonía de los troncos de las palmeras es deliciosa de color, es una gama hecha ex profeso para que los dátiles tomen un color más hermoso que el mismo naranjo". 
"No puedo con tanto placer, no lo resisto como antes, es que la pintura cuando se siente es superior a todo; he dicho mal, es el natural lo que es hermoso".
El 1 de diciembre se va a Elche para hacer dos apuntes de un horno para el cuadro pero acaba Juan Soler haciéndole uno igual que le colocan en el huerto para el cuadro y así no tener que volver a la vecina ciudad. "El dueño del Carmen es valenciano, un hombre bueno y complaciente (...) un trabajador terrible y muy inteligente... como que no es alicantino, si no se dormiría de pie, hay que ver lo perezoso que es este pueblo, son moros".
Algunas tardes da largos paseos por el puerto, animado con el trasiego de los vapores, se compra zapatos y regalos para su mujer, hijas y nieto, acudiendo mucho tanto al cine como al Teatro Principal
Lee la prensa y se alarma de la crisis política: "Pobre país, ahora los catalanes, mañana otra cosa, y siempre lo mismo; esto no es vida, y lo triste es que el egoísmo lo toma todo, sin entrañas". Manifiesto catalanista, enfrentamientos callejeros con españolistas.
Trabaja con denuedo todas las mañanas y se fatiga mucho. El 5 dice: "La obra va, vaya si va, pero no tan deprisa por la dificultad del fondo que es complicado".
El 6, día de San Nicolás, visita el castillo, "una vieja mina, con algunas cosas interesantes de color, pero no vale la gran paliza. Además había bruma y no he gozado de lo que yo esperaba ver, Jávea está tan lejos que ni el Montgó se adivina".
Como llueve el 7, decide marchar a Murcia ("una pequeña Sevilla con tipos valencianos de hoy") el día de la Inmaculada para ver los Salzillos. Le cuenta a 'Clota' que había perdido las gafas, puso un anuncio en prensa y las recuperó.
Se queda maravillado con las imágenes de Salzillo ("sigue vibrando su obra en mi cerebro") pero cita a Murcia como "el pueblo más abandonado en cuanto al adoquinado, he recogido barro hasta las narices". "La huerta murciana tiene algo de la nuestra pero más abandonada". Lo acompañó el médico ilicitano José María López Campello.
Se sigue enfadando porque el camino al huerto de Soler es un "terrible barrizal, asqueroso y maloliente, una vergüenza para Alicante (...) es un país de cafres; el consuelo es que casi toda España está igual". Un cuarto de hora en coche de caballos para hacer 200 metros.
Luce el sol y el día 11 pinta, ya está todo el lienzo tapado, por la tarde visita una casa frente al mar, música, cine, billar y por la noche teatro donde se durmió.
25 socios distinguidos del Casino de Alicante lo invitan a un almuerzo el 12 de diciembre y al día siguiente juega a la aduana en casa del alcalde Antonio Bono Luque, industrial y comerciante, al que considera "sosito y aburrido".
Cuando hace sol, brota su mejor espíritu: "Nuestro amor está vivo como el primer día aunque las arrugas y la vejez modifiquen el exterior y nuestro vigor decaiga". 
"Pinto mejor o peor, pero haciéndome gozar más la contemplación del bendito sol, que amo cada vez más".
El 15 les dice de ir una semana por Navidad, pero le responde Clotilde que es una complicación. "Le sentaría bien a mi María y a Quitet una semana alicantina". Ese día lo hacen Socio de Honor del Club de Regatas que él siempre llama Club Náutico. 
Prueba en casa de los Guillén un arroz en costra, "plato alicantino riquísimo" y decide pasar las Navidades en Alicante; no desea paralizar la obra unos días para retomarla después. Piensa que a finales de diciembre o comienzos de enero estará terminada; luego una semana larga para que se seque, enrollarla y al tren. .
Su hija Elena rompe con el novio y los anima a venirse a pasar las Navidades hasta el 2 de enero pero su hija María y su yerno están enfermos. "Yo no puedo con la pintura ni con la vida cuando presumo lágrimas en los míos".
Clotilde, a la que llamaba Sorolla "mi Ministro de Hacienda", le llevaba las cuentas y conseguía venderle cuadros a muy buen precio. El 23 le pide le envíe mil pesetas que le justifica ya que Carreras, que estaba enfermo, le había prestado 300 pesetas para pagar a los modelos. Va al cine a ver 'Las sirenas del mar', película que le encanta con mujeres bañándose que le recuerdan a las estancias en Jávea. Contempla una colección de aguafuertes del "gran Rembrandt, hombre colosal; compra unos grabados y unos frisos para el cuarto de su hija Elena. 
El día de Nochebuena pinta por la mañana y en la feria compra cascaruja y juguetes baratos, inadecuados para su nieto ya que los venden "para los chiquillos del pueblo". Pero da una definición preciosa de la luminosidad alicantina, digna de recuperarse: "La excitación de esta luz me conmueve cada día más".
