jueves, 25 de abril de 2019

Joaquín Sorolla y el Palmeral

28.05.2018 | 01:12
Joaquín Sorolla y el Palmeral de Alicante
 
Este año se cumple el centenario del cuadro del pintor J oaquín Sorolla (València, 1863 – Cercedilla, Madrid, 1923), titulado El Palmeral de Elche, sin duda el más importante que tiene que ver con la historia de Elche. Como es sabido, el cuadro forma parte de la colección de catorce paneles que el célebre pintor valenciano realizó por encargo de la Hispanic Society of America con sede en Nueva York.

El acaudalado presidente de la Hispanic Society of America, Archer Milton Huntington, encargó al pintor la decoración de la sede de la sociedad con un conjunto de paisajes sobre Las Provincias de España. El contrato se firmó a finales de 1911 por 150.000 dólares y obligó a Sorolla a trabajar en el proyecto entre ese año y 1919, un año antes de que sufriera un ataque de hemiplejia que le impediría seguir trabajando. Una inmensa obra mural, pintada al óleo sobre lienzo, de enormes dimensiones. El cuadro del Palmeral, por ejemplo, mide nada menos que 350 x 321 centímetros.

Sabemos que Joaquín Sorolla vino a conocer el Misteri en agosto de 1900, junto con los hermanos Benlliure y el director del periódico Las Provincias, Teodoro Llorente. El 29 de septiembre de 1919 llegó a Alicante acompañado de su hijo Joaquín y de sus discípulos Alfredo Carreras y Emilio Varela. En Alicante les esperaba el pintor Heliodoro Guillén. A Elche llegó al día siguiente y decidió pintar el cuadro en un huerto de Alicante, frente al mar, el huerto del Carmen, propiedad de su amigo Soler. Llegó en el peor momento posible porque la epidemia de gripe –la «grippe» como se titulaba en los periódicos de entonces- iba a provocar solamente en Elche la muerte de 296 personas en octubre y otras 72 en noviembre, según sabemos por el reciente trabajo del doctor Jesús Rueda Cuenca. En Elche la cifra de fallecidos en ese año terrible de 1918 fue de 821 frente a los 468 muertos de 1917.

En Elche el pintor pidió ver una recolección de dátiles. El conocimiento de la epidemia y el hecho de que su propio hijo enfermara, le hizo volver a Madrid en los días siguientes. Volvió el 22 de noviembre con sus discípulos, pero sin su hijo. Gracias a su afición por escribir a diario, sabemos que le contó a su mujer el 25 de noviembre que «donde pintaré el cuadro, propiedad del Sr. Soler, tiene una casa admirable de situación, tu sueño hecho realidad, ¡qué vista!, ¡qué panorama!, a los pies del palmeral y al fondo del mar con Alicante, algo único, algo imborrable, ¡ya lo verás cuando vengas!». Al día siguiente, el 26 de noviembre, en otra carta a su mujer, le escribe que «te tengo siempre presente, pero en el Huerto del Carmen más, por tener el mar delante de los ojos, hoy está tan azul que parece mentira, no hace viento, no se mueven ni las ligeras palmeras y los racimos de dátiles sobre el cielo parecen una explosión de fuego». Y un último apunte referido a los dos hornos que pintó en Elche el 1 de diciembre: «Estoy muy cansado pues me levanté a las cinco de la mañana para ir a Elche, donde hice apuntes de un horno».

