Rosser Saballé leyendo un tento de Ramón Gaya en el movil
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Como es habitual de los jueves (día en medio de la
semana) en el Centro de Arte de la calle Arquitecto Morell de Alicante, se
forma una tertulia de pintores
alicantinos para departir y debatir
sobre un pintor seleccionado de cualquier nacionalidad o época. La tarde de
ayer 9 de noviembre, se seleccionó al murciano (no marciano) el histórico
pintor y poeta Ramón Gaya,
republicano de conciencia y actos, que fuera señalado por el Movimiento para
entrar en prisión por haber sido el autor del famoso y conocido cartel que
anunciaba el II Congreso Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura,
en el julio de 1937 celebrado el salón de plenos del Ayuntamiento de Valencia,
además de haber colaborado con viñetas en los 23 números de la revista “Hora de
España”, dirigida por intelectuales de la Segunda República, entre ellos Juan Gil-Albert, Rafael Dieste, Manuel
Altolaguirre y Antonio Sánchez Barbudo, y donde colaboraron María Zambrano o Miguel Hernández entre otros nombres
destacados.
Bien, dicha esta breve, llamémosle “introdomancia”,
aleatoria de interés geográfico histórico de situación de Ramón Gaya (1910-2015), fallecido a los 95 años, he de entrar en la
obligación de escrutar la tertulia, que empezó Rosa Azorín, que excusó la presencia del tertuliano, pintor e
intelectual Pedro Ortiz, ausente por
enfermedad, del que esperamos que se recupere pronto, muy puesta su erudición
en pintura y biografías se le echó de menos. Rosa Azorín hizo una
magnífica exposición de la vida y obra de Ramón
Gaya, puesto que ella es Licenciada en Bellas Artes y magnífica
documentalista, que nos trajo de varios libros sobre Ramón Gaya, y además varias láminas
impresas a todo color. Entro otros temas dijo Rosa que Gaya fue un gran
admirador de Velázquez, y es el autor del ensayo “Velázquez, pájaro solitario”
de 1963.
Luego tomó la palabra José Ramón Tojo que habló de
los premios que tiene Gaya. En 1997, se le
concede el Premio Nacional de Artes
Plásticas.
En 1999, doctor honoris causa por la Universidad de Murcia. En 2000, exposición
en el IVAM de Valencia. En
2002, el Ministerio de Cultura le concede Premio Velázquez de Artes Plásticas, en su primera
edición. En 2003, exposición en el Museo Reina Sofía de Madrid.
Roser Caballé nos desveló que
para mayor estudio sobre Gaya, se había acercado al museo que tiene en Murcia,
su ciudad natal (aunque era hijo de un catalán llamado Salvador Gaya de
profesión litógrafo, y de Josefa Pomés), leyó un texto firmado por Gaya sobre la
doble mirada de Velázquez, siempre controvertido, sobre que, Velázquez no era
representante de la pintura española, quizás gaya quiso decir que fue un pintor
extraplanetario.
En
firmante de esta presente crónica
intervino para opinar que se trataba de un pintor que pintaba lo que vendía,
por ello no innovó, y siempre pintó los mismos temas decorativos, abocetados,
sin acabar, destacando solamente su obra “El bombardeo de Almería” 1937 que es
un cuadro muy parecido al estilo de Picasso, cuyas obras conoció cuando estuvo
es París; pero a Gaya no le gustaban las vanguardias, sino la pintura
figurativa, eterna y de siempre de los grande maestros del Prado.
Posteriormente
intervinieron Ramón Rodríguez, Manolo Más,
José Ángel Castejón, Carlos Bermejo, y coincidieron que Gaya fue más
filósofo, escritor y poeta que pintor. Pues efectivamente fue un pintor estanco
en sus guaches, acuarelas y algunos óleos abocetados, que parecen no acabados,
y con poca materia. Carlos Bermejos, paisano de Ramón Gaya dijo que lo había
conocido personalmente, y que era un hombre tranquilo y pausado.
Lo
cierto es que Ramón Gaya, que
después de la guerra civil, se hubo de exiliar en México, regresó a Europa en
1952, y estuvo en París, Venencia, Florencia (coincidió con Juan Gil-Albert, María Zambrano y Clara James) y Roma. En los años 60 regresó a España y se
instaló en Valencia, después de 21 años de exilio, se casó de segunda con
Isabel Verdejo, puesto que su primera mujer murió en Figueras en un ataque
aéreo franquista en 1939, dejando huérfana a su hija Alicia.
La
conclusión de la tertulia, en la que acudimos unas 25 artistas y contertulianos,
llegamos a conclusión de que Ramón Gaya no se distingue por ser un
gran pintor, pero sí sufrió en sus carnes la tragedia y el exilio, y que por ser
republicano, resurgió su figura en la época en que le tocó gobernar a los políticos de izquierdas, y recuperar el honor
de los republicanos vendidos, y su ciudad natal, aunque naciera en Huerto del
Conde, supo reconocerle con un museo en la plaza de Santa Catalina.
Ramón
Palmeral
10
de noviembre 2017