Juega al billar -supongo que en el Casino-, cena en casa de Heliodoro Guillén y luego a Misa del Gallo en San Nicolás, que dice se llama así por los 'gallos' que soltaron unas monjas que cantaron.
Va una 'matiné' de cine, almuerza en Navidad con los Guillén, "comida sencilla, casera pero bien" y el cuadro avanza lentamente "estoy encantado de esta contemplación diaria, es una maravilla este levante".
Sólo pintaba por las mañanas, con el cuadro orientado al noreste por la luz, con un mar sublime de intensidad azul y los dátiles vibrando como pepitas de oro.
El 29 se va a la finca Ruaya de Santa Faz, a ver a Óscar Esplá, "joven maestro que tiene mucho talento y vive en pleno campo y con bastante confort". 
Acaba el año 18 y el cuadro tarda en secar porque debe taparlo al mediodía para evitar cualquier contingencia. Visita un jardín muy bonito con naranjos y muchas flores propiedad de un señor judío, "un pequeño paraíso doméstico para Alicante".
Para cena de Nochevieja y las uvas acude a casa del presidente de la Audiencia: "No puedo negarme a los requerimientos amistosos de este pueblo tan cariñoso. Ya lo dice el refrán, son unos niños muy finos los chicos alicantinos". Reconoce que no se divirtió mucho porque "en esto de los bailes soy un elemento pasivo".
El 1 de enero también pintó porque el día era bueno. Al siguiente excursión a Busot, "el sitio es ideal, grandes pinos, limones y en el fondo el mar; y todo eso a 500 m. de altura". Allí le compra habas tiernas y butifarrones que le envía cubiertos de tomillo. 
Carreras, que moriría muy pronto, se halla en cama por el exceso de tabaco y un atracón de dátiles, cuidado por Cantos y Varela.
Tere, la hija de Guillén, le compra un pollo a Quitet que para Reyes recibiría de su abuelo una tartana, una guitarra y una escopeta. La noche del 6 se llevará el mismo Mariano Benlliure que estaba en Alicante el pollo, los juguetes y unos dulces para Clotilde.
Le compra a Elena una sortija, un sello antiguo ibero, y por cinco duros unos pequeños pendientes antiguos de oro con perlitas a su esposa. 
El 9 de enero de 1919 termina el cuadro. 30 sesiones de trabajo. Reconoce haber gozado mucho. Ahora a esperar que seque porque con el frío y la humedad la pintura seca con lentitud, sobre todo los cadmios. Le comenta a Clotilde que el día anterior murió Joaquín Agrasot. "Yo lo tengo todo el día en mi cabeza y lo estoy pasando tristemente". 
Habla en esa carta del 8 que al día siguiente hará algún estudio en el huerto para distraerse. Sí que visitó la Virgen de las Angustias de Salzillo de las Capuchinas.
El domingo 12 se va a Benidorm, un pueblo sobre el mar que dicen es muy hermoso, invitado por el senador de esa localidad Manuel Orts Cano, que fuera presidente de la Diputación entre 1914 y 1916. .
Describe Benidorm como pueblo muy pintoresco y el lunes 13 vuelve a Jávea, "tan hermosa como siempre", viendo a su amigo Julio Cruáñez, abogado dedicado al negocio de la pasa. 
En el trenet se marchó a Denia por la tarde donde cenó y durmió. A la mañana siguiente sube al castillo "y desde allí vi el colosal golfo de Valencia, una emoción única en su esplendor, Grecia... o lo bello que pueda un mortal imaginar. Después marchó a conocer Gata "que no tiene ninguna importancia (...) alquilamos un ligero y buen cochecito y nos encaminamos a Jávea.
Sale al encuentro Cruañes al que ve viejo, delgado y con aspecto de muy enfermo. "Pasamos por la casa del crimen y recordamos el susto".
Describe un paseo en barca por el cabo de San Antonio, la entrada en una cueva: "El mar estaba calmo y todos los amarillos y naranja se reflejaban, parecía que viajábamos sobre un mar de oro al rojo". 
"Vimos el pueblo por la noche, visitamos la iglesia muy bien iluminada con luz eléctrica". Cenaron y durmieron en Gata, posada de San Miguel, "al amor de la lumbre, y por fondo los carros, con los ancianos durmiendo rollados con sus mantas, un cuadro muy pintoresco y un fondo de comedor más hermoso que el nuestro".
A la mañana siguiente, excursión en tartana a Calpe contemplando almendros el flor, maravillosas sierras, pueblos con  cierto aire toledano por el paisaje seco y Calpe donde unos chiquillos dicen "ahí va el millor pintor del món". "Colosal cap de Ifach, monstruo de piedra de igual color que el de San Antonio pero de 300 metros de altura. (...) La esbeltez y la grandiosidad son inenarrables, hay que verlo, `parece la base para colocar encima una estatua como la Victoria de Samotracia...".
Fue acompañado de Emilio Varela porque Carreras, enfermo de 'envenenamiento de tabaco' según Sorolla, que era fumador de pipa y puros, había ya marchado a Madrid.