Se puede considerar como un golpe de suerte que entre los 14 paisajes españoles Sorolla eligiera el Palmeral. Y sorprende también que haya pasado un siglo entero sin que le hayamos concedido en nuestra ciudad la más mínima relevancia. El centenario, por ello, es un buen momento para que Sorolla reciba, por fin, el homenaje que esta ciudad le debe rendir. Sabemos que el equipo de gobierno del Ayuntamiento está en ello y que se hará un esfuerzo para que, hasta donde sea posible, Joaquín Sorolla vuelva a ser protagonista con una exposición y con una presencia permanente entre nosotros –que no tenga una calle o un jardín en Elche es de juzgado de guardia-. Todos nuestros estudiantes deben conocer la obra que Sorolla dedicó a nuestro Patrimonio de la Humanidad y las circunstancias que rodearon a una pintura tan significativa. Que así sea.

lunes, 15 de abril de 2019

Ramón Palmeral fotógrafo de la Plaza de la Viña / Domingo de Ramos de 2019









 Primer premio de fotos Semana santa de la Plaza de la Viña 2019

Segundo premio de fotgrafias Plaza de la Viña 2019

Reportaje de Ana Hidalgo, y texto de José Andrés Aznar, sobre mi conferencia de el Guenica de Picasso

CENTRO DE ARTE DE LA A.A.A. CONFERENCIA DE RAMÓN PALMERAL      
“Polémicas del GUERNICA DE PICASSO”
Ayer martes día 8, tuvo lugar a las 19:00 h. en nuestro Centro de Arte la conferencia ya programada titulada “Polémica del Guernica de Picaso” ponente: Ramón Palmeral.

La presentación del acto la realizó el presidente de la entidad Fernando Mateo, que hizo mención de la biografía del interviniente, que seguidamente entró en materia sobre el tema a tratar…. 
Hace 80 años, Pablo Picasso, recibió el encargo de una pintura el 26 de abril de 1937. Se trataba de una obra que debería ser expuesta en la Exposición Internacional de París. No se hablo de tema, y de ningún encargo especial, salvo una pintura para ser expuesta en el pabellón español de dicha feria internacional. Los primeros bocetos de esta creación los realizó el 1º de mayo de 1937, y no conforme, continuó con otros 44 bocetos y finalmente comenzó a pintar la obra de 3,50 m. de altura por 7,77 metros de largo, y quedó finalizada el 4 de junio de dicho año y le llevo al artista 35 días en pintarlo. Estudiosos del tema han examinado el orden cronológico de los acontecimientos que van desde el encargo del cuadro hasta el bombardeo, y demuestra que la temática de la obra se inició antes de conocerse el ataque a la ciudad vasca. A pesar de su título, y de las circunstancias en que fue realizado, no hay en él ninguna referencia concreta al bombardeo de Guernica ni a la guerra civil española. La realidad es que el conocido y mal llamado Guernica de Picasso es una metamorfosis de su obra anterior, la suma de su época monocromática, expresionismo, cubista y surrealista radical. Sin duda, además hay que buscar los antecedentes de cuadros históricos como "El tres de mayo", "Los caprichos" y "Desastre" de Goya; además de otro cuadro de gran parecido como "La guerra" (1894) de Russseau, el Aduanero, con el caballo y los muertos tendidos en el suelo. Nos hemos acostumbrado a asimilar los bulos como ciertos. A las reinterpretaciones que hace la historia, y como no, con el tiempo nos hemos olvidado de las verdaderas razones que llevaron a estos cambios, unas veces por error y otras por conveniencias políticas. Ha quedado evidente que el Guernica es un título de oportunismo político, que nada tiene que que ver con el bombardeo y ametrallamiento de la ciudad vasca.
Según otra visión se dice que Pablo Ruiz Picasso pintó el “Guernica” con motivo de la muerte del torero Ignacio Sánchez Megías en 1934 y no para criticar los horrores de la guerra, pues de todos es sabido que el artista era un entusiasta de la tauromaquia, motivo que plasmo en muchos de sus lienzos.
Fotos: Ana Hidalgo
Crónica y documentación e imágenes: José Andrés Aznar 









domingo, 14 de abril de 2019

Dibujos paponeses o haigas para haikus, por Palmeral










 El bebé en la cuña
sin querer
le dio una patada a la luna
(R.Palmeral)

 

  El ladrón de cerezas (Palmeral) 2019. Haiku

martes, 9 de abril de 2019

Conferencia sobre el Guernica de Picasso, Asociación de Artista Alicnatinos, 09--04.2019



