viernes, 31 de agosto de 2018

"Años y leguas" de Gabriel Miró. capitulo 4. Doña Elisa y la Eternidad. El secuestro

  El secuestro del padre de doña Elisa, en "Años y leguas", por Ramón Palmeral, lámina 5.

Fragmento de mi libro inédito "Buscando a Gabriel Miró en Años y leguas".




Cuando llegan a la hacienda, Sigüenza que queja de las ventanas tabicada; pero la señora Elisa, cansada del viaje, habla de todo menos de las ventanas o fenestras, error de Miró al escribir fenestras cuando debe escribir finestras en valenciano. Al quejarse nuevamente de las ventanas tabicada es cuando la señora Elisa  cuenta que, una cuadrilla de ladrones secuestró a su padre, para pedir un rescate.

      Joaquín Fuster, en su libro de Gabriel Miró en Polop, le dedica le capitulo VII, a doña Elisa (paginas 99-102), donde escribe que la casa de alquiler de Gabriel Miró se llamaba Teresa Gualde, la sobrina era doña Vicenta Linares, la cual parecía más vieja que su tía, a pesar de que le llevaba veinte años.  Doña Teresa era hija de un propietario «de casa y buen yantar. Casó con don Pedro Bardín Fuster, labrador de hacienda anda y repleta».  Este matrimonio vivió en la calle Mayor nº 2, una casa grande de labradores acomodados. Sobre la historia real del secuestro no cuenta Fuster:
   «No fue el padre de doña Elisa –como afirma en AÑOS Y LEGUAS–, a quienes raparon los bandoleros sino al propio don Pedro. A finales del siglo pasado [XIX] encontrándose con unos amigos tomando el sol –Don Pedro, un militar retirado llamado don Juan Sanchís, el señor Llinares y don Domigno Mayor–, llegaron los roders [en valenciano bandoleros nobles] y les invitaron a seguirles. No hubo necesidad de relucir pistolas, ni de proferir amenazas, ni malos tratos […] siempre que cumplieran las familias con las pretensiones de los secuestradores. Dejaron en libertad a don Dionisio Mayor– para que avisara a los familiares […] El más viejo y el más delicado de los secuestrado era don Juan Sanchis. Enfermo, no tenia dientes y pedía que le trajeran pan blandito porque de los contrario no podía comer [un poco de leyenda, porque  pan se lo podía haber mojado con agua o vino en una especie de migas].

     El final de la historia del secuestro real es muy flojita y muy romántica, escribe Fuster que la causa de su descubrimiento fue que cuando los roders fueron a buscar pan tierno a uno de los pueblo de la montaña, fueron objeto de sospecha por parte de la Guardia Civil, los persiguieron y acabaron encontrando a los secuestrados, y fueron liberados sin resistencia por los roders, no hubo ni siquiera detenciones porque se dieron a la fuga, luego «se rumoraba que como el jefe de la banda tenía buenas relaciones políticas con algunos de aquellos señores secuestrados, todo terminó feliz. No hubo motivos de matar a nadie». Todo felices y comieron perdices.

   Como la historia del secuestro era muy lasa en exceso, Miró, que adoraba los cementerios, libera en veinticuatro horas al padre de Elisa sin pagar restcate y decidió hacer justicia literaria por su cuente. La escena de un jornalero que ve a la cuadrilla de ladrones descolgarse de un refugio, y sin más éste montó en un mulo que le derribó –un mulo que parece ser, era de los de la cuadrilla–, y luego, «se lo agarró por la crin y lo aguijaba rajándole el lomo con la punta de su navaja; el macho [los mulos son híbridos] pateaba rajándole y relinchaba de dolor […] y así corrió para dar aviso». La escena  tiene crueldad pero no tiene verosimilitud.
    Además no sabemos quién ejecutó a la cuadrilla de bandoleros, ni cuantos eran, escribe Miró que era una cuadrilla, que pueden ser cuatro. «Y, a la otra tarde, vino libre el señor. Tres mozos traían atravesados en sus mulas a los ladrones muertos [una cuadrilla]; las ancas de las bestias llegaron rojas de sangre […]  Y ellas y dos rapazuelas se escaparon al cementerio donde estaba los ladrones tendidos en la hierba mojada con los ojos abiertos a la luna…».