Pasa estos días de enero disfrutando del sol y la buena temperatura, viendo secar el cuadro, visitando los 4 submarinos  de la base de Cartagena surtos en el puerto alicantino y subiendo a uno de ellos. 
Le pide a Clotilde dinero (más de mil pesetas) y le especifica los gastos: Hotel y facturas de envíos 1.356, coche 291, pequeños gastos... En el banco guarda 1.500 de las 2.000 que le envió tiempo atrás.
El Cenáculo, entidad cultural y recreativa que presidía el doctor López Campello, le ofrece un gran banquete de despedida el 16 en el Club de Regatas.
El 17 visita Orihuela pero no le relata a su esposa nada de esta ciudad y ese mismo día debuta la compañía de Margarita Xirgu que trae un buen repertorio teatral. Él no debe ir. 
El 18 enrolla por fin el cuadro y lo factura en el tren.
El 19 de enero por la noche, en coche-cama vuelve a Madrid.
Escasa repercusión tuvo en la prensa alicantina la estancia de Sorolla pero el 20 de enero dice 'Diario de Alicante':
Anoche regresó a Madrid el gran Sorolla


Anteayer facturó el soberbio cuadro pintado en nuestros palmerales y destinado a Nueva York.


Ha sido verdaderamente lastimoso que el gran artista no haya dado a conocer a Alicante su portentosa obra que inmortalizará la belleza de nuestro paisaje en remotas tierras.
Gonzalo Vidal Tur en su libro 'Alicante sus calles antiguas y modernas', al hablar de la minúscula vía pública dedicada a Sorolla en 1933 afirma que en nuestra ciudad pintó en el Postiguet, la Albufereta, el cabo de Santa Pola, la Torre de Rejas y otros lugares pintorescos de la capital y la huerta. 
Añade también que realizó encargos de las familias del marqués del Bosch y Rio Florido, barones de Petrés y Finestrat, familias Salvetti y Pascual de Bonanza así como para el marqués de Benalúa en su finca de la Santa Faz. 
Pero dónde están todos esos cuadros de temática alicantina que supuestamente pintó aquí Sorolla.
Tenemos la luz de Lucentum pero nos falta nuestra luz excitante plasmada en la suya inmortal.
A lo largo de su vida tuvo contacto nuestro personaje con distintos pintores alicantinos.
El oriolano Joaquín Agrasot estuvo en el estudio de Sorolla el 26 de noviembre de 1892 y dijo que le asombró lo bajo que caen algunos pintores con tal de que les concedan un premio.
El 8 de enero de 1893 con su votación Sorolla salvó los cuadros de Agrasot para ir a la Exposición Universal Colombina de Chicago lo cual le alegró hacerlo.
Y otro 8 de enero, el de 1919, casualmente, muere Agrasot, estando Sorolla en Alicante. Propone se le erija un monumento en Valencia, busto sufragado por suscripción popular, colaborando en ello el Ayuntamiento de Orihuela. Le conduele el fallecimiento y en un viaje a Valencia Sorolla visitará a su viuda.
De la saga de los alcoyanos, Emilio Sala fue maestro de Sorolla en Roma en 1885. El 12 de junio de 1895 almuerza en París con él que está dolorido con el éxito de Sorolla y no lo disimula. "Que se fastidie" le escribe a su esposa.
Respecto a Lorenzo Casanova, el 7 de octubre de 1918 estuvo visitando a su viuda en Alicante. "Me dio mucha pena, era un buen pintor y murió a mi edad, 55... qué quieres, me quitó la alegría".
El último de los alcoyanos fue Fernando Cabrera, "condiscípulo a quien quiero mucho y es un buen pintor". Lo dice el 14 de enero de 1919 cuando piensa ir a verlo a Alcoy pero se frustra su viaje al estar enfermo. Le hizo un retrato a Sorolla que está en el MUBAG
De Heliodoro Guillén, alicantino, amigo personal de Sorolla y de su misma edad dirá: "Es muy agradable y hablamos de arte, vive bien, tiene un bonito estudio y una familia agradable". No juzga su obra.
A quien más admiró de los capitalinos fue a Emilio Varela, discípulo de Sorolla en Madrid entre 1905 y 1907. Gozó de la admiración del artista valenciano que le llegó a decir a Óscar Esplá: "Valerita posee la capacidad de captar el color con mayor sensibilidad que yo mismo".
 
  27 de febrero 2013
Conferancia en la Asociación de Artistas Alicantinos.


Foto de Fernando Mateo
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Nota de Palmeral:
 Trabajó sin descanso en este encargo de a Hispanic Society of América) entre 1912 y 1919, constituido por catorce paneles por los que recibió 150.000 dólares. En estas obras se dejó los últimos años de su vida ya que al finalizar, sufrió un ataque de hemiplejia en su casa de Madrid el 17 de abril de 1920, falleciendo tres años después, sin apenas haber disfrutado del nombramiento como profesor de colorido y composición en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (septiembre de 1919), ni de la inauguración de su obra maestra en Nueva York, tres años después de su muerte.