Retratros aplumilla de Pablo Ruiz Picasso, por Ramón Palmeral


Venden por 15 millones de euros la última residencia de Picasso, en el corazón de la Costa Azul La legendaria masía Notre-Dame-de-Vie, (Nuestra Señora  de la Vida) cuyos alrededores fueron inmortalizados por varias acuarelas de Churchill, sale a subasta pública Juan Pedro Quiñonero @abc_cultura Corresponsal en ParísActualizado: 25/01/2017 12:28h 0.
Noticias relacionadas Barcelona se rinde al Picasso retratista Picasso llega a China con polémica Las obras de arte más caras vendidas en subastas Vuelve a estar a la venta, en subasta pública, la última residencia de Pablo Picasso, en Mougins, en el corazón de la Costa Azul, la legendaria masía Notre-Dame-de-Vie (Nuestra Señora de la Vida) cuyos alrededores también fueron inmortalizados por varias acuarelas de sir Winston Churchill. Picasso compró los terrenos y la residencia original en 1961, para ofrecerlos en «regalo de bodas» a su futura y última esposa, Jacqueline Roque, una antigua «finca agrícola» donde todavía quedan restos de una diminuta iglesia del siglo XII y una «fuente» de origen greco/romano en los últimos años de su vida. Notre-Dame-de-Vie fue la última residencia de Picasso, hasta su muerte, el 8 de abril de 1973. En cierta medida, esa mansión, de unos 800 metros cuadrados, profundamente renovada, con varias hectáreas de terreno «agrícola» y una vista excepcional, es una suerte de «templo» vacío, víctima de un largo rosario de tragedias. Tras su larga experiencia de residente en la Costa Azul, en Antibes-Juan-Les-Pins (1946), en Vallauris-Golfe-Juan (1947), en Cannes-La Californie (1955), con su instalación en la mansión de Mougins (1961-1973) Picasso puso el colofón final y definitivo de su inmenso legado. En Notre-Dame-de-Vie realizó pinturas, esculturas, dibujos, esculturas, en el conocido «desorden» del «Minotauro» recogido en su refugio último. Su viuda, Jacqueline Roque, se suicidaría en esa residencia el 14 de octubre de 1986. Su hija, de un matrimonio anterior, Catherine Hutin, decidió «desprenderse» de la masía-villa palacete Notre-Dame-de-Vie, tras enterrar a su madre en el castillo de Vauvenargues, al pie de la montaña de la Sainte-Victoire (inmortalizada por Cezanne), donde están enterrados Picasso y Jacqueline, en una residencia museo tan fascinante como inhóspita para vivir a diario. Propietarios El primer nuevo propietario de la última residencia de Picasso fue un marchante belga que la compró por 10 millones de euros. No sin cierta habilidad mercantil, el nuevo propietario cambió de nombre a la antigua Notre-Dame-de-Vie, que prefirió llamar El Antro del Minotauro. Apenas han transcurrido nueve años cortos.
 Catherine Hutin denunció en su día varios robos de obras de Picasso, de cierto valor. Interminables trabajos continúan «modernizando» el castillo de Vauvenargues, en el corazón de una Provenza que tiene un puesto legendario en la historia de la pintura impresionista. Año tras año, museos, galeristas y marchantes, siguen cultivando el recuerdo y el negocio Picasso, en la Costa Azul, donde el museo de Antibes continúa siendo el «faro» quizá definitivo del legado mediterráneo del genio malagueño. Hace cuatro años, varios marchantes de propiedades de ultra lujo, en la Costa Azul, volvieron a anunciar una segunda venta de la última residencia de Picasso, en Mougins, al precio astronómico de más de cien millones de euros. La crisis no contribuyó a propiciar el proyecto. Su valor actual Finalmente, la antigua Notre-Dame-de-Vie, vuelve a estar a la venta. Un gabinete especializado la sacará a subasta, dentro de unos días, al precio aproximado de unos 15 millones de euros. En verdad, ningún especialista se atreve a cifrar con precisión el valor mercantil de una propiedad legendaria. El comprador de 2008 decidió preservar el «espíritu» de las reformas realizadas por Picasso. «Todo sigue intacto», dicen los nuevos vendedores. A las leyendas picassianas se suman otras leyendas: las inmediaciones fueron inmortalizadas por sir Winston Churchill, en algunas acuarelas realizadas durante sucesivas vacaciones. El rosario de grandes personalidades que pasaron por Notre-Dame-de-Vie incluye toda la aristocracia del arte, la cultura y el mercado del arte de la primera mitad del siglo XX. Los herederos de Picasso nunca desearon comprar ellos mismos la última morada del genio, tocada con misterio de sucesivas tragedias: la muerte, el suicidio, el alejamiento final de la Costa Azul, víctima de las nubes tóxicas de la polución, el turismo de nuevos ricos rusos, chinos y árabes, la metamorfosis del antiguo paraíso mediterráneo en el más «glamour» de los infiernos.