viernes, 17 de agosto de 2018

Ilustración nº3 para el libro "Buscando a Gabriel Miró en Años leguas", por Ramón Palmel





Ilustración para el capitulo 2.- de Años y leguas. Un libro lleno de prosa poética y emociones paisajisticas. Polop de la Marina
Por Ramón Palmeral


Fragmento del capitulo "2 Pueblo, parral perfección" de Años y leguas de Gabriel Miró


"...Las avispas vuelan con dejamiento, con descuido de sí mismas. No se preocupan ni de recogerse las patas. Deben haberse dicho: «Voy cerca, y no es menester que me suba las piernas; colgando van bien; tal como estaba, sobra...». Esas zancas llevan una media de vello arrugadita y caída. Pasan, vuelven, meciéndose en el sol, distraídas y comadres.
Los abejorros, repolludos y malhumorados, se afanan por sentir mucha prisa. Si no se fijan ni cavilan más en las cosas, no es porque les falte capacidad de atención y ahínco; y, si no, que se repare en el bramido que llevan. Pues, si se estuviesen en torno del parral, no lo podría resistir el envigado; cada pámpano se estremecería, doblándose bajo el ímpetu de su viento; una perdición. Además, es que no pueden parar. La inmensa mañana les solicita; todo ha de recibir la sensación de su diligencia.
Llegan los escarabajos con su negrura pavonada. Antenas, palpos, patas se les cruzan reciamente como un costillaje. En su sotanilla bombada y en su bonete, traen ellos todo el sol de los campos en una gota; todo el sol miniaturizado dentro de un azabache. Sus alas y elictras son un molino de hélices y exhalaciones moradas. Se pesan tanto a sí mismos que rebotan contra los pilares. Temen no haberse puesto las alas que les corresponden. Esa es su lástima. ¡Tan bien acabados, esferoidales, carbonosos, bruñidos, organizados para empresas de terquedad, y con las mangas tan cortas que no les permiten sostenerse en todo el día del cielo!"

Ilustracion 3, para mi libro "Buscando a Gabriel Miró en Años y leguas", por Palmeral

Capitulo 1.- "La Llegada· a Polop de la Marina

Gabriel Miró en burro se dirige a la hacienda alquilada en Polos  Les Fonts

Ilustraciones de Ramón Palmeral para su libro "Buscando a gabriel Miró en Años y leguas"


Fragmento de un texto de Años y leguas capitulo 1




"...Iba Sigüenza montado en un jumento, porque así recorrió, hacía mucho tiempo, sus campos natales. Estaba muy gozoso, como entonces; no había más remedio, para guardarse fidelidad a sí mismo, al que era hacía veinte años. Y se inclinaba tocando la piel tibia y sudada de la cabalgadura, y se miró en sus ojos, gordos, dorados y dulces como dos frutos.
El animal doblaba su pescuezo frisado como si le sofocase tanta solicitud; hasta que se paró.
Entonces, Sigüenza, saltando de la enjalma de piel de borrego, se puso a caminar a su lado. El borrico, en medio del arriero y de Sigüenza, como tres amigos que se van a pasear a su antojo.
¡No tenemos prisa! -lo pensó y lo dijo Sigüenza para que se oyese, creyendo que objetivaba la realidad de su júbilo, porque veía sus palabras desnudas en el silencio, silencio desde su boca hasta las cumbres.
Y mirando en su torno toda la tarde, tan ancha, descubrió en el camino la huella de sus pies. Sería la de su bota. No; porque él acababa de sentir el contacto de su carne en la carne del camino. Y esa noche se quedarían sus pisadas, frescas de relente, bajo los cielos inmediatos y finos. ¡Cuántos años sin sentir el ahínco y marca de humanidad por el asfalto y las losas que se chafa o se pisan sin hollar!"

Ilustracion 1 "Buscando a Gabriel Miró en Años y leguas" libro ilustrado.

Retrado a lápiz de gabriel Miró por ramón Palmeral