lunes, 8 de abril de 2019

Picasso era un Macho Alfa, el 8 de abril de 1973, se cumplen los 46 años de su muerte. Tuvo siete mujeres oficiales, y 20 amantes



                                 (Pablo Ruiz Picasso, falleció a los 91 años el 8 de abril de 1973)

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¿Qué es un macho alfa y su demostraciones?. Nos lo explcia muy bien


Tiempo de lectura 6 min
En el reino animal, el alfa es el miembro de la comunidad que tiene mayor rango y es seguido y respetado por todos. Tanto el macho como la hembra pueden ser alfas, según la especie. No obstante, cuando coloquialmente hablamos de macho alfa nos referimos al hombre, joven y no tan joven, poderoso, masculino, líder: el gallo del corral. Dominante y viril, el macho alfa es un latin lover aguerrido, fuerte, rudo. Posee los atributos que tradicionalmente se le han atribuido a la masculinidad —vigor, control, potencia, sex appeal— y necesita jactarse de ellos constantemente. Nada puede destruir su coraza de hierro (“acero pa los barcos”, que dice el saber popular) y todo lo quiere conquistar y dominar. Se pavonea (exactamente igual que el ave que despliega su colorida cola), ufanándose de lo que él considera sus innumerables atributos de macho ibérico (“yo voy a ser el Rey León, y tú lo vas a ver”). Atributos que, sin lugar a dudas, desmayan a las damiselas y hacen rabiar a los leones de la competencia, que a su vez se esmeran en marcar bíceps y poner mirada de Clint Eastwood, en un ciclo sin fin que lo envuelve todo (o, al menos, el flirteo semanal discotequero, infalible para mantener la autoestima del macho alfa en su elevado lugar).
No todos los hombres gozan del privilegio de ser el rey de la jungla, por supuesto. De hecho, cada vez más la noción de macho alfa tiene connotaciones peyorativas o burlescas. Lo que no es óbice, no obstante, para que la mayoría de los hombres —toda generalización es injusta— albergue un John Travolta en su interior, o un Simba que intenta rugir y apenas maúlla.
Por si alguno todavía no sabe si su rol en sociedad se acerca más al de John Wayne o al del bueno de Woody Allen, aquí van los nueve signos irrefutables de que no eres un macho alfa:

1. Le dejas pagar la cuenta. El macho alfa provee de sustento a la manada, y no hay discusión que valga. Si ella, en un ataque de autonomía, liberación femenina, equidad de género o —probablemente— en un simple amago fruto de la educación pretendiera en un caso remoto pagar la cena, el macho alfa, tranquila y serenamente, acercaría hacia sí el platito con la cuenta y, con una mirada tajante, diría: “De esto me encargo yo”. Fin del asunto.

2. Nunca te disculpas, ni cuando no tienes razón. Un macho alfa no tiene complejos, absolutamente ninguno (¿cómo va a tenerlos, si es perfecto?). En consecuencia, no tiene ningún problema en pedir perdón o en reconocer un error (es perfecto, pero humano). Pide perdón como un hombre, y sabrás que estás entre los machos más machos.

3. Adulas a los líderes y buscas su aprobación. El macho alfa es el líder. La única aprobación que necesita es la suya propia. Si eres un lameculos con alguno de tus amigos, probablemente el macho alfa de la manada sea él.

4. Cotilleas. Un macho alfa jamás cotillea: no necesita de los defectos de los demás para resaltar sus virtudes. Él es un tipo duro sin necesidad de comparación, un Mufasa impertérrito que no necesita compararse con nadie. Si criticas constantemente las virtudes de tus pares, tal vez seas Scar y no lo sepas.

5. Experimentas las emociones con intensidad, te turbas. Al macho alfa nada le sienta mal. De hecho, nada le sienta. Nada. Es una especie de cyborg que sabe mantener sus emociones a raya. Ya puede llegar ella (¡ella!) a confesarle entre lágrimas que anoche participó en una orgía multitudinaria, que el macho alfa fruncirá el ceño, apurará el cigarrillo, mirará hacia abajo y tirará la colilla al suelo con total indiferencia. Porque él es un macho alfa, y maneja sus emociones. Para pasional, ya está ella.

6. No sabes conducir. El macho alfa conduce, y conduce bien. Conduce coches y motos, porque le encantan los coches y las motos, y tiene accidentes de los que sale indemne, porque sus pectorales son más férreos que la carrocería del vehículo. Cuando da marcha atrás, apoya su mano derecha en el asiento del copiloto y gira el volante sólo con la izquierda. Arranca sin miedo y en todos los semáforos se hace con la pole position. Si vas en metro, andando o en bici, tenlo claro: no eres un macho alfa.

7. Te afeitas a diario, te das cremas. El macho alfa es heterosexual. Es muy heterosexual. De manera que, aunque limpio —estamos en el siglo XXI— el macho alfa tiene un poco de guarro. Ni cremas ni fulares ni afeitado total. El macho alfa tradicional, además, lleva una camiseta a lo Marlon Brando en Un tranvía llamado deseo. No obstante, existe la versión macho alfa moderno, ese montón de testosterona enfundada en un traje de chaqueta y con una barba de tres días que parece espontánea pero que el interfecto ha estado recortándose frente al espejo del baño. Varonil y rudo (por la barba) pero elegante y sexy (por el traje). Por supuesto, no es necesario que te dejes barba si eres Brando. Pero si no lo eres, te das cremas, llevas fulares, te afeitas siempre y vistes normal —que ni fu ni fa—, definitivamente no eres un macho alfa.

8. No ligas o ligas con esfuerzo. El macho alfa es ese vórtice en que todas las mujeres del mundo confluyen: él gusta simplemente entrando por la puerta, y no tiene que hacer nada —más que ser rudo, barbudo, firme— para ligar. Si tu vida cotidiana no es como un anuncio de Axe hecho realidad, quizás no seas el dueño del cotarro.

9. No bebes, no fumas. El macho alfa fuma y, por supuesto, bebe. Whisky solo. De un trago, si es necesario. Si eres amante del ron cola o —Dios te libre— del Malibú con piña, te queda mucho para dominar la jungla.
Quienquiera que no responda al patrón de macho machísimo, quien no sea un león que sólo con pasearse con la cola en alto y la melena al viento obtenga lo que desea, tampoco debe alarmarse. Hasta Allen, el menos alfa de todos los machos, encontraba consuelo en el monólogo inicial de Annie Hall: “Envejecer no me preocupa, no soy uno de esos. Estoy perdiendo algo de pelo en la coronilla, pero la cosa no pasa de ahí. Creo que mejoraré con los años. Yo pienso que entraré en la categoría de los calvos viriles”. Está claro que quien no se consuela es porque no quiere.